El secretario de Defensa de EE.UU., Chuck Hagel, presidió este viernes en la sede de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) el acto de relevo de poder en la gigantesca agencia de inteligencia, que con la salida de su director, el general Keith Alexander, comienza una nueva era marcada por modestas reformas.
Alexander, conocido como el "zar" de la ciberdefensa, ha sido desde 2005 el director de la NSA y desde 2010 también del Cibercomando, la rama militar de inteligencia, y su sustitución por parte del almirante Michael Rogers llega tras diez meses de críticas por las revelaciones hechas por el exanalista Edward Snowden sobre los programas de espionaje.
Pero en la ceremonia de homenaje del viernes en los inaccesibles cuarteles de la NSA en Fort Meade (Maryland), la plana mayor de las Fuerzas Armadas y la Inteligencia estadounidense centró su mensaje y aseguró que la NSA seguirá aumentando sus recursos para mantener su labor de ciberseguridad.
"El ciberespacio será parte de todo futuro conflicto y si no nos adaptamos a esa realidad estaremos en grave riesgo", destacó Hagel en su discurso televisado en la NSA, la primera vez que se emite en directo desde ese edificio blindado a los ojos ajenos.
Hagel también aprovechó para asegurar que "Estados Unidos no va militarizar el ciberespacio", como temen algunos de las principales líderes estadounidenses tras conocer las filtraciones de Snowden, que muestran el gran poder de infiltración de la NSA para vigilar la red.
Las revelaciones de Snowden han puesto a la discreta NSA en el punto de mira y han llevado al presidente estadounidense, Barack Obama, a pedir el fin de la recopilación en masa de datos de llamadas telefónicas, algo que podría vulnerar la privacidad de estadounidenses y ser inconstitucional.
No obstante, la NSA y el Cibercomando mantienen básicamente indemne su capacidad de espiar en el extranjero, con el objetivo de evitar atentados terroristas, mejorar la inteligencia militar en la guerra y repeler ataques a redes estratégicas, que como recordaron los asistentes, ocurren incontables veces cada día.
El presupuesto secreto de la NSA se estima en más de 10.000 millones de dólares anuales, solo por detrás del de la CIA, y Hagel aseguró el viernes que su personal dedicado al espionaje militar aumentará a los 6.000 miembros en 2016.
Bajo las órdenes de Alexander, un experto matemático graduado en West Point de 62 años y 40 de experiencia militar, la NSA ha tejido relaciones con agencias de inteligencia de todo el mundo, ha perseguido terroristas en Europa, líderes de cárteles de la droga en México, elaborado complejos análisis para evitar bajas en Afganistán e Irak y colaborado de manera determinante en la muerte de Osama Bin Laden.
Los "centinelas silenciosos" de la NSA, como los denominó Hagel, se han multiplicado y como comentaron este viernes fuentes del Pentágono se han nutrido de "genios" de Silicon Valley y han contribuido a crear una industria auxiliar de informáticos y analistas que da trabajo a miles en la zona de Washington, Virginia y la llamada "CyberMaryland".
No obstante, funcionarios del Pentágono destacaron que en el futuro intentarán depender menos de contratistas externos y más de los disciplinados miembros del estamento militar para operaciones de espionaje.
"Ahora los bytes son armas y se puede destruir un país con un clic de ratón", indicó el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Martin Dempsey, en una ceremonia en la que se impuso dos medallas al mérito a Alexander.
La mayor importancia de las comunicaciones en internet y la vulnerabilidad de infraestructuras interconectadas en el sector financiero, de defensa o energético, han llevado a Estados Unidos ha no bajar los recursos en inteligencia pese a los recortes en el Pentágono.
"El primer correo electrónico se envió desde la red de Defensa de Arpanet cuando Keith estaba en (la academia militar de) West Point, hoy se envían más de 40 billones cada año e internet es responsable de una quinta parte del crecimiento del PIB de los países desarrollados", destacó Hagel.
Alexander se jubila dejando atrás una red de espionaje electrónico que ha sido capaz de frustrar millones de ataques informáticos, en ocasiones en un solo día, pero también espiar a mandatarios extranjeros y provocar una oleada de críticas por poner el riesgo la libertad en internet, el último campo de batalla.
EFE