Moda masculina de Lanvin deslumbra con Alber Elbaz y Lucas Ossendrijver
Los modistos Alber Elbaz y Lucas Ossendrijver para Lanvin, con un juego de proporciones y códigos hiperchic, y Pierre Cardin, con un caudaloso desfile lleno de fantasías futuristas, fueron hoy dos de las grandes estrellas de la última jornada de moda masculina para la primavera-verano 2013.
Ya de noche, la firma Versace inaugurará otras pasarelas completamente diferentes, las de la Alta Costura para el otoño-invierno 2012-2013, que a partir de mañana y hasta el próximo jueves descubrirán todo su esplendor.
Entre tanto, el mítico Pierre Cardin se adelantó al calendario femenino, que esta noche estrenará la marca italiana, y cerró su desfile con un espectacular pase de túnicas satinadas y vestidos de noche aerodinámicos monocolores o bicolores, de tonos fucsia, turquesa, verde, rojo, blanco, negro, y también oro y plata.
En el viejo y enorme hangar Freyssinet, los maestros Elbaz y Ossendrijver volvieron a dar otra lección de moda, que por primera vez colocaron sobre podium, por encima del suelo, por considerar "superimportante elevar la moda", dijo a Efe Elbaz.
"No creo que estemos todos bien con la misma camisa, queremos tener la posibilidad de elegir", resaltó el modisto para explicar una colección en la que hubo de todo, trajes clásicos combinados con voluminosas sandalias y elegantes monos de trabajo; y abundantes camisas de nylon casi transparentes, que se llevan como si fuesen de seda, a menudo con corbatas finísimas.
Accesorio que acompañó por igual pantalones de talle bajo o alto, rectos, ajustados o muy holgados y también cortos, fundamentalmente blancos, negros, azules y grises; o trajes y conjuntos con abrigos tres cuartos hasta las rodillas enteramente plateados.
En busca de esa variedad absoluta de formas, materias y códigos trastocados, no hubo en Lanvin un tema de fondo o una historia, simplemente se quiso proponer "un verdadero guardarropa", que cubra una "especie de necesidad", resumió Elbaz.
La idea es "proponer soluciones a la gente de verdad", dijo Ossendrijver, coautor de un "sportswear" hiperchic, adornado con aplicaciones de serpiente pitón, y de trajes fluidos y redondeados, gracias a juego de proporciones metamorfoseadas.
Para ello, partieron de un traje tradicional de lana y eliminaron toda la construcción interior, cortaron los bordes al vivo, contrapegados con el mismo tejido, sin botones, sin detalles, justo las siluetas, explicó el artista.
Conjuntos muy gráficos, de blancos y negros, siluetas opuestas, con americanas rectas o muy ajustadas y pantalones de talle alto, o bajo, fueron otros elementos característicos de un Lanvin carente de bermudas y colores vivos, en el que sí hubo algunos "shorts".
La vida, el mundo, va en una dirección "muy 'High Tech' (Alta Tecnología), ciber, internet, pero nosotros, en la moda, trabajamos con modistos, sastres, hilos agujas y quizás estamos un poco pasados de moda, pero eso es lo que nos hace siempre humanos", el hecho de que "haya gente que trabaja, no solo maquinas", consideró Elbaz.
También hoy, la agenda oficial de desfiles anunciaba los nombres de Agnes B, No Editions, Rynshu, Songzio, Paul Smith, Qasimi Homme y Thom Brown, junto a Lanvin y Pierre Cardin, académico de Bellas Artes, gran hombre de negocios y figura histórica de la moda.
El modisto mostró 138 conjuntos de colores, vivos, neutros o apagados, enormes hombreras redondeadas, curvas, aperturas en la espalda y detalles insólitamente Cardin, y por lo abrigado de algunos de sus modelos cabe deducir que trabajó para una clientela muy viajera o repartida por todo el planeta.
Túnicas cortas caladas, americanas, a veces sin mangas, para desnudar los brazos además del pecho, trajes satinados, pantalones negros de corte perfecto, zapatillas deportivas o zapatos de charol y hasta un escotado mono enteramente bordado, fueron algunas de las múltiples propuestas del infatigable maestro de 89 años.
Al final, Cardin saludó a su público desfilando él mismo tras el último conjunto, un vestido escote palabra de honor de terciopelo negro, por debajo de las rodillas, adornado con un enorme sombrero y velo negro.