EFE)- La primera dama, Michelle Obama, y el vicepresidente Joe Biden están liderando los esfuerzos de la Casa Blanca para apoyar a los candidatos demócratas al Senado ante el bajo perfil que está manteniendo el presidente Barack Obama.
A menos de dos semanas para las elecciones del 4 de noviembre, Obama no ha hecho campaña en público por ningún candidato demócrata al Senado, pero sí llevan semanas dando la cara tanto la primera dama como Biden, ambos más populares que el presidente.
Según todos los pronósticos, el control de la Cámara de Representantes seguirá tras esos comicios en manos de los republicanos, que además solo necesitan seis escaños más de los que ahora tienen para arrebatar a los demócratas la mayoría en el Senado.
Los demócratas ya casi dan por perdidos sus escaños en Montana, Dakota del Sur y Virginia Occidental, así que la lucha está centrada en estados como Carolina del Norte, Iowa, Colorado, Luisiana y Arkansas, donde tres victorias republicanas facilitarían un Senado de mayoría conservadora.
Michelle Obama ya visitó Iowa a comienzos de mes y ayer volvió a ese estado para hacer campaña por el legislador demócrata Bruce Braley, quien compite con el republicano Joni Ernst por un asiento en el Senado.
La primera dama fue criticada tras su aparición en Iowa, a principios de octubre, por pronunciar mal el nombre del candidato varias veces.
Ayer quiso enmendar el error, riéndose de sí misma, en un mitin en compañía de Braley: “A Barack le llamo Bo”, dijo al contar que confunde el nombre de su marido con el de uno de los dos perros que tienen como mascotas en la Casa Blanca.
“Aunque me pueda haber confundido sobre el nombre de Bruce un par de veces, de lo queestoy segura es de que conozco sus valores. Y eso es lo que realmente importa en estas elecciones”, defendió Michelle Obama durante el mitin.
Este jueves, la esposa del presidente viajará a Colorado para encabezar dos mítines, en Denver y Fort Collins, de respaldo al senador demócrata Mark Udall, quien busca mantener su escaño en noviembre.
El rival de Udall, el legislador republicano Cory Gardner, ha recaudado más dinero que él hasta la fecha y los últimos sondeos le dan una ligera ventaja.
Por ello, hoy en Chicago uno de los exasesores de Obama, David Axelrod, será el anfitrión de una cena de recaudación de fondos en beneficio de los demócratas de Colorado y de Udall, a la que prevé asistir el vicepresidente.
Y la semana que viene, Biden estará en Iowa haciendo campaña por Braley.
Los índices de popularidad tanto de Biden como de la primera dama están por encima de los de Obama, cuya aprobación apenas llega al 40 % tras crisis como el escándalo del Servicio Secreto y la llegada del ébola al país, y las críticas por la tardanza en reaccionar contra la amenaza del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Varios periodistas que estaban presentes en un acto en el que participó Obama el pasado domingo para apoyar al candidato demócrata a gobernador de Maryland, Anthony Brown, subrayaron que muchos de los asistentes se marcharon cuando el presidente apenas llevaba hablando diez minutos.
Para algunos medios y analistas, ese hecho es la mejor prueba de la impopularidad de Obama incluso entre sus propios votantes.
El portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, eludió hoy decir si, en este contexto de baja popularidad del presidente, Biden se ha convertido en “un activo importante” para las campañas de los candidatos demócratas, como le preguntó un periodista en su rueda de prensa diaria.
Según Earnest, el vicepresidente es “un eficaz defensor” de los valores demócratas y siempre está “preparado para luchar por las familias de clase media”, así que “esas credenciales pueden ser de ayuda” para las aspiraciones de muchos candidatos.