Los televisores, antaño producto estrella de la industria electrónica de Japón, sehan convertido en un lastre para gigantes como Sony, Panasonic o Toshiba, asfixiados por la caída de la demanda, la subida de los costes y la competencia feroz de Corea del Sur.
Atrás quedan éxitos como el de las famosas pantallas Trinitron de Sony, de las que se vendieron más de 280 millones de unidades en cuatro décadas hasta que dejaron de fabricarse en 2008; hoy, son empresas surcoreanas como Samsung o LG las que abanderan en gran medida el desarrollo tecnológico del sector.
La caída global de los precios, la poca rentabilidad de una división acosada también por la fortaleza del yen y la dura competencia han obligado a los líderes de la electrónica nipona a buscar nuevas estrategias para evitar el apagón de sus televisores.
Algunos han optado por abandonar su fabricación en Japón y llevarla a otros países, como Toshiba, que ayer mismo anunció el fin de sus operaciones en la única planta nipona que aún fabricaba sus televisores, la de Fukaya, al norte de Tokio.
El grupo, que apoya sus ventas de televisores en su gama Regza, producirá ahora todos sus aparatos en Indonesia, China, Polonia y Egipto para tratar de recortar costes en una división que el pasado año fiscal le ocasionó pérdidas por 50.000 millones de yenes (casi 490 millones de euros).
También Hitachi, ante el descenso de la demanda en Japón, tiene previsto abandonar para finales de septiembre su producción doméstica de televisores de pantalla plana para llevarla a otros lugares de Asia, como China o Taiwán, a su vez para abaratar costes y reducir el tamaño de esta división.
Pero quizá el movimiento que más atención suscita estos días es la negociación entre dos pesos pesados como son Sony y Panasonic, que según fuentes de la industria se plantean la posibilidad de desarrollar juntos televisores de pantalla plana de nueva generación.
Ambos acaban de publicar unas pérdidas récord en el año fiscal 2011: Panasonic perdió más de 7.400 millones de euros, mientras que Sony, en su cuarto año consecutivo de números rojos, se dejó más de 4.400 millones de euros.
Buena parte de estas pérdidas se deben a su división de televisores, que en el caso de Sony, antigua reina del sector, lleva ocho años consecutivos desangrándose y viendo cómo sus vecinos de Corea del Sur le han comido terreno con paso cada vez más rápido.
"Es necesario un cambio de estrategia. Las empresas coreanas han sido muy rápidas y aún lo son en el desarrollo de tecnologías", indicó a Efe un portavoz de Panasonic, empresa que aún no ha confirmado oficialmente las conversaciones para una alianza con Sony.
Las dos firmas miran hacia la tecnología de las pantallas OLED (diodos orgánicos emisores de luz), que al no requerir iluminación trasera permite hacer paneles más finos que los LCD o plasma y que, en un futuro, podría hacer posible fabricar incluso televisores flexibles.
Por ahora las revolucionarias pantallas OLED se utilizan sobre todo en dispositivos como "smartphones" y ordenadores de tableta, pero fabricarlas en serie con tamaños mayores supone un desafío a causa de sus elevados costos.
EFE