DPA) – En un principio se llamaba Mortimer y ni siquiera era un ratón. Hoy en día es una especie de rey del mundo, cuyas grandes orejas se asemejan a una corona. Mickey Mouse pasó de ser una figura inventada al símbolo de una compañía multimillonaria, parte de una cultura. Puede ser odiado o amado, pero este conocido ratón no pasa desapercibido en ningún país del mundo. Y ahora cumple 85 años.
La figura del ratón, de hecho, fue una solución de emergencia. Walt Disney, un exitoso pero desconocido director de dibujos animados, se peleó con su jefe, que se quedó con los derechos de “Oswald, el conejo afortunado”.
Junto al dibujante Ub Iwerks trabajó en el personaje que lo iba a sustituir. Pero, ¿qué iba a ser? ¿Un gato, un perro, una vaca o un caballo? Y fue el ratón Mortimer, que ante el descontento de la mujer de Disney, Lillian, cambió de nombre: Mickey Mouse.
El cortometraje “Steamboat Willie”, estrenado el 18 de noviembre de 1928, marca su nacimiento. En blanco y negro se ve a Mickey silbando plácidamente en un barco hasta que llega su jefe, el capitán Pedro. Pero también aparece otro personaje, con un vestido y zapatos de tacones altos: Minnie.
En el film se ve a ambos ratones hacer cosas que horrorizarían a cualquier amante de los animales: maltratan a gatos, aplastan a patos y arrastran a cerdos de la cola, todo al ritmo de una pegadiza melodía. No hay señales aún del amable ratón que ama a todos.
La cinta fue un gran éxito, también porque fue la primera con sonido. La música se ajustaba perfectamente a la película. “Hay tantas risas en el público que se superponen unas con otras”, escribió la revista “Variety”. Mickey se convirtió en estrella, recibió un pantalón rojo y guantes blancos y filmó una película tras otra.
“El comportamiento humano de los animales no es más que una fábula moderna”, dice el sociólogo Roland Girtler. “Hay mucha sátira y crítica a los comportamientos dominantes”, asegura el profesor, que considera además que la saga pone la mirada sobre los grupos marginales. “El hecho de que un pequeño ratón se convierta en figura principal es un alegato a favor de los débiles”.
En 1942 Mickey se involucró en la guerra y apareció en las películas con carabina y casco. A 9.000 kilómetros tenía un gran fan: Adolf Hitler. “Para Navidad le regalo al ‘Führer’ 12 películas de Mickey Maus y se pone muy contento”, escribe Joseph Goebbels en su diario en 1937.
Después de la guerra los cómics de Mickey Mouse llegaron a varios países de Europa, donde los intelectuales se horrorizaron. Mientras la derecha vio el imperialismo cultural estadounidense detrás de esos cuadernos, la izquierda los consideraba una muestra de la cultura estadounidense imperialista.
“Lamentablemente el ratón se volvió superficial”, dice Uwe Lambach. El ex “presidente” del club D.O.N.A.L.D. cree que el primer Mickey era “anárquico y algunas veces insidioso”. Mickey es un tipo simpático, considera, sin problemas, sin errores. “El ratón se aburguesó”.
Pero Disney ganó miles de millones de dólares con este ratón en todo el mundo. Ya sea en parques de atracciones, en cruceros o en la televisión, Mickey es omnipresente y también, una mina de oro. Desde hace tiempo también forma parte del patrimonio cultural y hasta tiene una estampilla propia.
Y aunque no haya sido más que en forma de protesta, en las últimas elecciones presidenciales recibió incluso unos 2.000 votos.