EFE).- El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, lleva ocho días para el olvido con una matanza carcelaria que dejó 26 muertos, un desencuentro público con trabajadores, afectaciones en el país por lluvias asociadas al ciclón “Isaac” y la mayor tragedia petrolera en la historia del país.
La explosión de la refinería de Amuay, que hasta el momento deja un balance de al menos 41 muertos, 6 desaparecidos y más de un centenar de heridos, conmocionó en los últimos días a Venezuela y al mundo, en la que ha resultado ser una de las peores tragedias en la industria petrolera mundial de los últimos 25 años.
Apenas llegado a Caracas procedente del oriente del país, donde había estado encabezando las actividades de asistencia a los vecinos de la localidad de Cumanacoa, donde las lluvias dejadas por “Isaac” habían provocado cuantiosos daños materiales, el teléfono de Chávez sonó para recibir la noticia de la explosión en Amuay.
La refinería, situada en el Centro Refinador Paraguaná (CRP), uno de los mayores del mundo, estaba en llamas y al menos medio millar de viviendas sufrían destrozos y derrumbes.
El presidente viajó el domingo a la ciudad noroccidental de Punto Fijo, donde se encuentra la refinería, para conocer de primera mano lo que estaba ocurriendo allí.
Esta mañana, cuatro días después del inicio del fuego, los bomberos lograban extinguir las llamas en los últimos tanques de Amuay y el presidente salía en cadena nacional obligatoria para celebrar el final de la pesadilla en la refinería.
En su intervención el presidente conectó con Cumanacoa, donde aún continuaban los trabajos para responder a los daños dejados por las lluvias en la localidad, donde hay cerca de 20.000 personas.
Según las autoridades una persona murió y dos desaparecieron, en Caracas, como consecuencia de esas lluvias, que siguen afectando al occidente de Venezuela.
El periplo de Chávez por el oriente del país había comenzado hace diez días, cuando viajó a Ciudad Guayana (sureste) para encabezar varios actos oficiales y tener un encuentro con trabajadores de la industria pesada venezolana.
Tampoco le fue bien allá. El presidente tuvo que escuchar los reclamos de los trabajadores de la industria siderúrgica nacionalizada en 2009, que le trasladaron su malestar, incluso abucheándolo, por llevar más de dos años con la renegociación de su contrato colectivo.
“Recuerden una cosa, no me vuelvan a trancar (obstaculizar) las avenidas, eso no vale, trancar las avenidas”, bromeó el presidente en el inicio del encuentro con los trabajadores de la nacionalizada Siderúrgica del Orinoco (Sidor).
Al presidente no le funcionó el comentario y en cadena nacional obligatoria de radio y televisión los trabajadores le siguieron expresando sus demandas.
“Usted está viendo algunas inquietudes de algunos compañeros ahí que no podemos pasar por debajo de la mesa, la petición (…) con todo el respeto y el cariño, que necesitamos que se discuta nuestro contrato colectivo”, le dijo uno de los sindicalistas de la compañía, aplaudido por los trabajadores.
La cadena obligatoria de radio y televisión concluyó de forma inesperada, cuando Chávez aún tenía el micrófono en la mano, según informó el Gobierno, por un fallo eléctrico en el sistema de sonido.
Ese mismo día, el Gobierno informó de un enfrentamiento entre bandas armadas en una cárcel al sur de Caracas, la de Yare I, donde el propio presidente cumplió condena por el intento de golpe de Estado en 1992.
La ministra venezolana de Servicios Penitenciarios, Iris Varela, confirmó que 26 personas (una de ellas un familiar) murieron tiroteadas, después de un “enfrentamiento entre dos grupos fuertemente armados dentro del penal”.
Varela reconoció lo que el Gobierno venezolano viene diciendo desde hace tiempo: que “las cárceles son una bomba de tiempo”, y que Chávez ha resumido afirmando que la situación penitenciaria es “como un cáncer”.
El presidente venezolano no hizo ningún comentario sobre la crisis de Yare.