Este domingo, el presidente Chávez hizo su recorrido por el corazón de Charallave, una actividad ya emblemática de la candidatura del primer mandatario venezolano para las elecciones del 7 de octubre.
Unos dos kilómetros de camino es el trayecto promedio del Presidente de la República en sus actos de campaña; a su paso se acerca, saluda y marca un recuerdo, las sensaciones aunque son intensas en el momento, tienen fecha de caducidad; pero bienpodría valerse de elementos para inmortalizarlas.
Más tarde o más temprano la memoria va rezagando los recuerdos de la vida cotidiana de los seres humanos, en algunas ocasiones un objeto físico, puede absorber la carga y se vuelve la conexión, y como si fuera una máquina del tiempo, devuelve a las personas a ese sentimiento, algo como un preservante; este elemento existe en los recorridos de Chávez; un objeto obtenido allí, en forma de corazón y repartido por el propio equipo de campaña, es el enlace con lo emotivo.
La batalla de los seguidores que caminan junto a la caravana, ocurre más o menos en este orden: Objetivo nº 1 saludar al Presidente; Objetivo nº2 hacerle llegar una carta para pedir lo que haga falta y Objetivo nº 3 llevarse un “recuerdito” de la odisea.
“Uno para mí”, es la frase que acompaña a los seguidores que quedan al paso del candidato, que piden y persiguen los obsequios de la campaña; lejos de ser “basura”, en la teoría de la estrategia publicitaria, pudiera ser lo que que logra el acercamiento con el “consumidor” –aquí el elector— con la marca que aquí es “Chávez”.
Franelas, pañuelos, globos, zarcillos, prendedores, gorras, abanicos, bandanas, y algún otro artículo que va surgiendo entre un acto y otro forman el cotillón de campaña.
Todo el equipo del candidato se encarga de la distribución, cada camión va equipado de bolsas repletas de las prendas alusivas al aspirante. El jefe de campaña Jorge Rodríguez y el diputado Diosdado Cabello imponen la moda, cualquier prenda que lleven en la caravana, se vuelve la más deseada de los seguidores.
La campaña del presidente Chávez ha logrado una conexión emotiva considerable, que parece estarse jugado con elementos simbólicos que la gente precia y anhela. El cotillón de la campaña, es como los obsequios dentro de una piñata, que aunque no sean totalmente útiles, parecen ser muy valiosos.