Johannesburgo, Sudáfrica 22de enero/ AFP) -La caza furtiva de rinocerontes en Sudáfrica batió un nuevo récord en 2014 con 1.215 animales abatidos, mientras las autoridades admiten sentirse desarmadas frente al crimen organizado a escala mundial.
Los rinocerontes se han convertido en objetivo de los cazadores furtivos desde hace algunos años, debido a las propiedades casi mágicas atribuidas en Asia a sus cuernos, -compuestos únicamente de keratina, como las uñas humanas-.
Las piezas son vendidas a precio de oro en el mercado negro, sobre todo en Vietnam, y reducidas a polvo para ser utilizadas en remedios tradicionales.
“Es muy inquietante”, reconoció la ministra de Medio Ambiente sudafricana, Edna Molewa, en una rueda de prensa en Pretoria.
La masacre está tomando dimensiones alarmantes: con 1.215 animales abatidos el año pasado y 1.004 el precedente, la tasa de mortalidad pronto superará la de nacimientos entre los cerca de 20.000 rinocerontes sudafricanos, que constituyen el 80% de la población mundial de esta especie.
Y los especialistas consideran que las cifras oficiales subestiman la realidad, ya que numerosos esqueletos escapan al macabro censo elaborado por las autoridades.
“Las cifras (reales de la caza furtiva) son bastante más elevadas, pero 1.215 ya es enorme”, constata el empresario Dex Cotze, activista de la causa de los rinocerontes. Sin hablar de la suerte que corren las crías, cuyas posibilidades de sobrevivir tras la muerte de la madre son prácticamente nulas.
Para evitar ser detectados, los cazadores utilizan a menudo anestésicos más discretos que las armas de fuego. Después les cortan los cuernos con un hacha, y cuando el animal se despierta, muere por las heridas tras una larga agonía.
“No lo olvidemos, la caza furtiva de rinocerontes forma parte del comercio ilegal de animales salvajes, que mueve varios miles de millones de dólares al año en el mundo entero”, subrayó Molewa.
“Reaccionar o morir”
“La escala de las matanzas muestra que la caza furtiva de rinocerontes es, cada vez más, competencia del crímen organizado”, asegura Elisabeth McLellan, responsable del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés).
“Los valerosos guardias del país hacen todo lo que pueden sobre el terreno para protegerlos, pero sólo un esfuerzo concertado a nivel mundial podrá detener el tráfico”, considera McLellan, quien cree que tanto Sudáfrica como Vietnam deberían hacer mayores esfuerzos, uno para atajar la caza furtiva y el otro, para evitar su comercio.
En ese sentido, la organización Traffic denuncia la poca atención prestada por las autoridades sudafricanas a la conferencia sobre especies amenazadas que tuvo lugar en febrero de 2014 en Londres.
“La falta de voluntad política y de liderazgo activo del gobierno, de Mozambique (de donde llegan la mayor parte de cazadores) y de los principales países asiáticos sigue siendo un obstáculo para resolver esta crisis”, se lamentó David Newton, director de esta ONG.
Sobre el terreno, el ejército sudafricano ha empezado a acudir en refuerzo de los guardas forestales, especialmente en el parque nacional Kruger (noreste), fronterizo con Mozambique, donde viven unos 9.000 rinocerontes.
El gobierno sudafricano también ha comenzado a desplazar a los paquidermos para protegerlos a países vecinos… donde los cazadores furtivos ya han empezado a aparecer.
Pretoria considera también legalizar el comercio del cuerno de rinoceronte, (que vuelve a crecer una vez es cortado) ya que sería más sencillo responder a la demanda y proteger a los animales.
Una comisión va a estudiar las consecuencias de una eventual legalización, tema que será debatido en la próxima reunión de la Convención sobre el comercio internacional de especies de fauna y flores salvajes en riesgo de extinción (Cites), en 2016 en Ciudad del Cabo, explicó Molewa.
Mientras llega ese momento, Tom Milliken, especialista en paquidermos de Traffic, teme que “un año más de caza furtiva como 2014 haga muy difícil vislumbrar un futuro para la supervivencia de los rinocerontes en Sudáfrica”.
“Ahora mismo, se trata de reaccionar o morir”, concluye.