En su visita a México el papa Francisco se encontrará con un panorama adverso para el clérigo. En la última década 40 religiosos han sido asesinados y México se posiciona como el país más peligroso para ser sacerdote en América Latina, según un informe del Episcopado. Las entidades que lideran las agresiones son Guerrero, Veracruz, Distrito Federal, Chihuahua y Michoacán. Las últimas tres serán visitadas por Jorge Mario Bergoglio durante su estancia del 12 al 17 de febrero.
En la lista de agresiones contra los miembros de la Iglesia católica figuran sacerdotes, seminaristas, diáconos, sacristanes y otros religiosos. El registro elaborado por el Centro Católico Multimedial, una instancia especializada en medios y dependiente del Episcopado Mexicano, recaba datos desde 1990. Según el análisis desde entonces y hasta finales de 2015, los homicidios contra los representantes católicos aumentaron un 275%.
En 2015 dos sacerdotes fueron levantados y secuestrados por grupos violentos. En Michoacán, el padre Francisco Javier Gutiérrez, adscrito a la Arquidiócesis de Morelia, fue asesinado de un disparo en la cabeza y su cuerpo fue localizado en un camino solitario. En Puebla el sacerdote Erasto Pliego de Jesús fue secuestrado y asesinado. El cadáver fue encontrado en un sembradío con signos de tortura. Parte de su cuerpo fue incinerado.
México es calificado a nivel mundial como “un país de especial observación”. Además, es comparado con naciones como la India, Pakistán Turquía y Egipto, que sufren problemas de intolerancia y constantes violaciones sistemáticas a los derechos humanos, según fuentes de Libertad Religiosa Internacional. “Tras loshechos violentos ocurridos durante la última década en Latinoamérica, uno de los países más nítidos de violación a derechos humanos, intolerancia religiosa y homicidios contra religiosos, es el de México”, establece el informe.
Durante el sexenio del expresidente Felipe Calderón (2006-2012) se dispararon los atentados contra sacerdotes. En ese periodo 17 padres, 3 religiosos, 4 laicos y sacristanes y un periodista católico fueron asesinados. “El Gobierno de Felipe Calderón al término de su mandato fue considerado como el más desastroso para la protección de los derechos humanos de sacerdotes y religiosos católicos”, expone el informe. Sin embargo, la actual administración de Enrique Peña Nieto ya se perfila para desbancar el saldo rojo marcado por su antecesor. En los tres años de Peña Nieto 11 sacerdotes han sido asesinados y dos están desaparecidos. Además un seminarista y un sacristán también fallecieron a manos del crimen.
Además los altos niveles de violencia permanecen alrededor de los centros de culto. De 2005 a finales del año pasado, 3.220 templos, entre ellos, la Catedral Metropolitana, habían sido profanados. Los daños causados, tan solo por irrupción y vandalismo contra imágenes sagradas, mobiliario y objetos religiosos, se estima en 10 millones de pesos (unos 555.500 dólares). La Iglesia católica vive una ola desenfrenada de violencia sectaria. La intolerancia religiosa ha ganado terreno en 18 Estados del país. El problema es que las agresiones se sancionan poco por parte de las autoridades.La violencia contra el clérigo también se da en las carreteras. Se tienen reportes de religiosos que han sido víctimas de extorsión, robos o ataques a balazos a sus coches cuando se dirigían a cumplir funciones pastorales. En autopistas de la zona fronteriza de Chihuahua, en los municipios de tierra caliente en Michoacán, en la capital sinaloense de Culiacán y en zonas de Veracruz, los sacerdotes y obispos han sido interceptados por grupos delincuenciales. Los bandoleros los han amenazado y despojado de sus pertenencias. “Los eventos fueron perpetrados bajo un clima de terror y chantaje, con intimidación y violencia”.
Los sacerdotes viven la violencia como en tiempos de guerra. En diversos Estados que viven en una constante línea de fuego los presbíteros pasan por un sentimiento de soledad, impotencia e incertidumbre. Los perfiles de los atacantes ha cambiado en los últimos 25 años: pasaron de ser delincuentes a los que les interesaba un simple robo a miembros del crimen organizado que promueven la agresión física hasta llegar a la tortura y los asesinatos.
Los atropellos y atentados contra eclesiásticos que buscan “sembrar miedo y terror” no son nuevos. Durante 2014 el Centro Católico registró 1.520 casos de intentos de extorsión. Los religiosos que residen en zonas como Morelos, Guerrero, Oaxaca y Chihuahua fueron intimidados a través de llamadas telefónicas y advertencias verbales. Las amenazas de muerte contra el clérigo también han ido en aumento. En el último lustro se incrementaron en un 113%. En la región del sureste mexicano la vida de un sacerdote ha sido tasada a un precio de 300.000 pesos (unos 16.000 dólares). EP