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jueves, 9 de octubre de 2014

¿Miedo al dentista?

Existe un verdadero pánico generalizado en la población a acudir al dentista. En determinados casos este miedo tiene graves consecuencias para la salud, puesto que se posterga constantemente la visita al odontólogo lo que puede agravar el problema bucal y, casi siempre, dificulta el manejo clínico y lo encarece. Este pavor parece incrustado ya en el ADN de algunas personas, pero casi siempre es exagerado, e incluso infundado, y se basa en una negativa y puntual experiencia personal anterior.
A lo largo del tiempo las razones han podido ser varias para consolidar este miedo al dentista, «algunas son objetivas pero otras no tanto», reconoce Antonio Bujaldón, secretario de la Sociedad Española de Periodoncia (SEPA).
Históricamente los recursos que se han empleado para el cuidado de la salud bucodental han sido agresivos y molestos para el paciente, una tendencia que se ha ido variando sustancialmente en las últimas décadas. «Hace tiempo los métodos que disponían los dentistas para realizar su tarea no eran satisfactorios y provocaban dolor», apunta Bujaldón. «Esto –asegura- ha hecho que una gran parte de los pacientes que tienen pánico al dentista sean personas mayores que pasaron por malas experiencias en sus visitas al dentista».

Miedo heredado

¿Miedo al dentista?
Pero, en mucha ocasiones, no ha sido necesaria una experiencia traumática anterior para asumir un cierto temor al dentista. Es frecuente, según comenta el representante de SEPA, que «los propios padres hayan trasmitido ese miedo a sus hijos; se trata, en definitiva, de un miedo heredado y no objetivo».

Otros análisis más subjetivos de las causas del miedo al dentista explican que habitualmente el ser humano asume la cavidad bucal como una cavidad íntima que es invadida por el dentista, que debe acercarse a una distancia intimidatoria y que genera pudor.
Incluso, otras investigaciones sitúan la base de este sentimiento de aversión al dentista en el hombre de las cavernas. Se señala, por ejemplo, que nuestros antepasados tenían «dentera» cuando en sus cuevas un animal rasgaba sus uñas cerca, provocando el miedo; este ruido se asemeja bastante al que genera también a veces el instrumental dental.

Más tarde: más complejo y más caro

Pero, independiente del factor o factores causantes, la realidad refleja claramente que estas personas con un miedo al dentista suelen demorar la visita a la consulta lo más posible; de hecho, asegura Bujaldón, «terminan acudiendo finalmente, pero con problemas más graves y con la necesidad de realizar tratamientos complejos y más molestos desde el punto de vista clínico pero, a su vez, también más costosos».
En general, opina Antonio Bujaldón, «los pacientes que menos miedo presentan son los niños que acuden con frecuencia para revisar la ortodoncia», quien argumenta que «éstos están acostumbrados a visitas sencillas, no traumáticas y a que su salud esté controlada».
Por ello, y según se recomienda desde SEPA, la mejor manera de evitar el miedo al dentista es la prevención, efectuando visitas periódicas que eviten tener problemas que requieran tratamientos complejos.

Consultas agradables y sin dolor

Desde esta sociedad científica también se insiste en el cambio extraordinario y positivo que ha experimentado toda la tecnología dental. Como informa Antonio Bujaldón, «se ha variado hasta la propia concepción del centro odontológico y, como no, han cambiado enormemente nuestras herramientas de trabajo».
Se ha pasado de tener que realizar los tratamientos casi siempre previa inyección de anestesia (con una jeringa muy parecida a la de hace 150 años) a poder realizar tratamientos sin dolor en infinidad de casos. Y es que la lucha contra el dolor se va ganando con la constante incorporación de nuevos recursos, como el empleo de óxido nitroso o geles anestésicos para tratamientos superficiales; en este sentido, lo más novedoso son las terapias anestésicas basadas en sistemas de administración anestésica computerizada: «permiten anestesiar con precisión, sin o con mínimas molestias, a la vez que su diseño dista mucho de la típica jeringa», apunta el Bujaldón.
El mensaje es claro: el miedo al dentista se evita con visitas frecuentes al odontólogo y con actitudes preventivas que favorezcan la salud bucodental.

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