El presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha confirmado esta mañana que su Gobierno ha alcanzado un acuerdo con los bancos del país para que el sector privado participe en el segundo rescate de Grecia con una reestructuración parcial de su deuda. Este principio de acuerdo pasa porque las entidades francesas, las más expuestas junto a las alemanas a la deuda del país mediterráneo, aceptarían reinvertir el 70% del capital que actualmente tienen en bonos griegos y que vencen de aquí a 2014 por nuevos títulos a 30 años.
El anuncio del presidente francés, que supone un avance con vistas a cerrar el segundo rescate a Grecia tras el fracaso del primer plan por valor de 110.000 millones de euros aprobado hace más un año, ha permitido dar la vuelta a la corrección que estaban propinando los inversores a la deuda de los llamados periféricos del euro y a las Bolsas europeas. Con todos pendientes de lo que suceda a partir de mañana en el Parlamento de Grecia, donde el Gobierno debe aprobar la nueva tanda de recortes si quiere seguir recibiendo el dinero de sus socios y del FMI que le permita evitar la quiebra, el anuncio del acuerdo ha servido para cambiar el punto de atención desde Atenas a Roma.
En la capital italiana están reunidos en estos momentos responsables de la eurozona y de los principales bancos para discutir la participación privada en el rescate. Aunque desde la UE se da por hecho que los ajustes en Grecia saldrán adelante, según ha reconocido la vicepresidenta económica española, Elena Salgado, los mercados mantendrán en duda hasta última hora el resultado de la votación de mañana conscientes de la debilidad del Ejecutivo de su primer ministro, Yorgos Papandreu.
Según ha publicado hoy el diario francés Le Figaro, los principales bancos del país estarían dispuestos a prorrogar de esta manera el cobro de parte de la deuda de Grecia. Al ser preguntado por si esta noticia era cierta, Sarkozy ha respondido en una rueda de prensa con un escueto: "Sí". Además, el presidente francés se ha mostrado confiado en que otros países, principalmente Alemania, puedan llegar a acuerdos similares con sus bancos.
Reacción positiva de Berlín
Asimismo, el dirigente francés ha matizado que su Gobierno está abierto a discutir los términos de la participación del sector privado en el rescate de Grecia con otros Estados y, en su caso, adoptar algunos cambios. De momento, el Gobierno de Berlín ya ha adelantado que ve con buenos ojos el acuerdo entre el Ejecutivo galo y la banca. "El Gobierno alemán da la bienvenida a las iniciativas que implican al sector privado, como la de Francia", ha afirmado Kreienbaum Martin, portavoz del Ministerio de Finanzas germano. No obstante, en su caso, el acuerdo deberá esperar: "Estamos llevando a cabo las discusiones y analizando propuestas", se ha limitado a admitir Kreienbaum sobre la marcha de las negaciones con el sistema financiero de Alemania.
El plan alternativo francés, según revela el diario, se empezó a presentar en los pasillos del Consejo Europeo la semana pasada y tuvo "una primera acogida favorable". La reinversión del 70% del capital que actualmente los bancos franceses tienen en deuda griega supone un recorte frente a las pretensiones iniciales, principalmente defendidas por Alemania, de que su participación llegase al 100%, lo que era más oneroso para las entidades.
El 50% de los capitales reinvertidos se pondrían en nuevos créditos a 30 años y el 20% restante en títulos de deuda de "cupón cero", es decir, cuyos intereses no se van cobrando conforme se generan, sino al vencimiento. En cuanto al tipo de interés, sería por una parte equivalente al que Grecia tiene que pagar a los organismos públicos que han garantizado su salvamento, y por otra variable, indexado sobre un indicador de la economía griega, como el Producto Interior Bruto (PIB).
El banco con mayor exposición a la deuda griega es, precisamente, el francés BNP Paribas, con unos 5.000 millones de euros, según datos de Goldman Sachs. Por detrás se sitúan la entidad financiera belga Dexia, con 3.500 millones, y el alemán Commerzbank, con 3.000 millones. Otro francés, Societe Generale tiene invertidos en bonos emitidos por Atenas 2.700 millones, 300 millones más que el holandés ING, mientras Deutsche Bank cierra la clasificación con 1.600 millones. Sobre esta última entidad, su consejero delegado, Josef Ackerman, ha advertido hoy de que el contagio de los problemas de solvencia de Grecia al resto de Europa puede tener unas consecuencias peores que Lehman Brothers en 2008, cuya quiebra dejó al sistema financiero internacional al borde del colapso.
Objetivo: evitar que las agencias lo consideren impago
El objetivo de toda la UE y de sus socios al pactar esta reestructuración "voluntaria" o canje de bonos es evitar que sea visto como obligatorio para los bancos, lo que implicaría que las entidades financieras tengan que reinvertir en deuda griega el 100% del dinero cuando esos préstamos venzan. Así, como Alemania se ha negado a dar garantías para esos nuevos préstamos a los que los bancos se verían abocados, el riesgo es que las agencias de calificación consideren que no se trata de un proceso voluntario, y por tanto declaren a Grecia en suspensión de pagos.
Los líderes europeos, y especialmente el Banco Central Europeo (BCE), temen que una declaración de impago de los bonos griegos desencadene un efecto de contagio al resto de países de la eurozona similar al provocado por la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers en 2008. "Si -su participación- no fuera voluntaria, sería vista como un default (impago) con enormes riesgos y resultados catastróficos", ha insistido Sarkozy con la vista puesta en las consecuencias que esta situación extrema y desconocida hasta la fecha en la eurozona tendría para los otros dos países rescatados, Irlanda y Portugal, así como de los que les siguen en la lista de posibles víctimas: España y, a continuación, Italia.
Las reacciones a esta propuesta francesa deberían ir llegando a partir de hoy en una reunión de alto nivel en la que participan representantes de las autoridades europeas y del sector financiero. La UE quiere que la banca aporte al menos 25.000 millones de euros del nuevo plan de ayuda a Grecia -que ascenderá a unos 120.000 millones- para aligerar la carga de los contribuyentes, con la condición de que esta contribución no sea considerada impago por las agencias de calificación de riesgos. Frente a la opción francesa, en España, sin embargo, el Gobierno ha contactado con la banca para pedirles que no vendan la deuda griega que tienen en sus carteras en los próximos cinco años. Es decir, no deberán exigir la devolución del principal del préstamo, sino que se conformen con cobrar los intereses (aun no fijados) hasta que el país heleno enderece su economía.
La reunión ha sido organizada por el Instituto de Finanzas Internacionales, una asociación que reúne a más de 400 bancos e instituciones financieras de todo el mundo, según informa la prensa europea.
EL PAIS/AFP