En sus páginas se despliegan once
relatos que, tal como lo aseverara el periodista Boris Muñoz, dan cuenta, con
un humor macabro, camp y paródico, de
los goces y aversiones de unos personajes encajados en situaciones tan urbanas
como ordinarias.
La venganza, lo mismo que el desprecio, es el tema recurrente que
entrelaza una historia con otra.
El estilo narrativo, que combina la prosa
barroca con cierto espíritu queer y
excéntrico, se asemeja al de los escritores cubanos de siglo XX. Esta voz e
impronta diferencian a Manuel Gerardo de muchos otros escritores criollos de su
generación. Además, podrían abrirle un espacio interesante en la narrativa
venezolana actual.
Este libro, asimismo, tributa al buen gusto, cultura pop, lenguaje del Siglo de Oro español
y, sobre todo, a la banalidad —entendiendo a esta última, tal como lo explicara
Georges Duby, en su Historia de la vida
privada, como algo cotidiano.