Cuando la historia estudie esta crisis pocas personas acaparan tanto protagonismo como Mario Draghi. El presidente del Banco Central Europeo (BCE) afronta hoy una reunión decisiva. Con el escenario de las elecciones griegas del domingo como telón de fondo, el mercado espera la concreción de los planes que el propio dirigente italiano ya ha anunciado indisimuladamente. El objetivo principal no es otro que alejar la espiral de la deflación y de paso sacar a Europa de un estancamiento que empieza a asociarse cada vez más con la década perdida de Japón que siguieron a su colapso económico en los 90.
Agotados ya todos los instrumentos que están a su disposición, con medidas que han tensionado como nunca el seno del Consejo del BCE, el riesgo de decepcionar sobrevuela la reunión y la posterior comparecencia de Draghi. Con el euro depreciándose contra el dólar hasta niveles de la primavera de 2009, una intervención tibia podría decepcionar a los inversores.
La tibieza podría venir no solo por el lado de la cuantía del programa que Draghi ponga encima de la mesa, o por su duración en el tiempo. La forma en que se estructure será también mirada con lupa. En ese sentido, los últimos rumores de mercado apuntan a que serán los bancos centrales de cada país los que soportarán sobre su balance las compras de deuda, algo que de ser así podría aumentar el recelo de quienes siguen viendo la eurozona como un ente fragmentado.
Desde XTB justifican la necesidad de la intervención de Draghi. «Los flojos datos de crecimiento y la poca dinamización de la economía europea demandaban mas medidas de estimulo. Además la inflación, que es la mayor preocupación del BCE en los últimos meses ha entrado en una fase negativa (IPC -0.2%) provocado por la fuerte caída del crudo. Cosa que no sucedía desde 2009».
El estratega de Citi en España, José Luis Martínez, estima que para que el QE de Draghi sea creíble tendrían que cumplirse tres condiciones. En primer lugar que el importe oscile entre 500.000 millones y 600.000 millones de euros, que sea además una cantidad susceptible de aumentar en el futuro. El segundo condicionante debería ser que se anunciase que se deja abierto en el tiempo, y que se incrementarán las compras si es necesario. Y el tercero que sea el propio BCE y no los bancos centrales nacionales quien asuma las compras.
En XTB apuntan que el plan debe tener unas condiciones. «Se espera que anuncie un plan de compra de deuda soberana por valor de 500.000 millones de euros repartido en 12 meses. Ampliable a un billón, y repartido entre los 19 países, lo que supondría una compra de deuda por valor de 40.000 millones mensuales».
También se apuntan otras posibilidades como que continúe con el plan de compra de células hipotecarias y ABS, además de que pueda alargar los vencimientos y la cantidad que se puede pedir de las TLTRO. La última posibilidad sería el anuncio del inicio de la compra de bonos corporativos (no financieros).
Martínez apunta en cualquier caso que «tampoco esperan mucha concreción», que aunque el riesgo de decepción «existe», tampoco esperan una «hecatombe» en los mercados si el plan, muy descontado por los inversores, se queda corto. Coinciden en XTB en que, si bien es cierto que si el plan se queda corto se puede esperar un repunte a corto plazo en la cotización del euro frente al dólar, pero no superando la barrera de los 1,19 dólares.
Hasta el momento Draghi se ha destacado por lo que sus palabras han conseguido. Desde el 26 de julio de 2012, cuando dijo que haría «todo lo que fuera necesario» para salvar el euro, su figura se ha rodeado de un aura casi mágica, como si fuera el poseedor de la varita con la que de un plumazo se podrían solucionar los problemas de Europa. Por eso, por el alto grado de predicamento que Draghi tiene en el mercado,«será tan importante lo que diga como la forma en que lo diga».
Una de las posibilidades que habían circulado en los últimos días entre inversores y analistas es que el BCE interviniese comprando directamente dólares, con el fin de depreciar fuertemente el euro. Sin embargo Martínez apunta que «tiene sentido teórico pero no práctico». En primer lugar por las inconveniencias que Estados Unidos podría poner al respecto.
Así pues, ¿es el QE la última carta de Draghi y el BCE? A juicio del estratega de Citi la única alternativa al plan que anuncie mañana sería precisamente incrementarlo en tiempo y cuantía, como fue haciendo paulatinamente la Reserva Federal en Estados Unidos o el Banco de Japón. Más QE.