El gas vuelve a enfrentar a Moscú con la Unión Europea. El motivo de la discordia no es el corte de suministro por disputas ruso-ucranianas, sino las investigaciones sobre las prácticas comerciales de Gazprom. La Comisión Europea sospecha que el monopolio exportador de gas controlado por el Estado ruso viola la legislación sobre la competencia de la UE. La investigación realizada sobre el asunto, afirman en Bruselas, no difiere de las que afectaron a otros gigantes como Microsoft.
En Moscú, sin embargo, consideran que la EU ha emprendido una maniobra hostil contra Rusia. Según el presidente Vladímir Putin, el fin es conseguir una “subvención” para la estancada economía europea a costa de los precios del gas ruso. Tras las investigaciones de la Comisión hay ocho países que tienen contratos con Gazprom y que en el pasado fueron parte de la antigua URSS o del bloque comunista (los tres Estados bálticos, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría y Bulgaria). En septiembre de 2011, los funcionarios de la Comisión registraron las sedes de empresas asociadas con Gazprom en varios países de la UE, pero solo este mes se anunció la investigación formal.
Esta semana, el presidente Putin ha promulgado un decreto que obliga a Gazprom (y a otras casi doscientas empresas “estratégicas”) a concertar sus posiciones con las autoridades federales rusas para tratar con autoridades extranjeras. La obligatoriedad afectará al suministro de datos, la política de precios y la modificación de contratos internacionales. Son “medidas absurdas”, dice Mijaíl Krutijin, analista de la consultora RusEnergy. “Putin equipara a Gazprom a una representación estatal extraterritorial, como una embajada, y confirma así que Gazprom es una entidad política”, señala el experto. “¿Acaso alguien cree que Gazprom negociaba antes sin el beneplácito de Putin?”, comentan medios diplomáticos europeos, según los cuales el decreto es un mensaje de firmeza poco eficaz que confunde la política con las normas legales.
En teoría, el decreto pretende proteger a Gazprom de Bruselas y también de la proliferación de socios comerciales que piden rebajas, argumentando que los precios del gas en el mercado spot son muy inferiores a los precios acordados por Gazprom para sus suministros vía gasoducto. Gazprom suministra un 25% del gas que se consume en Europa, con porcentajes de hasta el 100% en el caso de Finlandia. Los precios son presionados a la baja por la crisis económica, el ahorro energético y la oferta de gas licuado desviada hacia Europa por el abastecimiento del mercado estadounidense con gas no convencional.
Los tribunales podrían obligar a Gazprom a ceder donde ahora se atrinchera. Tres son los temas básicos en litigio con el gigante ruso, a saber: los contratos a largo plazo con cláusula de no reexportación a otros países, las barreras a otros proveedores y la fórmula de precios. Rusia se opone a la liberalización del mercado del gas europeo y a las provisiones del “tercer paquete energético”, que obligan a separar el suministro y la distribución de gas.Pese a ello, Gazprom en sus contratos a largo plazo se aferra a su fórmula tradicional de precios, vinculada a los precios del petróleo con un desfase temporal. El monopolio de forma selectiva ha claudicado ante alguno de sus socios con buenas cartas negociadoras. Compañías alemanas, francesas e italianas se han beneficiado de descuentos, según el informe de Gazprom para 2011. Sin embargo, Gazprom niega los descuentos a otros países, como a Ucrania y a Moldavia, a no ser que estos dos Estados ingresen en la unión aduanera o renuncien a su orientación europea. “Las rebajas tienen razones políticas”, afirma Krutijin, y recuerda que Armenia, un país aliado de Rusia, paga 180 dólares por 1.000 metros cúbicos de gas. En Europa, el precio medio del gas ruso es de 392 dólares por mil metros cúbicos, según el ministro de Energía Alexandr Nóvak. “2011 fue un año récord para Gazprom”, dice Krutijin. Gazprom se benefició del descenso de los suministros de Argelia y Libia al mercado europeo y exportó 156.600 millones de metros cúbicos de gas a la UE y a Turquía, de ellos, 34.100 millones a Alemania. El precio medio anual fue de 383,38 dólares, según la compañía.
En el foro de Cooperación Económica de Asia y el Pacífico (APEC, en sus siglas en inglés), celebrado en Vladivostok, el director ejecutivo de Gazprom, Alexéi Miller, dijo que Asia sustituirá a Europa como destino del gas ruso en un futuro próximo. El “programa oriental” es una “prioridad” y va a “acelerarse”, afirmó Miller. Por ahora, Rusia carece de infraestructura exportadora de gas hacia Asia, si se exceptúa la planta de gas licuado de Sajalin Energy, en la isla de Sajalín, en el Pacífico, donde Gazprom tiene el 50% más uno de las acciones.
Rusia negocia desde hace años gaseoductos desde Siberia hasta China (para llegar a exportar 68.000 millones de metros cúbicos anuales) sobre los que no hay aún acuerdo definitivo. China, por su parte, recibe gas de Asia Central. Turkmenistán o Uzbekistán, a quienes Moscú dictó condiciones para acceder al mercado europeo, serán competidores establecidos de Rusia cuando esta llegue al mercado chino. Los chinos, duros negociadores, mantienen los precios del gas de Turkmenistán muy por debajo de los precios europeos. Para crear la infraestructura de exportación oriental, Rusia necesita grandes inversiones, lo que puede obligarla a regresar a los mercados financieros internacionales. En Vladivostok, Putin indicó que podría modificarse su política de no endeudamiento.Krutijin califica las declaraciones de Miller de “tontería”. “El nivel de exportación de gas a Asia no será nunca igual que el nivel de exportación a Europa”, asegura, y se muestra convencido de que la cuota de gas ruso en Europa (25% del consumo) se mantendrá en el futuro.
El declive de la demanda ha obligado a Gazprom a demorar uno de sus proyectos más ambiciosos, la explotación del yacimiento de Shtokman, en el mar de Barents, junto con socios como la francesa Total. Confrontado con el descenso de la demanda en el mercado exterior y en el interior, Gazprom debe modificar su política y reducir el despilfarro, señala el analista Mijaíl Kochemiakin. Capítulo a revisar es la compra de materiales a precios hinchados siempre a las mismas empresas, entre ellas la constructora de tubos Severni Evropeiski Trubni Proekt, de los hermanos Boris y Arkadi Rotemberg, del círculo de allegados a Putin en San Petersburgo.
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