(AFP) - El líder cubano Fidel Castro declaró este lunes que no confía en Estados Unidos y que él no ha dialogado con Washington, al romper un silencio de más de un mes sobre el histórico acercamiento anunciado por su hermano y sucesor Raúl Castro y el presidente Barack Obama.
“No confío en la política de Estados Unidos ni he intercambiado una palabra con ellos, sin que esto signifique, ni mucho menos, un rechazo a una solución pacífica de los conflictos”, señaló Castro, de 88 años y retirado del poder en 2006, en una carta dirigida a la Federación Estudiantil Universitaria, leída este lunes en la noche en la televisión cubana.
Sin embargo, el padre de la revolución cubana no criticó el acuerdo anunciado por Raúl y Obama el 17 de diciembre de que ambos países normalizarán sus relaciones, un hecho que fue saludado por el mundo entero.
“El Presidente de Cuba ha dado los pasos pertinentes de acuerdo a sus prerrogativasy las facultades que le conceden la Asamblea Nacional y el Partido Comunista de Cuba”, escribió en la carta.
“Defenderemos siempre la cooperación y la amistad con todos los pueblos del mundo y entre ellos los de nuestros adversarios políticos. Es lo que estamos reclamando para todos”, añadió Fidel Castro, quien había sido el gran ausente en el histórico proceso de acercamiento entre ambos países tras una enemistad de medio siglo.
Su silencio había estimulado rumores sobre su salud e incluso su muerte a comienzos de este mes, hasta que el exfutbolista argentino Diego Maradona, quien es amigo suyo y estaba de visita en La Habana, anunció hace dos semanas que había recibido una carta del líder cubano.
El “Comandante en jefe” envió esta vez su misiva a la federación estudiantil, leída en la televisión por su presidente, Randy Perdomo, en la víspera de la “marcha de las antorchas” en la que cada año participan miles de universitarios, que esta ocasión servirá además para marcar el aniversario 70 del ingreso de Fidel Castro como alumno a la Universidad de la Habana, en la que se graduó de abogado en 1950.
En la larga misiva Castro habla de diversos tópicos, desde la Antigua Grecia a la incursión militar cubana en Africa en las décadas de 1970 y 1980, y finaliza con sus comentarios sobre el acercamiento con Estados Unidos.
La carta esta fechada este lunes, cuatro días después de que Cuba y Estados Unidos sostuvieran en La Habana sus primeras conversaciones de alto nivel en 35 años de cara al restablecimiento de relaciones diplomáticas, rotas en 1961, dos años después del triunfo de la revolución, que marcó un giro de Cuba hacia el comunismo.
No comentó rumores sobre su muerte
Fidel Castro no comentó en su carta los rumores sobre su deceso, que circularon por las redes sociales y algunos medios extranjeros, en especial el 9 de enero, luego de que se cumpliera un año desde que él apareciera por última vez en público.
Las autoridades cubanas intentaron calmar los rumores, lo que lograron con la difusión de la carta a Maradona, el 12 de enero, cuyo contenido no ha sido divulgado.
Su ausencia a mediados de diciembre al momento del histórico anuncio del deshielo en las relaciones con Estados Unidos y el retorno de los tres agentes cubanos liberados por Washington, alimentaron los rumores en la isla y en el exterior sobre su estado de salud.
Desde que el padre de la revolución cubana cedió el mando a su hermano Raúl, cinco años menor, tras una operación quirúrgica en julio de 2006, una decena de veces su estado de salud ha sido objeto de rumores sobre un supuesto deterioro, que ganan cada vez más eco debido a la creciente popularidad de las redes sociales.
Fidel hizo su última aparición pública el 8 de enero de 2014, cuando asistió a la inauguración de una galería del artista cubano Alexis Leyva “Kcho”, quien es amigo suyo.
Lea a continuación la carta íntegra de Castro:
Queridos compañeros:Desde el año 2006, por cuestiones de salud incompatibles con el tiempo y el esfuerzo necesario para cumplir un deber —que me impuse a mí mismo cuando ingresé en esta Universidad el 4 de septiembre de 1945, hace 70 años—, renuncié a mis cargos.No era hijo de obrero, ni carente de recursos materiales y sociales para una existencia relativamente cómoda; puedo decir que escapé milagrosamente de la riqueza. Muchos años después, el norteamericano más rico y sin duda muy capaz, con casi 100 mil millones de dólares, declaró ―según publicó una agencia de noticias el pasado jueves 22 de enero—, que el sistema de producción y distribución privilegiada de las riquezas convertiría de generación en generación a los pobres en ricos.Desde los tiempos de la antigua Grecia, durante casi 3 mil años, los griegos, sin ir más lejos, fueron brillantes en casi todas las actividades: física, matemática, filosofía, arquitectura, arte, ciencia, política, astronomía y otras ramas del conocimiento humano. Grecia, sin embargo, era un territorio de esclavos que realizaban los más duros trabajos en campos y ciudades, mientras una oligarquía se dedicaba a escribir y filosofar. La primera utopía fue escrita precisamente por ellos.Observen bien las realidades de este conocido, globalizado y muy mal repartido planeta Tierra, donde se conoce cada recurso vital depositado en virtud de factores históricos: algunos con mucho menos de los que necesitan; otros, con tantos que no hallan que hacer con ellos. En medio ahora de grandes amenazas y peligros de guerras reina el caos en la distribución de los recursos financieros y en el reparto de la producción social. La población del mundo ha crecido, entre los años 1800 y 2015, de mil millones a siete mil millones de habitantes. ¿Podrán resolverse de esta forma el incremento de la población en los próximos 100 años y las necesidades de alimento, salud, agua y vivienda que tendrá la población mundial cualquiera que fuesen los avances de la ciencia?Bien, pero dejando a un lado estos enigmáticos problemas, admira pensar que la Universidad de La Habana, en los días en que yo ingresé a esta querida y prestigiosa institución, hace casi tres cuartos de siglo, era la única que había en Cuba.Por cierto, compañeros estudiantes y profesores, debemos recordar que no se trata de una, sino que contamos hoy con más de cincuenta centros de Educación Superior repartidos en todo el país.Cuando me invitaron ustedes a participar en el lanzamiento de la jornada por el 70 aniversario de mi ingreso a la Universidad, lo que supe sorpresivamente, y en días muy atareados por diversos temas en los que tal vez pueda ser todavía relativamente útil, decidí descansar dedicándole algunas horas al recuerdo de aquellos años.Me abruma descubrir que han pasado 70 años. En realidad, compañeros y compañeras, si matriculara de nuevo a esa edad como algunos me preguntan, le respondería sin vacilar que sería en una carrera científica. Al graduarme, diría como Guayasamín: déjenme una lucecita encendida.En aquellos años, influido ya por Marx, logré comprender más y mejor el extraño y complejo mundo en que a todos nos ha correspondido vivir. Pude prescindir de las ilusiones burguesas, cuyos tentáculos lograron enredar a muchos estudiantes cuando menos experiencia y más ardor poseían. El tema sería largo e interminable.Otro genio de la acción revolucionaria, fundador del Partido Comunista, fue Lenin. Por eso no vacilé un segundo cuando en el juicio del Moncada, donde me permitieron asistir, aunque una sola vez, declaré ante jueces y decenas de altos oficiales batistianos que éramos lectores de Lenin.De Mao Zedong no hablamos porque todavía no había concluido la Revolución Socialista en China, inspirada en idénticos propósitos.Advierto, sin embargo, que las ideas revolucionarias han de estar siempre en guardia a medida que la humanidad multiplique sus conocimientos.La naturaleza nos enseña que pueden haber transcurrido decenas de miles de millones de años luz y la vida en cualquiera de sus manifestaciones está siempre sujeta a las más increíbles combinaciones de materia y radiaciones.El saludo personal de los Presidentes de Cuba y Estados Unidos se produjo en el funeral de Nelson Mandela, insigne y ejemplar combatiente contra el Apartheid, quien tenía amistad con Obama.Baste señalar que ya en esa fecha, habían trascurrido varios años desde que las tropas cubanas derrotaran de forma aplastante al ejército racista de Sudáfrica, dirigido por una burguesía rica y con enormes recursos económicos. Es la historia de una contienda que está por escribirse. Sudáfrica, el gobierno con más recursos financieros de ese continente, poseía armas nucleares suministradas por el Estado racista de Israel, en virtud de un acuerdo entre este y el presidente Ronald Reagan, quien lo autorizó a entregar los dispositivos para el uso de tales armas con las cuales golpear a las fuerzas cubanas y angolanas que defendían a la República Popular de Angola contra la ocupación de ese país por los racistas. De ese modo se excluía toda negociación de paz mientras Angola era atacada por las fuerzas del Apartheid con el ejército más entrenado y equipado del continente africano.En tal situación no había posibilidad alguna de una solución pacífica. Los incesantes esfuerzos por liquidar a la República Popular de Angola para desangrarla sistemáticamente con el poder de aquel bien entrenado y equipado ejército, fue lo que determinó la decisión cubana de asestar un golpe contundente contra los racistas en Cuito Cuanavale, antigua base de la OTAN, que Sudáfrica trataba de ocupar a toda costa.Aquel prepotente país fue obligado a negociar un acuerdo de paz que puso fin a la ocupación militar de Angola y el fin del Apartheid en África.El continente africano quedó libre de armas nucleares. Cuba tuvo que enfrentar, por segunda vez, el riesgo de un ataque nuclear.Las tropas internacionalistas cubanas se retiraron con honor de África. Sobrevino entonces el Periodo Especial en tiempo de paz, que ha durado ya más de 20 años sin levantar bandera blanca, algo que no hicimos ni haremos jamás.Muchos amigos de Cuba conocen la ejemplar conducta de nuestro pueblo, y a ellos les explico mi posición esencial en breves palabras.No confío en la política de Estados Unidos ni he intercambiado una palabra con ellos, sin que esto signifique, ni mucho menos, un rechazo a una solución pacífica de los conflictos o peligros de guerra. Defender la paz es un deber de todos. Cualquier solución pacífica y negociada a los problemas entre Estados Unidos y los pueblos o cualquier pueblo de América Latina, que no implique la fuerza o el empleo de la fuerza, deberá ser tratada de acuerdo a los principios y normas internacionales. Defenderemos siempre la cooperación y la amistad con todos los pueblos del mundo y entre ellos los de nuestros adversarios políticos. Es lo que estamos reclamando para todos.El Presidente de Cuba ha dado los pasos pertinentes de acuerdo a sus prerrogativas y las facultades que le conceden la Asamblea Nacional y el Partido Comunista de Cuba.Los graves peligros que amenazan hoy a la humanidad tendrían que ceder paso a normas que fuesen compatibles con la dignidad humana. De tales derechos no está excluido ningún país.