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viernes, 18 de noviembre de 2011

El libro del viernes: “Gustavo Dudamel, la sinfonía del barrio”

Aunque las noticias muestren una tierra de confrontados, cuando alguno de sus habitantes iza el tricolor en otras latitudes, los pechos se hinchan de alegría y tarde o temprano alguien dice: ahí va el venezolano.

Y es esa alegría de compatriota la que ha hecho que el pueblo atesore en sus entrañas recuerdos como el oro olímpico de “Morochito Rodríguez”, la casi triple corona de Cañonero, la fama internacional de Carlos Mata, los guantes de oro de Vizquel, los cuadrangulares de Galarraga, y cada logro de todo aquel que atavíe su pasaporte con la palabra venezolano.

El río fluye, el tiempo pasa. Lo único constante parece ser el cambio, pero Venezuela sigue amando a sus héroes, y el último de ellos no deja espacios para las aristas porque es un mago que fabrica la belleza total y la coloca al alcance de todos: Gustavo Adolfo Dudamel.

José Pulido es escritor, poeta, periodista. Un creador de ficciones que detecta realidades sorprendentes. Él fue quien juntó y tejió las palabras necesarias para que Venezuela conociera bien, muy bien, a su héroe.

La manera en que Pulido escribió “Gustavo Dudamel, la sinfonía del barrio” le recuerda al lector que la vida está hecha de detalles, de instantes que se van sumando y generan un todo: a través del relato familiar, de las pequeñas anécdotas, de testimonios, con este libro se acude en primera fila a la formación de quien hoy es uno de los músicos más importantes del planeta.

¿Y de dónde salió un muchacho así? La pregunta aparece en una de las páginas, la respuesta en la unión de todo el libro. Dudamel parece haber nacido genio, pero fue una orquesta entera de elementos la que generó el personaje.

El libro permite entender qué cosa hace tan especial al gran director venezolano. Sin embargo, el ser humano, el Gustavo Adolfo que no lleva ese nombre por Bécquer sino porque se lo puso su mamá, es también un líder innato más allá de la música que le bombea la sangre, y eso distingue al Dudamel de carne y hueso que también describen esas páginas.

Néstor Luis González

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