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jueves, 10 de septiembre de 2015

Poner a salvo a sus hijos, el principal deseo de los sirios que huyen

Hand, una siria de 40 años, espera con su familia en el centro de Atenas el autobús que los llevará a Macedonia. Han tenido que dejarlo todo, huir de las autoridades y someterse a la suerte del mar.
ninosDispuesta a luchar, incluso contra su cansancio, Hand, como muchas sirias que se ven obligadas a huir de su país, solo tiene un objetivo: poner a sus dos hijos a salvo y comenzar una nueva vida en Alemania, donde vive un hermano desde hace tres años.
Es profesora de inglés y hace este tortuoso viaje junto a su hermano, su cuñada y sus dos sobrinos. Su marido se ha quedado atrás, porque está enfermo del corazón.
Ella y su familia se suman a los más de 380.000 refugiados y migrantes, que según la Agencia para los Refugiados de la ONU (ACNUR), han entrado en lo que va de año en Europa, en busca de seguridad y protección, 230.000 de ellos a través de Grecia.
“Son sobre todo hombres jóvenes que llegan en muy buenas condiciones físicas, pero cada vez hay más familias con niños, embarazadas y bebés”, relata a Efe Oscar Velasco, delegado de comunicación de la Cruz Roja Internacional, quien ha pasado varios días en la isla de Kos, una de las más afectadas por la llegada masiva de refugiados.
“Las bombas estallan a diario”, cuenta Hand apretando los ojos. “Nosotros -continúa- cerrábamos las ventanas y las puertas, y nos quedábamos quietos hasta que cesara el ataque. Vivíamos aterrorizados”.
Ese recuerdo, que se hace imborrable en su memoria, evoca instantáneamente uno anterior: “Antes de la guerra -dice- teníamos una vida confortable. Yo, por ejemplo, trabajaba como profesora de inglés, mis hijos iban al colegio y nos movilizábamos en coche”.
Con los enfrentamientos entre el denominado Estado Islámico y las fuerzas del Gobierno de Bachar al Asad, esa cotidianeidad que extraña Hand, se esfumó.
Como ella, cientos de mujeres, en compañía de sus hijos, desembarcan a diario en las costas de las islas griegas, especialmente en Kos y Lesbos.
“La ruta -cuenta Hand- es arriesgada y problemática. Cruzar el Mediterráneo y llegar con vida es puro azar”. Según ella, el destino del pequeño Aylan que apreció muerto en una playa turca, es el de muchos niños que viajan desde Siria. “Vivir depende de la suerte””, dice.
Hace tres semanas, Hand se despidió de su esposo y con un par de mudas de ropa, algo de comida y una tienda de campaña, cruzó junto a los familiares que la acompañan la frontera hasta llegar a Turquía.
Fuente: .EFE