La película “Jaws” vuelve a hincarle el diente a la taquilla esta semana para conmemorar el 40 aniversario de su estreno en Estados Unidos el 20 de junio de 1975, una fecha clave para entender la estrategia actual veraniega de Hollywood y determinante para la carrera de Steven Spielberg.
La cinta sobre un gran tiburón blanco que amenaza a una apacible villa costera pervive en el imaginario colectivo tanto por sus escenas acuáticas como por la banda sonora de John Williams, que fue merecedora de uno de los tres Óscar que se llevó el filme en 1976.
“Jaws” reaparecerá con la mandíbula abierta en 500 salas de cine el próximo domingo en EEUU de la mano de Tuner Classic Movies y Universal Pictures, el mismo estudio que hace cuatro décadas estuvo cerca de matar al escualo antes de que asomara su aleta dorsal en la gran pantalla.
Lo cierto es que, en origen, nadie imaginó que “Jaws” se fuera a convertir en el éxito que fue.
Se trataba de un proyecto menor para Universal Studios, que aquel año tenía sus esperanzas puestas en “The Hindenburg”, un largometraje sobre el histórico desastre del homónimo zeppelín alemán cuyo presupuesto cuadruplicaba al del tiburón, fijado en cerca de 4 millones de dólares (17,5 millones actuales).
Spielberg, que tenía 27 años, había dirigido solo un filme (“The Sugarland Express”), era desconocido en la industria y se sumó al proyecto de rebote.
Los productores Richard Zanuck y David Brown prefirieron a otro realizador, aunque el puesto quedó finalmente vacante por diferencias creativas.
Zanuck creyó en el talento del joven cineasta, según contaría años más tarde en el documental “Jaws: The Inside Story” (2010), al que protegió frente al estudio cuando las cosas se empezaron a torcer.
“Jaws” era un proyecto oportunista basado en el “bestseller” del mismo nombre escrito por Peter Benchley, que en 1974 estaba causando furor en las librerías.
Urgía sacar la película cuanto antes para aprovechar el tirón literario, así que la prisa fue un factor desde el inicio.
Cuando Spielberg se puso al frente tomó la decisión de rodar en el océano -en la costa atlántica frente al pueblo Martha’s Vineyard, en Massachusetts- lo que supuso un desafío técnico que no imaginó.
Hasta entonces, Hollywood había evitado el mar abierto por ser un entorno a merced de elementos incontrolables.
El realizador, no obstante, quería la textura de las olas, el realismo de la fuerza del mar que, por aquellas fechas, no se podía simular por ordenador y no se terminaba de lograr en un tanque de agua en un estudio o en un lago.
La experiencia confirmó los temores de los veteranos de la industria.
El rodaje sufrió interrupciones constantes, unas veces por problemas meteorológicos y otras, las más, por fallos técnicos que obligaron a Spielberg a replantearse la forma de hacer la película.
Los modelos de tiburones mecanizados fabricados para “Jaws” y que iban a ser los protagonistas se estropeaban tanto que no se avanzaba, así que el realizador optó por prescindir de ellos para gran parte de las escenas.
“¿Qué haría Hitchcock en una situación así?”, se preguntó Spielberg, que decidió sustituir el pez por planos subjetivos y tomas en las que se percibe su presencia bajo la superficie aunque nunca se le ve.
A mayores, durante la filmación se hundió un barco, se empaparon bobinas con materiales ya grabados, y se trabajó con un guión que se cambiaba cada día.
Lo que iba para 60 días de rodaje se demoró hasta 157 y costó 14 millones de dólares.
Spielberg estuvo a punto de renunciar, en Hollywood le señalaban como el culpable y creyó que “Jaws” hundiría su futuro.
El estudio estuvo a punto de despedirle y cancelar el proyecto.
Richard Dreyfuss, que encabezó el elenco junto con Roy Scheider y Robert Shaw, acabó tan harto, que criticó la película tras concluir el rodaje y en una entrevista admitió que no le gustaba el trabajo que había hecho. Palabras de las que luego se arrepintió.
Con el producto en la mano, Universal Studios planeó un estreno masivo (450 cines) y una extensa campaña promocional en todo el país que incluía numerosa mercadotecnia, algo novedoso frente a los lanzamientos más escalonados (y menos arriesgados). Y “Jaws” arrasó.
En 1975, la audiencia hacía cola para ver el filme que estuvo en cartelera durante meses y devoró la taquilla hasta recaudar más de 470 millones de dólares de la época (más de 2.000 millones actuales) en todo el mundo.
Spielberg pasó de ser cuestionado a, según sus palabras, ganarse la libertad para poder hacer “cualquier película”, mientras que Hollywood descubrió que, en contra de lo que se pensaba entonces, el verano era un gran momento para vender entradas.
Fuente: EFE