Los conductores y los responsables de cobrar el billete del autobús interrumpen sus actividades en las dos mayores ciudades brasileñas, Río de Janeiro y São Paulo. La Policía Civil deja de trabajar durante 24 horas en 13 de las 27 Estados del país. Los agentes de la Policía Federal y de la Policía Rodoviária (de carreteras) promueven una marcha en Brasilia, la capital, para reivindicar una nueva política de seguridad pública. Los trabajadores de 30 museos públicos dejan de atender a los visitantes en varias ciudades. Los profesores de la redes municipales de educación llevan casi 30 días sin dar clases en capital paulista. La ola de huelgas que agita Brasil desde abril se intensifica en vísperas del Mundial.
La cita deportiva arranca el próximo 12 de junio, pero hay cada vez más profesionales, de varios ámbitos, que amenazan con paralizar sus actividades. Esta semana han sido los conductores de autobuses y policías; es decir, los responsables del transporte y la seguridad del país, que serán claves durante la Copa del Mundo. El Gobierno teme que las paralizaciones, sumadas a los potenciales actos futuros en contra al Mundial, se conviertan en un tsunami que debilite no solo la gestión de Dilma Rousseff (PT), sino también la marca Brasil.
En el caso de los policías, los investigadores y agentes reclaman reajustes salariales y mejoras en la “política de seguridad”. La huelga de los policías militares comenzó la pasada semana en Bahia y Pernambuco (Estados de la región noreste) donde los agentes, que trabajan en la seguridad preventiva, interrumpieron su trabajo por algunos días. En ambos casos y frente al recrudecimiento de la violencia, los gobiernos actuaron para evitar que sus ciudadanos y el turismo fueran afectados. Salvador y Recife, las capitales de los dos Estados, albergarán partidos del Mundial.La semana pasada, un grupo de trabajadores de Río impidió la circulación de varios autobuses. Estaban en contra del nuevo sueldo acordado entre los sindicatos y el Ayuntamiento. El movimiento carioca contaminó a sus homólogos paulistanos pillando de sorpresa a los ciudadanos el pasado martes. Ayer, São Paulo llevaba casi 48 horas con varias líneas de autobuses fuera de circulación. El Consistorio calcula que la paralización afecta a 1,5 millones de viajeros al día. De momento, los dueños de los microbuses privados han sido los únicos en beneficiarse de la paralización: han explotado el servicio de forma irregular, cobrando seis reales (dos euros) por el transporte, el doble de la tarifa oficial.
Esta semana, otros cuerpos policiales paralizaron también su actividad. La suspensión de los trabajos de los agentes civiles ayer en 13 Estados, por ejemplo, bloqueó las investigaciones y dificultó la liberación de cuerpos de víctimas de homicidios. A la Policía Federal y a la encargada de controlar las carreteras se les impidió, por su parte, convocar una huelga por un fallo judicial, aunque solo por 24 horas. Decidieron entonces llevar a cabo ayer una marcha en la capital federal.
“El Gobierno lleva cinco años sin hacernos caso. Muchos pueden pensar que estamos aprovechando este momento del Mundial para llamar la atención, pero no es nuestra intención. No queremos perjudicar al Gobierno, solo queremos que nuestras reclamaciones sean atendidas”, aseguró el presidente de la Federación Nacional de los Policías Federales, Jones Leal.
Hay también otros sectores que amenazan con convocar una huelga. En São Paulo, empleados del metro aseguran que van a parar los trenes, que transportan a cuatro millones de personas cada día, la próxima semana. Además, cerca de dos millones de funcionarios federales bajaran suspender sus tareas a partir del 10 de junio.Sérgio Ronaldo da Silva, presidente de la Confederación Nacional de los Servidores Públicos Federales, tiene un discurso parecido: asegura que las huelgas a pocas semanas del Mundial son solo una coincidencia. “Si el Gobierno nos hubiera atendido antes, no tendríamos este problema ahora. El Gobierno es el responsable de esta situación al suspender las negociaciones de reajuste o de planes de carrera en el período de la Copa. Parece que no somos los únicos que vamos a parar”, declaró Da Silva.
Hay también un grupo de trabajadores de empresas privadas que promete paralizar sus actividades durante el Mundial. Parte de ellos está vinculada directamente a la Força Sindical, la central de trabajadores que ya declaró su apoyo a uno de los precandidatos a la presidencia en las próximas elecciones, el opositor Aécio Neves (PSDB). Estos huelguistas suman cerca de 1,9 millón de empleados de los sectores de alimentación, hostelería, textil, metalurgia, transporte y de las industrias gráfica y química. El próximo 6 de junio la Força Sindical ha convocado una protesta en São Paulo y, posiblemente, en otras ciudades. El motivo de esa manifestación deja claro cómo la entidad viene actuando en la discusión en defensa de sus afiliados: la protesta girará en torno a la celebración del Mundial.
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