Los cuerpos de Ghislaine Dupont y Claude Verlon, los dos periodistas de Radio France Internacional (RFI) secuestrados y ejecutados el sábado en el desierto de Mali, llegaron a ayer París. No sólo los esperaban sus familiares y colegas en el aeropuerto Charles de Gaulle sino el jefe de Estado, François Hollande, junto al canciller Laurent Fabius. Mientras sus colegas los recordaron ayer especialmente en RFI, “su casa”, un homenaje público tendrá lugar hoy en la capital.
Emoción, dolor y un sinfín de interrogantes rodean su secuestro y asesinato durante un reportaje en Kidal, una ciudad en el norte de Mali, donde no se impone la autoridad del gobierno central y las diferencias entre los independistas Tuareg sólo permiten que reine la anarquía. Mientras los sindicatos periodísticos exigen una investigación sobre las razones por las que los jefes de la fuerza especial Serval rechazaron su pedido de una custodia militar armada para llegar a Kidal, el canciller Fabius denunció una muerte a sangre fría perpetrada “por grupos terroristas, que nosotros combatimos”, sin identificar con precisión a la red terrorista Al Qaeda Magreb, que tenía una de sus bases en Kidal. “Es decir, esos grupos terroristas que rechazan la democracia y las elecciones”, dijo el canciller francés, en relación a las elecciones legislativas en Mali el próximo 24 de noviembre.
Francia tiene 3.000 militares desplazados en Mali después de su exitosa operación contra Al Qaeda Magred.
La pregunta en Francia es si aumentará esa presencia ante la evidencia de que el terrorismo continúa en la zona.
Kidal es un símbolo de la delicada situación maliana. El Estado no la tiene bajo control y las fuerzas francesas están confinadas en el aeropuerto para evitar que los divididos Tuareg se enfrenten con los militares malianos.
Nadie sabe aún quién ejecutó a los periodistas a menos de dos horas de ser secuestrados en pleno día en Kidal y sin que las fuerzas francesas reaccionaran inmediatamente o llegaran a tiempo para perseguir a los secuestradores en el desierto. Cuando la patrulla francesa los encontró, ya habían sido asesinados. Los helicópteros militares llegaron 50 minutos después. El avión de combate Raphal tampoco pudo avistar nada.
A pesar de estos asesinatos de periodistas, Francia no quiere jugar un rol de intermediario en esta situación volátil e imprevisible.
Sólo enviará 150 soldados de refuerzo a Kidal , la capital de los rebeldes Tuareg que no reconocen la autoridad del Estado maliano.Controlarán “check points” en entradas y salidas de la ciudad y también la patrullarán. Pero la opinión pública francesa exige que se encuentre a los asesinos, pese a las tensiones tribales e independentistas en el seno de Mali.
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