AFP-Alimentos y ayuda médica comenzaron finalmente a llegar el sábado hasta los desesperados sobrevivientes del tifón que azotó Filipinas, pero los trabajadores humanitarios advirtieron sobre los desafíos logísticos que plantea acceder a las comunidades devastadas de las más remotas islas.
La furia sin precedentes de la tormenta del 8 de noviembre y la magnitud de la destrucción desbordaron por completo el esfuerzo inicial de los socorristas, dejando a millones de personas en las islas de Leyte y Samar, las más afectadas, sin casa, hambreadas y sin electricidad ni agua.
Ocho días más tarde se ha establecido un conducto de ayuda para canalizar los suministros de emergencia a aquellos que quedaron en la indigencia entre las ruinas de la ciudad de Tacloban, en Leyte, mientras los helicópteros despegaban del portaaviones "USS George Washington" llevando agua y alimentos a las zonas aisladas.
En Giporlos, una pequeña ciudad costera de 12.000 habitantes en el este de Samar, donde el tifón causó sus primeros estragos, un helicóptero realizó los primeros suministros, tras posarse en el patio de juegos de una escuela en ruinas.
"Nos alegramos, si bien esto no es suficiente para nosotros", declaró una habitante, Maria Elvie Depelco. "Aquí no hay más comida ni casas", agregó, señalando los arrasados restos de la ciudad, en la que murieron 12 personas.
Las agencias de las Naciones Unidas dijeron que más de 170.000 personas han recibido raciones de arroz o paquetes de alimentos. La Cruz Roja y la organización Médicos Sin Fronteras indicaron que podrán instalar unidades móviles quirúrgicas en Tacloban antes de que termine el fin de semana.
"Es necesario saturar literalmente de ayuda todos esos lugares. La gente carece de todo. El dinero no sirve de nada", abogó el viernes el portavoz regional de la Cruz Roja, Patrick Fuller.
Lo cual fue confirmado por Beatrice Bisquera, de 91 años, en Tacloban. "Tengo dinero, pero no me puedo comer el dinero. Necesito medicamentos, pero no hay farmacias abiertas. Tengo hambre, pero los víveres que habíamos almacenado se acabaron", dijo.
En medio de este apocalipsis establecer un balance de víctimas sigue siendo difícil.
El último balance suministrado por el gobierno es de 3.633 muertos, 1.179 desaparecidos y 12.500 heridos. La ONU había publicado el viernes la cifra de 4.460 muertos.
Cerca de 13 millones de personas se vieron afectadas por el tifón, entre ellas 1,9 millones que tuvieron que desplazarse y 2,5 millones que necesitan una ayuda alimentaria de urgencia, según un comunicado de la ONU este sábado.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) expresó su inquietud por la suerte de las comunidades aisladas en una veintena de pequeñas islas.
"A causa de la geografía de Filipinas, un archipiélago con numerosas islas, y por el hecho de que muchas de ellas fueron golpeadas por el tifón, se trata en realidad de organizar al menos siete programas de ayuda separados y simultáneos", declaró Julie Hall, representante de la OMS en la región.
Frustrados por la lentitud con que llegaba la ayuda durante los primeros días muchos filipinos que tienen parientes en las zonas afectadas decidieron trasladarse al lugar llevando provisiones.
Algunos tomaron el ferry para llegar a la isla de Ormoc, en Leyte, cargados de arroz, pastas y velas.
"Este era mi pueblo", dice Nick Cantuja, señalando con el dedo un lugar a medida que el ferry se acerca a la costa. "Todo ha desaparecido. Ayer la Cruz Roja pudo llegar aquí, pero no es suficiente", añade.
Numerosos países, ONG y agencias internacionales han prometido importantes ayudas financieras y materiales.
La ONU solo ha logrado recoger por el momento 72 millones de dólares de los 301 millones que ha solicitado.
El Reino Unido, entre otros países, anunció el envío de un buque de la marina y un helicóptero, así como 48 millones de dólares más de ayuda, Japón prometió superar los 30 millones y la Unión Europea entregar 20 millones.
Fuente imagen: www.vanguardia.com
La furia sin precedentes de la tormenta del 8 de noviembre y la magnitud de la destrucción desbordaron por completo el esfuerzo inicial de los socorristas, dejando a millones de personas en las islas de Leyte y Samar, las más afectadas, sin casa, hambreadas y sin electricidad ni agua.
Ocho días más tarde se ha establecido un conducto de ayuda para canalizar los suministros de emergencia a aquellos que quedaron en la indigencia entre las ruinas de la ciudad de Tacloban, en Leyte, mientras los helicópteros despegaban del portaaviones "USS George Washington" llevando agua y alimentos a las zonas aisladas.
En Giporlos, una pequeña ciudad costera de 12.000 habitantes en el este de Samar, donde el tifón causó sus primeros estragos, un helicóptero realizó los primeros suministros, tras posarse en el patio de juegos de una escuela en ruinas.
"Nos alegramos, si bien esto no es suficiente para nosotros", declaró una habitante, Maria Elvie Depelco. "Aquí no hay más comida ni casas", agregó, señalando los arrasados restos de la ciudad, en la que murieron 12 personas.
Las agencias de las Naciones Unidas dijeron que más de 170.000 personas han recibido raciones de arroz o paquetes de alimentos. La Cruz Roja y la organización Médicos Sin Fronteras indicaron que podrán instalar unidades móviles quirúrgicas en Tacloban antes de que termine el fin de semana.
"Es necesario saturar literalmente de ayuda todos esos lugares. La gente carece de todo. El dinero no sirve de nada", abogó el viernes el portavoz regional de la Cruz Roja, Patrick Fuller.
Lo cual fue confirmado por Beatrice Bisquera, de 91 años, en Tacloban. "Tengo dinero, pero no me puedo comer el dinero. Necesito medicamentos, pero no hay farmacias abiertas. Tengo hambre, pero los víveres que habíamos almacenado se acabaron", dijo.
En medio de este apocalipsis establecer un balance de víctimas sigue siendo difícil.
El último balance suministrado por el gobierno es de 3.633 muertos, 1.179 desaparecidos y 12.500 heridos. La ONU había publicado el viernes la cifra de 4.460 muertos.
Cerca de 13 millones de personas se vieron afectadas por el tifón, entre ellas 1,9 millones que tuvieron que desplazarse y 2,5 millones que necesitan una ayuda alimentaria de urgencia, según un comunicado de la ONU este sábado.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) expresó su inquietud por la suerte de las comunidades aisladas en una veintena de pequeñas islas.
"A causa de la geografía de Filipinas, un archipiélago con numerosas islas, y por el hecho de que muchas de ellas fueron golpeadas por el tifón, se trata en realidad de organizar al menos siete programas de ayuda separados y simultáneos", declaró Julie Hall, representante de la OMS en la región.
Frustrados por la lentitud con que llegaba la ayuda durante los primeros días muchos filipinos que tienen parientes en las zonas afectadas decidieron trasladarse al lugar llevando provisiones.
Algunos tomaron el ferry para llegar a la isla de Ormoc, en Leyte, cargados de arroz, pastas y velas.
"Este era mi pueblo", dice Nick Cantuja, señalando con el dedo un lugar a medida que el ferry se acerca a la costa. "Todo ha desaparecido. Ayer la Cruz Roja pudo llegar aquí, pero no es suficiente", añade.
Numerosos países, ONG y agencias internacionales han prometido importantes ayudas financieras y materiales.
La ONU solo ha logrado recoger por el momento 72 millones de dólares de los 301 millones que ha solicitado.
El Reino Unido, entre otros países, anunció el envío de un buque de la marina y un helicóptero, así como 48 millones de dólares más de ayuda, Japón prometió superar los 30 millones y la Unión Europea entregar 20 millones.
Fuente imagen: www.vanguardia.com