El mundo entero está conmocionado con el fenómeno de la SuperLuna, que por estas fechas aparece gigantesca en el horizonte debido a su cercanía orbital a la Tierra y a que es luna llena.
La mayoría de los seres humanos se preguntan sobre la pequeñez humana, y otros sencillamente se dirán: ¿de quién es la Luna?
¿Son los estadounidenses los dueños de ese trozo de materia inorgánica?
La respuesta la tiene el Tratado del Espacio Exterior también llamado Tratado para Gobernar las Actividades de los Países en la Exploración y Uso del Espacio Exterior incluyendo la Luna y otros Cuerpos Celestes que está promovido por las Naciones Unidas.
El Tratado fue firmado en 1967 por EEUU, la extinta URSS y Gran Bretaña. Hoy lo suscriben 102 naciones.
En resumen, las condiciones son estas:
-La exploración y utilización del espacio ultraterrestre deberán hacerse en provecho y en interés de todos los países y será el de toda la humanidad.
-El espacio exterior estará abierto para su exploración y utilización a todos los estados.
-El espacio exterior no es objeto de apropiación nacional por derecho de soberanía, por medio de la utilización u ocupación, o por cualquier otro medio.
-Los estados no pondrán armas nucleares y otras armas de destrucción masiva en órbita o en los cuerpos celestes o estaciones en el espacio ultraterrestre ni en ninguna otra forma.
-Se utilizará la Luna y otros cuerpos celestes únicamente con fines pacíficos.
-Los astronautas tendrán la consideración de “enviados de la humanidad”.
-Los estados serán responsables de las actividades espaciales nacionales ya sean realizadas por entidades gubernamentales o no gubernamentales.
-Los estados serán responsables de los daños causados por objetos espaciales.
-Los estados evitarán la contaminación nociva en el espacio y en los cuerpos celestes.
En resumen, la Luna y todo lo que hay ahí afuera es de todos y no se puede manosear ni ensuciar… hasta que el gran jefe diga lo contrario.
