Taiwán en enero del 2016 se unirá a los países gobernados por una mujer en la presidencia, a menos que suceda algo realmente inesperado, ya que las dos principales fuerzas políticas de la isla han designado a mujeres como candidatas.
La jefa del opositor e independentista Partido Demócrata Progresista, Tsai Ing-wen, de 58 años de edad y doctora por la prestigiosa Escuela de Economía de Londres, se enfrentará en enero de 2016 a la candidata del oficialista Partido Kuomintang, Hung Hsiu-chu, de 63 años, hija de uno de los venidos de China en 1949 con las tropas de Chiang Kai-shek.
Aunque existe un tercer candidato, Shih Ming-te, ex presidente del PDP ahora más cercano al oficialismo que a su partido, y Hung no será nombrada candidata oficial hasta el Congreso Nacional de su partido del 19 de julio, nadie duda de que el duelo por la presidencia estará entre dos mujeres.
Todos en Taiwán esperaban que el PDP presentase como candidata a Tsai, una moderada incorporada tardíamente al partido durante la presidencia de Chen Shui-bian (2000-2008), y que ya fue candidata por su partido en los comicios del 2012, que perdió por menos del 6 por ciento de los votos ante el actual mandatario, Ma Ying-jeou.
Sin embargo, la candidatura de la oficialista Hung Hsiu-chu, aprobada el miércoles por el Comité Central Permanente del gobernante Partido Kuomintang (KMT), ha sido una sorpresa para todos, ya que no estaba en la lista de dirigentes populares de su partido y nunca ha tenido un puesto de gobierno.
Hung, apodada “pequeño pimiento picante”, es la vicepresidenta del Parlamento isleño, donde el KMT tiene mayoría absoluta, y se ha ganado el sobrenombre por su combatividad contra el independentista PDP y por pertenecer al ala dura del KMT en el tema de los lazos con China.
En principio, Hung se presentó sólo para animar a los pesos pesados del KMT -como el actual presidente del partido, Eric Chu Li-luan, el actual presidente del Parlamento, Wang Jin-pyng- a participar en las primarias, pero al final nadie lanzó el guante y Hung se encontró como única precandidata.
El martes pasado, el KMT realizó tres sondeos de opinión y Hung, también de modo inesperado, superó la barrera mínima del 30 por ciento de apoyo, con el 46,2 por ciento, logrando así cumplir con todos los requisitos para optar a la presidencia.
Analistas políticos como Michael Turton, que vive en Taiwán desde hace décadas, señalaban que los partidarios del PDP habían inflado el apoyo a Hung, para que fuese seleccionada y evitar que el presidente del Parlamento, Wang Jin-pyng, fuese “reclutado” a última hora por su partido, ya que Hung se consideraba “una candidata débil”.
Sin embargo, en un sondeo realizado por la cadena de televisión TVBS hecho público el jueves, Hung aventajó a Tsai con un margen del 3 por ciento, lo que ha hecho temblar a la oposición, que estaba segura de su victoria electoral.
Hasta el 16 de junio, Tsai Ing-wen había ganado por un margen cómodo a todos los posibles candidatos presidenciales del KMT, incluida Hung, pero ahora reina la incertidumbre.
“No creo que el empuje de Hung dure mucho, porque representa la continuidad con las políticas del actual presidente Ma Ying-jeou, que tiene un apoyo popular de menos del 15 por ciento, y ha prometido firmar un pacto de paz con China, que no es muy popular”, dice el analista político Bai Fang-ji, de la Universidad Tamkang.
Las posturas combativas de Hung a favor de las doctrinas tradicionales del KMT, de una unión con China en democracia y bienestar, gustarán a Pekín, sin duda, pero en el centro y sur de Taiwán y a los votantes moderados no parece que les gusten tanto.
Sea como sea, el 16 de enero del 2016, una mujer será presidenta en Taiwán, y la política isleña hacia China continuará, si Hung gana, o sufrirá un giro radical, si la victoria es de Tsai.
China, Estados Unidos y muchos otros países siguen de cerca la evolución de la campaña electoral en Taiwán, ya que la paz y estabilidad en el estrecho de Formosa, centro de la red manufacturera de alta tecnología en Asia y paso de la mayor parte del petróleo importado por China, es clave no sólo para Taipei y Pekín sino para el mundo.
Fuente: EFE