La supervivencia de los bebés prematuros ha mejorado en las últimas décadas gracias a los avances en los cuidados obstétricos y neonatales. En la actualidad, cerca de 400.000 niños nacen cada año en Europa antes de la semana 32 de embarazo, y 2,6 millones en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, nacer antes de la semana 37 de gestación implica un aumento de las alteraciones a largo plazo en el desarrollo neurológico, con un mayor riesgo de sufrir parálisis cerebral, anomalías visuales o auditivas y trastornos del aprendizaje, además de diversas patologías crónicas en la vida adulta.
Los bebés prematuros, respecto a los nacidos a término, tienen una maduración incompleta del cerebro, especialmente de la sustancia blanca, responsable de transmitir la información en el sistema nervioso. Estas anomalías se conoce como encefalopatía del prematuro, y se caracteriza por lesiones y pérdida de sustancia banca y alteraciones en el desarrollo de la corteza cerebral.
Un trabajo publicado en el último número de JAMA asegura que un tratamiento utilizado rutinariamente para combatir la anemia en los prematuros, parece tener también un efecto neuroprotector y disminuye significativamente el daño cerebral en los bebés.
La hormona del dopaje
El fármaco en cuestión no es otro que la eritropoyetina sintética, o EPO. Esta hormona que estimula la producción de los glóbulos rojos de la sangre y trae de cabeza a los ciclistas y otros atletas por su influencia en el rendimiento deportivo (dopaje), cuando se administra a dosis altasinmediatamente después del parto reduce el número de lesiones en la materia blanca y gris del cerebro.
La EPO tiene receptores en el sistema nervioso central y ha demostrado previamente un efecto neuroprotector en los modelos animales. Un estudio reciente ha resaltado que se asocia a mejoras en las habilidades cognitivas de los bebés pretérmino de 18 a 22 meses.
Puesto que un ensayo ha demostrado que administrada cada 24 horas en altas dosis en los primeros tres días de vida es bien tolerada y no tiene efectos secundarios, investigadores del Hospital Universitario de Ginebra se propusieron comprobar el efecto de la hormona en el cerebro de los bebés prematuros.
Para ello realizaron un estudio en el que 495 bebés (nacidos entre las semanas 26 a 32 de gestación) fueron asignados al azar para recibir eritropoyetina humana recombinante (256) o placebo (239) por vía intravenosa antes de 3 horas del nacimiento, de 12 a 18 horas, y de 36 a 42 horas después del nacimiento.
Pruebas de imagen
En un subgrupo no aleatorizado de 165 de los 495 lactantes, la mitad de los cuales habían recibido las tres dosis de EPO en los dos días siguientes al nacimiento, evaluaron las anomalías cerebrales mediante resonancia magnética (MRI).
Los investigadores encontraron que, en comparación con los controles no tratados, un número menor de los lactantes a los que se les administró eritropoyetina tenían alteraciones en la materia blanca (22 por ciento frente al 36 por ciento); intensidad de la señal en la sustancia blanca (3% vs 11%); pérdida de sustancia blanca periventricular (18% vs 33%); y menos lesiones en la materia gris (7% vs 19%).
"Hemos encontrado que los cerebros de los niños que habían recibido el tratamiento tenían mucho menos daño que los del grupo control, que recibieron un placebo", explica uno de los investigadores: "Esta es la primera vez que se ha demostrado el efecto beneficioso de la EPO en los cerebros de los prematuros".
Un paso importante
A pesar de lo alentador de las estadísticas, los autores destacan que estos resultados requieren una evaluación en un ensayo independiente, así como una investigación de la asociación de la EPO con los resultados observados sobre el neurodesarrollo de los prematuros.
La investigación forma parte de un amplio estudio suizo realizado en cooperación con la Universidad de Zurich, que incluye a 495 niños nacidos en Suiza entre 2005 y 2012. Parte de este trabajo se centrará en eldesarrollo neurocognitivo de los pequeños participantes, que serán sometidos a diversas pruebas de desarrollo a los dos y cinco años.
Como explica la profesora Petra Hüppi, que lidera el proyecto: "las pruebas de desarrollo de vanguardia como las que se realizan en nuestras unidades pediátricas deberían confirmar el efecto que el tratamiento con EPO tiene sobre las discapacidades del desarrollo neurológicoque los bebés muy prematuros a menudo muestran durante su infancia". "Si esto fuera así, habríamos dado un paso importante en la prevención de daño cerebral y sus consecuencias a largo plazo en los bebés prematuros."ABC