Si Dilma Rousseff gana las elecciones de este año, tendrá que promover no solo los cambios esperados por un 80% de los electores sino también atender a las expectativas del mercado financiero, que este lunes mandó un duro mensaje para la presidenta. La Bolsa de Valores tuvo una caída abrupta a lo largo del día, cerrando con una caída de casi 5% en relación al viernes, destacando las acciones de Petrobras, que cayeron 11%. A la vez, el dólar subió a niveles de diciembre de 2008, con un alza del
1,53%, cerrando a 2,4510 reales.
El comportamiento de caballo desbocado de este lunes recordó el periodo preelectoral de 2002, cuando el expresidente Lula da Silva lideraba las encuestas y la bolsa oscilaba de modo descontrolado, igual que el cambio, que llegó a cuatro reales cuando su nombre fue confirmado en las urnas.
¿Y si la encuesta de Datafolha del viernes a la noche hubiera apuntado hacia Marina Silva, en vez al liderazgo consolidado de Rousseff? “En ese caso el mercado financiero habría mantenido la recuperación que comenzó el viernes”, dice Clodoir Vieira, de la correduría Souza Barros.Aunque algunos indicadores fundamentales son mejores que hace 12 años, el escenario para un segundo mandato de Dilma Rousseff es mucho más difícil que en aquella elección, cree la economista Zeina Latif. “En ese año había el miedo de lo que estaba por venir. Ahora, la historia es otra, pues la credibilidad del Gobierno está muy sacudida, diciendo inclusive que todo está muy bien”, dice Latif. “Pues si está todo bien, es cómo si creyeran que no hay ajustes por hacer”, completa.
Un rumor en realidad llevó al alza las acciones la semana pasada. Los inversores se guiaron por especulaciones sobre la encuesta que sería divulgada el viernes, mostrando a Marina al frente. Y también por el rumor de que un asunto devastador para el Gobierno sería publicado en una revista semanal al final de la semana, algo que no fue confirmado. De jueves a viernes el mercado subió 2,53%, la mayor alza desde finales de agosto. Petrobras, por ejemplo, subió 5% aquel día.
Al encarar la realidad, los inversores se deshicieron de las acciones. La idea de un Gobierno del PT por cuatro años más preocupa a inversores y agentes financieros, porque creen que el Estado va a continuar interferiendo en la economía.
“Marina Silva, por otro lado, presentó al economista Eduardo Gianetti da Fonseca como un posible interlocutor económico en su Gobierno, alguien muy respetado en el mercado”, afirma Vieira. Es cierto, en cualquier caso, que la luna de miel con Silva tampoco es la misma que al inicio de la carrera electoral. Las idas y venidas de la candidata del PSB en su programa de Gobierno acabaron generando desconfianza. Y en ese sentido, los inversores, que actúan en manada, son crueles. “El mercado es maniqueísta. Para él, Rousseff es mala. No hay un análisis político sobre ese concepto. No le gusta la presidenta y es correspondido”, afirma Luis Eduardo Assis, exdirector del Banco Central.
De una manera o de otra, esta relación que vive un momento de incompatibilidad de caracteres, debe obligar a la creación de un modelo “Dilma 2.0”, evalúa Assis, más amigable con los agentes financieros. “Ella tendrá que pensar en la estabilidad institucional, y no podrá errar, como lo viene haciendo hasta ahora. Y eso por puro pragmatismo político”, explica.
En otras palabras, hacer las paces con los agentes financieros es fundamental para que ella pueda gobernar bien en los próximos cuatro años, para no generar problemas para Brasil, así como para el propio PT, cree Assis. “Más desgastes harían inviables más triunfos del PT en 2016 [elecciones municipales] y 2018”, concluye el economista.
Y errar en un eventual según mandato significaría acabar, inclusive, con la vuelta de Lula, su mentor, en las próximas elecciones presidenciales. El expresidente ya expresó que está dispuesto a retomar el puesto dejado para su exministra en 2010. Zeina Latif considera que hoy, a pesar de que el país cuenta con reservas internacionales más robustas que en el pasado, el empeoramiento de los indicadores fiscales ha sido muy rápido. “La mala conducta fiscal es clara, así como los datos de actividad son frágiles y de inflación. Y aún corremos el riesgo de perder el estatus de grado de inversión en las agencias de riesgo”, pondera Latif.
Para ella, la campaña electoral de Dilma Rousseff también debe cobrarse su precio, principalmente en lo que concierne al uso del Banco Central como munición para atacar Marina Silva. La candidata del PSB defendió la autonomía del BC, y Rousseff cuestionó a su rival con propaganda en la televisión que llevaban al elector a creer que un BC independiente significaría un riesgo para el empleo de los brasileños, pues sería un “cuarto poder” para elevar las tasas de interés a su antojo en nombre del control de la inflación. “Se hace un lío enorme, pues enflaquece institucionalmente el BC”, completa la economista.
Ese capítulo le dio un tono un poco popular entre especialistas, una vez que la independencia del BC ya es un hecho, cree Assis, que se ha unido a la institución. “El BC brasileño es más independiente de lo que la gente piensa. No hay reunión del Comité de Política Monetaria (Copom), que tenga el ministro de Hacienda. Ni hay nadie allí que haya llegado por indicación de algún partido”, dice Assis.
El tema, sin embargo, se convirtió en un símbolo para la candidata Rousseff, que acabó aumentando la antipatía de los agentes financieros hacia su nombre. Por eso, si sale ganadora, Rousseff tendrá un trabajo extra para restaurar la confianza en el ámbito financiero. Además de tener que escoger a dedo un nombre para sustituir el actual ministro de Hacienda, Guido Mantega, y tal vez tenga que nombrar a otro titular para el Banco Central. Y tendrá que enumerar una serie de medidas concretas para relanzar la economía sin lastimar el control de las cuentas públicas.
Fue así como Lula ganó el corazón del mercado. Cuando asumió, los empresarios tardaron en sacar sus proyectos del cajón, temiendo medidas drásticas en el modelo económico. Tenían el trauma del Gobierno de Fernando Collor (1990-1993), que confiscó el ahorro de los brasileños al inicio de su Gobierno.
Para calmar los ánimos, Lula nombró a Henrique Meirelles para ser su hombre en el BC, un ejecutivo respetado en el mundo entero. Y Antonio Palocci, para Hacienda. Meirelles y Palocci trajeron la calma que los mercados buscaban frente a un desconocido candidato que asumió la presidencia con un discurso enfocado en el social. Ahora, Rousseff se ve ante un desafío curioso. Todos conocen su manera de pensar, y por eso, la cautela con su eventual ascenso se ha redoblado
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