El Príncipe de Asturias, don Felipe de Borbón, fue sorprendido cuando salía de los actos fúnebres de Íñigo de Arteaga del Alcázar que se celebraron en la iglesia madrileña de San Francisco de Borja.
El heredero se cruzó a su salida del templo con una mujer que pedía lismosnas. La mendiga le extendió su mano al Príncipe en la espera de una maneda y éste le respondió con un apretón. La mujer se mostró corresspondida con el gesto de Don Felipe, quien continuó su camino sin otorgarle lo que pedía.
Con información de El Mundo.es