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miércoles, 5 de octubre de 2011

Inmigrante ilegal evita su expulsión de Inglaterra porque tiene un gato

La historia de un indocumentado boliviano que supuestamente no pudo ser expulsado del Reino Unido porque tenía un gato ha provocado una inesperada polémica entre los conservadores británicos en torno a la legislación sobre derechos humanos.

En su discurso ante el congreso anual de su partido en Manchester (noroeste de Inglaterra), la ministra del Interior Theresa May citó la historia de este boliviano amenazado de expulsión años después de haber ingresado como estudiante en el Reino Unido, para ilustrar su oposición a la Ley de Derechos Humanos vigente desde 2000.

"El inmigrante ilegal no pudo ser deportado porque -no me lo estoy inventando- tenía un gato", dijo May cuando el gobierno ha anunciado su intención de reducir el número neto de inmigrantes extracomunitarios de 220.000 antes de su llegada al poder en mayo de 2010 a sólo "algunas decenas de miles" en 2015.

Pero su afirmación fue cuestionada públicamente minutos después desde la misma tribuna por el titular de Justicia, Kenneth Clarke, quien dijo dudar de la exactitud de la historia e incluso se mostró dispuesto a apostar al respecto, suscitando rápidamente lo que la prensa bautizó como el "Catgate".

La Oficina Judicial difundió posteriormente un comunicado asegurando que el gato, que según la prensa responde al nombre de Maya, "no tuvo nada que ver con la decisión" de permitir que el hombre, que no estaba casado pero tenía pareja estable, permaneciera en el país cuando se emitió el fallo a finales de 2008.

Tras la decisión judicial, su abogado, Barry O'Leary, había dicho que el hecho de que "poseía un gato" era uno de los "numerosos detalles" que el inmigrante boliviano presentó para demostrar la estabilidad de su relación sentimental y argumentar su derecho a una vida familiar.

El ministro de Relaciones Exteriores, William Hague, trató de restar importancia este miércoles a la polémica entre sus dos compañeros de gabinete, insistiendo en que ambos estaban "en la misma sintonía" con respecto a la ley, una adaptación de la Convención Europea de Derechos Humanos.

"Si unas palabras diferentes sobre un gato son lo peor que ha pasado esta semana, quiere decir que las cosas globalmente han ido bien", bromeó en el último día del congreso de los conservadores.

Y dirigiéndose a los extranjeros a los que la historia de May pudiera haber dado ideas, agregó: "Sería un error que esta gente fuera y comprara gatos. Tal vez encuentran que no todos los casos son iguales". 

AFP