Hace 7.000 años, los europeos tenían la piel oscura y los ojos azules, un fenotipo que hoy en día ya no existe, según una investigación dirigida por el biólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) español Carles Lalueza-Fox.
En 2012, este investigador analizó parte del genoma de dos cazadores del Mesolítico encontrados en el yacimiento de La Braña-Arintero, en Valdelugueros (León).
Las muestras permitieron entonces secuenciar el uno por ciento del ADN de estos individuos y determinar que las poblaciones ibéricas actuales no proceden genéticamente de estos individuos.
Casi un año después, en marzo de 2013, un golpe de suerte hizo que el equipo dirigido por Lalueza-Fox analizara la raíz del tercer molar de uno de los individuos, el bautizado como La Braña 1, una muestra que estaba muy bien conservada y que permitió descifrar el genoma completo del individuo.
El resultado de estos análisis, realizados en colaboración con el Centre for GeoGenetics de Dinamarca y publicados hoy en la revista Nature, arrojó varias sorpresas.
La pigmentación clara de los europeos es el resultado de cambios en dos genes, "un rasgo que hasta ahora se había asumido que era bastante antiguo y que se remontaba al Paleolítico Superior", ha explicado a Efe el biólogo catalán.
Sin embargo, "al estudiar los genes de este individuo descubrimos que tenía las variantes africanas y que, por lo tanto, su pigmentación era más oscura que la de los europeos actuales", afirma el investigador.
Además, al analizar el color de los ojos, "encontramos la mutación que en los humanos producen siempre ojos azules".
El hallazgo muestra que, "pese al estereotipo que tenemos de que los ojos azules acompañan a la piel clara, lo cierto es que estas dos características vienen marcadas por genes diferentes" y que "los ojos azules precedieron a la pigmentación clara de los europeos, algo realmente sorprendente" hasta ahora.
La apariencia externa no fue el único aspecto analizado por los investigadores españoles y daneses; el nuevo tipo de alimentación, los desafíos metabólicos e inmunológicos también fueron analizados.
El Mesolítico -periodo que puso fin al Paleolítico hace 10.000 años- acabó con la llegada de la agricultura y la ganadería, lo que dio paso a una nueva era: el Neolítico.
Con el nuevo estilo de vida, marcado por el sedentarismo, los hombres comenzaron a cultivar plantas (pasando así de una dieta protéica a otra basada en carbohidratos) y a domesticar animales y contraer nuevas enfermedades víricas, como la gripe o la viruela (procedentes de los animales).
El genoma de La Braña 1, asegura el investigador, permitirá tener una referencia de "cómo es el genoma de un cazador-recolector de antes del Neolítico", algo muy útil para los que quieran estudiar el cambio de dieta y de metabolismo, entre otros aspectos.
El yacimiento de La Braña-Arintero fue descubierto casualmente en 2006 y excavado por el arqueólogo Julio Manuel Vidal Encinas.
La cueva, localizada en una zona fría y montañosa, con una temperatura estable, y a 1.500 metros por debajo del nivel del mar, propició la "excepcional" conservación del ADN de dos individuos descubiertos en su interior (denominados La Braña 1 y La Braña 2).
Según Iñigo Olalde, primer firmante del estudio, "la intención del equipo es intentar recuperar el genoma del individuo de La Braña 2, que está peor conservado, para seguir obteniendo información sobre las características genéticas de estos primeros europeos".
En 2012, este investigador analizó parte del genoma de dos cazadores del Mesolítico encontrados en el yacimiento de La Braña-Arintero, en Valdelugueros (León).
Las muestras permitieron entonces secuenciar el uno por ciento del ADN de estos individuos y determinar que las poblaciones ibéricas actuales no proceden genéticamente de estos individuos.
Casi un año después, en marzo de 2013, un golpe de suerte hizo que el equipo dirigido por Lalueza-Fox analizara la raíz del tercer molar de uno de los individuos, el bautizado como La Braña 1, una muestra que estaba muy bien conservada y que permitió descifrar el genoma completo del individuo.
El resultado de estos análisis, realizados en colaboración con el Centre for GeoGenetics de Dinamarca y publicados hoy en la revista Nature, arrojó varias sorpresas.
La pigmentación clara de los europeos es el resultado de cambios en dos genes, "un rasgo que hasta ahora se había asumido que era bastante antiguo y que se remontaba al Paleolítico Superior", ha explicado a Efe el biólogo catalán.
Sin embargo, "al estudiar los genes de este individuo descubrimos que tenía las variantes africanas y que, por lo tanto, su pigmentación era más oscura que la de los europeos actuales", afirma el investigador.
Además, al analizar el color de los ojos, "encontramos la mutación que en los humanos producen siempre ojos azules".
El hallazgo muestra que, "pese al estereotipo que tenemos de que los ojos azules acompañan a la piel clara, lo cierto es que estas dos características vienen marcadas por genes diferentes" y que "los ojos azules precedieron a la pigmentación clara de los europeos, algo realmente sorprendente" hasta ahora.
La apariencia externa no fue el único aspecto analizado por los investigadores españoles y daneses; el nuevo tipo de alimentación, los desafíos metabólicos e inmunológicos también fueron analizados.
El Mesolítico -periodo que puso fin al Paleolítico hace 10.000 años- acabó con la llegada de la agricultura y la ganadería, lo que dio paso a una nueva era: el Neolítico.
Con el nuevo estilo de vida, marcado por el sedentarismo, los hombres comenzaron a cultivar plantas (pasando así de una dieta protéica a otra basada en carbohidratos) y a domesticar animales y contraer nuevas enfermedades víricas, como la gripe o la viruela (procedentes de los animales).
El genoma de La Braña 1, asegura el investigador, permitirá tener una referencia de "cómo es el genoma de un cazador-recolector de antes del Neolítico", algo muy útil para los que quieran estudiar el cambio de dieta y de metabolismo, entre otros aspectos.
El yacimiento de La Braña-Arintero fue descubierto casualmente en 2006 y excavado por el arqueólogo Julio Manuel Vidal Encinas.
La cueva, localizada en una zona fría y montañosa, con una temperatura estable, y a 1.500 metros por debajo del nivel del mar, propició la "excepcional" conservación del ADN de dos individuos descubiertos en su interior (denominados La Braña 1 y La Braña 2).
Según Iñigo Olalde, primer firmante del estudio, "la intención del equipo es intentar recuperar el genoma del individuo de La Braña 2, que está peor conservado, para seguir obteniendo información sobre las características genéticas de estos primeros europeos".
EFE