Guerra de bolsos en Francia
Las hostilidades son notorias desde la temporada otoño-invierno de 2010, cuando el líder mundial del lujo, Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH) confesó que había entrado de forma subrepticia en el capital de la marca de lujo más clásica y familiar de Francia, Hermès, haciéndose con el 17% de las acciones. Tras un periodo de calma tensa, en el que las dos competidoras parecían esperar la resolución del conflicto que debe tomar el regulador bursátil (AMF), la bronca en el sector que mejor aguanta el tirón de la crisis ha estallado esta semana con toda crudeza.
El 4 de septiembre, Hermès confirmaba que el 10 de julio presentó una denuncia contra LVMH, que hoy posee el 22,3% de su sociedad, acusándole de usar información privilegiada y de manipular el precio de la acción. La respuesta de LVMH no se quedaba atrás, y mientras con una mano acusaba a su rival de “querer convertirse en el gendarme de la Bolsa sin esperar al resultado de la investigación oficial”, con la otra presentaba una contradenuncia por chantaje, querella calumniosa y competencia desleal.
La batalla de los bolsos empezó a cocerse en 2008, cuando los ejecutivos del multimillonario Bernard Arnault, presidente de LVMH, decidieron aprovechar algunas lagunas legales para hacerse en secreto con grandes paquetes de acciones de su rival. Las compras se realizaron a fuego lento gracias a la mediación de tres bancos franceses, aplicando la fórmula conocida como equity swaps. Según la ley francesa, cuando una entidad financiera enmascara al comprador este no está obligado a comunicar la adquisición al competidor ni al regulador. En lugares como Italia o EEUU la práctica es polémica: en 2007, el grupo de Gianni Agnelli fue condenado a cinco millones de multa por una operación semejante.
El caso es que, en octubre de 2010, el gigante LVMH salió del escondrijo y anunció que era dueño del 17% de Hermès. Este consideró la operación como un “ataque ilícito” y pidió ayuda a los jueces. El fabricante de las maletas más famosas del mundo respondió diciendo que la compra era legítima y amistosa, y continuó invirtiendo hasta hacerse —en mayo de este año— con el 22,3%.
El año pasado, los dueños blindaron su posición creando un holding,llamado H51, que no cotiza en Bolsa, y designaron como futuro consejero delegado a Axel Dumas, un miembro de la familia que sustituirá al actual primer ejecutivo, Patrick Thomas, en 2013. Mientras ese momento llega, Hermès ha ido consolidando su negocio. El año pasado facturó 2.841 millones de euros (+18,3%) y obtuvo unos beneficios de 885 millones, un 32,5% más que en 2010.Rechazada por los tribunales y en manos del regulador, Hermès decidió responder a esa ofensa enrocándose primero y atacando después. Fundada en 1837 por Thierry Hermès con una tienda de sillas de montar, conocida por sus pañuelos de seda y los bolsos Kelly y Birkin —todo un furor en Asia—, y especializada en accesorios de cuero y relojes, el grupo pertenece desde hace 175 años a la misma familia, que mantiene el 73% del capital.
Enfrente, la voracidad del tiburón LVMH, un coloso formado en 1987 tras la fusión de la casa de modas Louis Vuitton y la empresa de bebidas Moët Hennessy (forjada a su vez en 1971 a raíz de la boda entre el champán Moët & Chandon y el brandy Hennessy), parece no tener límites.
El imperio, que tiene 100.00 empleados en todo el mundo, se apoya en 60 marcas y cinco sectores: vinos y licores (sobre todo, champán,brandy y whisky de malta), artículos de piel y moda (con marcas como Fendi, Loewe, Berluti, Kenzo, Givenchy, Donna Karan, Marc Jacobs, Emilio Pucci…), perfumes (Dior, Guerlain…), joyería (TAG Heuer, Bulgari, Dior…) y venta minorista (Sephora o los almacenes La Samaritaine y Le Bon Marché).Dominada por la familia Arnault (47,6% del holding) y dirigida por el italiano Antonio Belloni, LVMH es el mayor grupo mundial del lujo por ventas, y ha aumentado su volumen de negocio en un tercio desde que empezó la crisis en 2008. Si aquel año facturó 17.000 millones de euros, con unos beneficios netos de 2.000 millones, en 2011 vendió 23.600 millones y ganó 3.000 millones netos.
A la espera de que la autoridad que regula las operaciones bursátiles dé su juicio, el pez grande piensa que desestimará las acusaciones del pez chico por “falsas y desleales”. El hijo de Bernard Arnault, Antoine, patrón de Berluti, se ha declarado “sorprendido y triste” por la denuncia de Hermès. “Ahora que empezábamos a ser amigos...”, ha dicho.
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