El presidente de Alemania, Joachim Gauck, conmemoró este jueves en un acto festivo celebrado en Leipzig (este del país) el 25 aniversario de la revolución pacífica que precedió a la caída un mes más tarde del Muro de Berlín.
"Aquí y ahora lo decimos bien alto y una vez más: sin el 9 de octubre no habría habido 9 de noviembre. Antes de la unidad, llegó la libertad", afirmó Gauck en su "Discurso sobre la democracia".
El jefe del Estado germano habló asimismo de "la experiencia de ansiar la libertad y de la satisfacción de haberla conseguido", al homenajear a las más de 70.000 personas que salieron a las calles de Leipzig el 9 de octubre de 1989 bajo el lema de "Nosotros somos el pueblo" para exigir libertad y democracia.
Durante el acto, que contó con la presencia de los jefes de Estado de Polonia, Bronislaw Komorowski; Hungría, János Áder; República Checa, Milosz Zeman; y Eslovaquia, Andrej Kiska; Gauck honró también a aquellos ciudadanos de la República Democrática Alemana (RDA) que optaron por abandonar el país.
"Entonces sentíamos que nos habían dejado en la estacada", reconoció el presidente germano, y precisó que sólo después entendieron que también los que habían decidido irse fueron "de gran importancia para la deslegitimación" de la RDA.
Durante la ceremonia, a la que asistieron el exministro de Exteriores alemán Hans-Dietrich Genscher y el exsecretario norteamericano de Estado Henry Kissinger, Gauck se refirió a las injusticias en la Alemania del Este.
Según el presidente, "la RDA no era un Estado de derecho, existía una arbitrariedad que dominaba el país", no había una justicia independiente y reinaba un clima de impotencia.
"Con frecuencia, sólo el hecho de hablar abiertamente era muy arriesgado", agregó Gauck, miembro fundacional del llamado Nuevo Foro, movimiento nacido con la revolución pacífica que en 1989 precipitó la caída del Muro de Berlín.
El presidente germano, que desde su posición de teólogo y pastor participó como muchos representantes de la iglesia en la Alemania Oriental en la oposición al comunismo, quiso recordar asimismo el "importante papel de las iglesias y de los cristianos en esos momentos".
"La liberación, así lo siento hoy, es todavía más reconfortante que la libertad", afirmó Gauck.
Las manifestaciones del lunes en Leipzig tuvieron su punto de partido en la Iglesia de San Nicolás de esa ciudad.
Su cura entonces, Christian Führer, fue uno de los impulsores de estas manifestaciones pacíficas al abrir cada lunes su iglesia para una oración por la paz, a la que se fueron sumando cada vez más personas.
El 25 de septiembre unas 6.000 personas marcharon de forma pacífica por las calles del centro de la ciudad, la semana siguiente la cifra de participantes ya ascendía a 20.000, y el 9 de octubre fueron más de 70.000 los manifestantes.
"Aquí y ahora lo decimos bien alto y una vez más: sin el 9 de octubre no habría habido 9 de noviembre. Antes de la unidad, llegó la libertad", afirmó Gauck en su "Discurso sobre la democracia".
El jefe del Estado germano habló asimismo de "la experiencia de ansiar la libertad y de la satisfacción de haberla conseguido", al homenajear a las más de 70.000 personas que salieron a las calles de Leipzig el 9 de octubre de 1989 bajo el lema de "Nosotros somos el pueblo" para exigir libertad y democracia.
Durante el acto, que contó con la presencia de los jefes de Estado de Polonia, Bronislaw Komorowski; Hungría, János Áder; República Checa, Milosz Zeman; y Eslovaquia, Andrej Kiska; Gauck honró también a aquellos ciudadanos de la República Democrática Alemana (RDA) que optaron por abandonar el país.
"Entonces sentíamos que nos habían dejado en la estacada", reconoció el presidente germano, y precisó que sólo después entendieron que también los que habían decidido irse fueron "de gran importancia para la deslegitimación" de la RDA.
Durante la ceremonia, a la que asistieron el exministro de Exteriores alemán Hans-Dietrich Genscher y el exsecretario norteamericano de Estado Henry Kissinger, Gauck se refirió a las injusticias en la Alemania del Este.
Según el presidente, "la RDA no era un Estado de derecho, existía una arbitrariedad que dominaba el país", no había una justicia independiente y reinaba un clima de impotencia.
"Con frecuencia, sólo el hecho de hablar abiertamente era muy arriesgado", agregó Gauck, miembro fundacional del llamado Nuevo Foro, movimiento nacido con la revolución pacífica que en 1989 precipitó la caída del Muro de Berlín.
El presidente germano, que desde su posición de teólogo y pastor participó como muchos representantes de la iglesia en la Alemania Oriental en la oposición al comunismo, quiso recordar asimismo el "importante papel de las iglesias y de los cristianos en esos momentos".
"La liberación, así lo siento hoy, es todavía más reconfortante que la libertad", afirmó Gauck.
Las manifestaciones del lunes en Leipzig tuvieron su punto de partido en la Iglesia de San Nicolás de esa ciudad.
Su cura entonces, Christian Führer, fue uno de los impulsores de estas manifestaciones pacíficas al abrir cada lunes su iglesia para una oración por la paz, a la que se fueron sumando cada vez más personas.
El 25 de septiembre unas 6.000 personas marcharon de forma pacífica por las calles del centro de la ciudad, la semana siguiente la cifra de participantes ya ascendía a 20.000, y el 9 de octubre fueron más de 70.000 los manifestantes.
EFE