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miércoles, 3 de febrero de 2016

¿Existe el dopaje tecnológico en el ciclismo?

Un periódico deportivo del nivel de L'Équipe ha publicado algún especial al respecto, explicando cómo funcionaban los sistemas y mostrándonos el trabajo de un ingeniero húngaro que se ha hecho famoso por crear este tipo de motores eléctricos para bicicletas. Su nombre Istvan Varjas, y dice haber vendido sus motres a gente en Mónaco e Italia - más de 100.000 euros -, pero nunca a nadie relacionado con el ciclismo profesional.
Según Istvan, este tipo de motores se usan desde 1998, y han ido evolucionando de forma importante hasta nuestros días. Son completamente silenciosos y no hay rastro de ellos fuera de la bici, pudiendo ir colocado en la barra vertical en la que descansa el sillín, o bien en los bujes de las ruedas.
En alguno de los vídeos que circulan por la red se intenta interpretar que hay un botón que acciona el funcionamiento del motor. Otros hablan de que iría relacionado con el pulsómetro, entrando en acción cuando fuera necesario. Sea como sea debe haber un sistema que los accione, y por lo tanto, otra forma de pillar al infractor.
Algunos de esos motores tienen un diseño cilíndrico - pueden tener las baterías de litio incluidas -, y se meten por el mismo lugar que entra el sillín. La fuerza se transmitiría al eje de pedalier mediante una punta helicoidal. Un ejemplo en el mercado es el de Vivax, que vende un motor de 200 vatios por unos 2.700 euros.
El motor no mide más de 22 centímetros de largo, y tiene un diámetro de 31,6 milímetros. Si nos vamos al peso que añade a la bici, son unos 750 gramos, más las baterías, que añaden un peso diferente según la versión elegida: 900 gramos por 60 minutos de asistencia, o 1,3 kilos por 90 minutos.
XATACA