Luego de una campaña relámpago, intensa y agresiva, el próximo domingo celebraremos un nuevo proceso electoral. Mientras tanto encuestas van y encuestas vienen, y como es costumbre cada quien lee, escucha y se va formando una idea de qué puede ocurrir.
Hay quienes le asignan credibilidad a aquellas cifras que se ajustan a su propia percepción, y desechan las que no. Otros tratan de recordar quién la ha “pegado” en otras oportunidades, para ver qué dice ahora, porque si la “pegó” una vez, puede que lo haga de nuevo –lo que sugiere que estamos en un terreno de adivinanzas o de brujos-.
Cuando estas cifras salen a la luz pública el lector las interpreta, o bien como una “predicción” de lo que ocurrirá el día de las elecciones, o como lo que ocurriría si la elección fuese ese día. En esto hay un error común. Los estudios NO predicen, predice quien los interpreta para decir qué ocurriría si la elección se realizara en un momento determinado. Incluso, si el mismo técnico que realiza la investigación se pronuncia sobre posibles resultados, en ese momento él está tomando el rol de analista interpretando los datos y haciendo predicciones. Cualquier persona puede tomar las cifras que tenga a la mano y tratar de analizarlas. Sin embargo, ésta es una labor delicada y trataré de puntualizar algunas cosas que deben ser tomadas en cuenta.
Primero que todo, tenga en consideración que estos estudios arrojan mucha información, y en la mayoría de los casos, las cifras que salen a la luz pública han sido “reveladas” a los medios por alguna fuente, que de manera selectiva, ha dado a conocer lo que “quiere” que se conozca y oculta lo que no.
Lo segundo es cuidarse de no caer en el caso común de concentrarse en la cifra cruda “intención de voto”, es decir, el resultado de la pregunta “por quién votaría…”. Si bien esta cifra por si sola dice algo, la misma debe ser sometida a ciertos análisis a la luz de otras variables medidas en el estudio y así realizar los ajustes pertinentes. Luego de estos análisis, las cifras pueden cambiar. La mala noticia es que es poco probable que usted tenga acceso a todo el estudio.
Otro aspecto que no debe perder de vista, es que estos estudios de opinión electoral son sólo una fotografía del momento en el que fueron hechos. Ellos son utilizados por entes económicos para analizar escenarios posibles y tomar sus decisiones. También son empleados por comandos de campaña para establecer estrategias que modifiquen esa fotografía a su favor. Pero en ningún caso estos estudios están diciendo qué va a ocurrir exactamente, incluso si las elecciones fuesen realizadas ese mismo día. ¿Por qué? Por varios factores, por ejemplo, estas investigaciones se basan en muestras aleatorias de la población y están diseñadas para arrojar estimaciones con cierta precisión. Es decir, si la precisión es 2%, una estimación del 48% indica que el verdadero valor podría esta entre 46% y 50%.
Otro factor es que estos estudios no miden lo que van a hacer las personas, sino cuáles son sus intenciones, y aquí llegamos a un elemento inherente a la naturaleza del campo al que pertenecen estas investigaciones: las Ciencias Sociales. En un Foro al que asistí el año pasado presenté algunos escenarios para las elecciones del 7-O y explicaba la importancia de manejarlos, ya que es algo propio de las Ciencias Sociales. Otro ponente argumentó que no tenía sentido hablar de escenario porque “si bien son Ciencias Sociales, aun son Ciencias” y que por lo tanto estos estudios debían indicar con exactitud lo que ocurriría. ?Mayor desconocimiento de lo que son las Ciencias Sociales! En el campo de las ciencias puras se pueden hacer afirmaciones determinísticas, es decir, si se repite un experimento bajo las mismas condiciones, el resultado se puede predecir con exactitud. En las Ciencias Sociales no, ya que trabajamos con personas y no con objetos. El ser humano es complejo y puede cambiar sus opiniones y decisiones por factores tan diversos como podamos imaginar. ¿Por quién votará? ¿Realmente irá a votar? Alguien puede pensar algo hoy y en unos días cambiar de opinión. De hecho, si esto no fuese así, no tendría sentido hacer campañas electorales.
Cuando comento estas cosas, el reclamo más común es “entonces, ¿por qué ustedes que manejan toda la información y saben como analizarla, no lo hacen público?”. No es tan sencillo. Las personas tienden a hacer este reclamo sobre la base de que esos estudios son “públicos”. Esto no es así. Los estudios se realizan para clientes y son ellos quienes tienen derecho a toda la información.
En esto hay un punto que es imposible de evadir y que ocupa la mayor atención de las personas. ¿Manipulan las empresas sus estudios? Este juego de “manipular” a través de cifras existe y no es nuevo. Pero en esto no participan las empresas estadísticas serias, aunque en ocasiones se utilice el nombre de ellas con ese fin. ¿Qué empresa es seria y cuál no lo es? Sólo mencionaré un aspecto que puede orientar en este sentido: averigüe qué empresas tienen clientes de larga data. Es así, puede que no conozca a un odontólogo e incluso que algunas personas que jamás han sido sus pacientes no hablen bien de él, pero si usted se acerca a sus pacientes y sabe que estos tienen años atendiéndose con ese médico, pues a menos de que estemos hablando de un grupo de masoquistas, esto debe ser un indicador de que ese odontólogo hace un buen trabajo.
El próximo lunes llegará y los ataques sobre las empresas de investigación electoral seguirán. Esto es inevitable; es común escuchar decir a quienes juzgan a estas empresas que ellas se equivocaron, basando sus argumentos sobre el terreno del saber mágico. Lo que quisiera dejar claro es lo siguiente: no le pare mucho a las encuestas, ya que usted no maneja todos los elementos necesarios para realizar un análisis adecuado de las mismas. Diviértase, entreténgase observando a quienes se pelean por ellas, y el próximo domingo 14 de abril, haga lo único que realmente vale la pena y es productivo: VOTE y contribuya a que todas las empresas de opinión “se pelen”.