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miércoles, 6 de noviembre de 2013

Bloomberg y una ciudad pujante, renovada, pero también desigual

Al elegir al demócrata Bill de Blasio como nuevo alcalde de Nueva York, le neoyorquinos optaron por un cambio.
Eso no significa que no van a extrañar al republicano independiente Michael Bloomberg.
Hace doce años, cuando Bloomberg asumió la alcaldía de Nueva York, hacía apenas tres meses que habían tenido lugar los atentados que derribaron las Torres Gemelas en el corazón de Wall Street. De un día para otro los estadounidenses, y especialmente los neoyorquinos, habían perdido el sentido de invulnerabilidad. La ciudad estaba en estado de shock. Alrededor de Ground Zero, todo el barrio financiero estaba cubierto de tierra y cenizas. La mayoría de los edificios habían sido evacuados. Había rajaduras en las paredes, ventanas con los vidrios hechos añicos. Los familiares de las víctimas seguían buscando los restos de sus seres queridos entre los escombros.
“Vamos a reconstruir, vamos a renovar y seguiremos siendo la capital del mundo libre”, prometió Bloomberg, en el discurso de asunción. “Para superar los desafíos que enfrenta nuestra ciudad, trabajaremos juntos para aprovechar la energía, el sentido emprendedor y el talento de los neoyorquinos”, dijo.
Doce años después, New York no sólo ha recuperado su fuerza, su pujanza y su creatividad sino que está más bella que nunca.
El downtown fue reconstruido y hay increíbles mejoras en múltiples barrios como Nolita, o incluso Harlem, que está tan de moda que los precios de las casas y de los departamento han aumentado vertiginosamente.
La transformación de una vía de trenes de carga en un paseo en las alturas llamado High Line le ha dado nueva vida al Meat Packing district, cuyas calles están llenas de tiendas internacionales nuevas. También Chelsea se ha convertido en un centro de galerías de arte más grande de lo que era antes.
En línea con las políticas de su predecesor, Rudolph Guliani, Bloomberg logró que New York sea actualmente la ciudad más segura de Estados Unidos.
El índice de criminalidad ha disminuido y los tiroteos también están en los más bajos niveles de la historia de la ciudad. También ha disminuido el número de encarcelamientos.
Bloomberg ha mejorado mucho la calidad del medio ambiente. Más de 250.000 neoyorquinos viven ahora a menos de 10 minutos de un parque y la ciudad tiene 600 bicisendas por donde circulan bicicletas privadas y públicas. La prohibición que impuso de fumar en restaurantes, edificios públicos y parques ha mejorado la salud de los neoyorquinos. Y las reformas del sistema de escuela públicas que desarrolló también ha mejorado la calidad de la educación.
Pese a la crisis financiera del 2008 y al huracán Sandy, que destrozó varios barrios situados en los suburbios de la ciudad, Bloomberg entregará a De Blasio un presupuesto con superávit y una ciudad donde las fiestas para recaudar fondos ya sea para campañas electorales o causas humanísticas está a la orden del día. De hecho, Bloomberg alimentó el glamour de Nueva York.
Eso no significa, sin embargo, que todo haya sido color de rosa. De acuerdo a las estadísticas, la desigualdad entre pobres y ricos en la ciudad aumentó enormemente durante la alcaldía de Bloomberg. Actualmente hay en la ciudad 1.700.000 pobres. Es la otra cara de Nueva York.
Desde el 2002, el número de refugios para los sin techo (homeless) se duplicó. Mientras que en el 2002 dormían en esos refugios 30.000 personas ahora duermen 50.926.
De hecho, durante la campaña electoral, De Blasio adoptó como bandera la reducción de la desigualdad en la ciudad.
Pero es no es todo. La política policial de “parar y cachear”, que Bloomberg ha defendido tanto, es considerada por todas las minorías como racista. En barrios como The Bronx o Queens, Bloomberg es considerado como el representante de los excesos de Wall Street, de quienes provocaron la explosión de la burbuja inmobiliaria, la consecuente caída de Lehman Brothers y una de las crisis financieras más devastadoras desde el crash de los años 30.
EL CLARIN