La primera pregunta que me hace alguien al conocerme es: "¿Qué hace una antropóloga corporativa?"
Ingresé a Intel, el gigante de los procesadores, hace 12 años, en una época en que la industria de la tecnología experimentaba la primera ola de lo que ahora llamamos "consumerización".
Me refiero a que las computadoras personales estaban pasando de ser una herramienta para la oficina y entrando al hogar, para formar parte de la vida personal de la gente.
En ese momento lo que se preguntaban las compañías de tecnología era cómo podían tomar la delantera en esa transformación.
Intel me contrató en ese entonces, junto a otra gente como yo, para ayudarla a entender a los seres humanos.
En los años que siguieron, este equipo se ha incrementado hasta incluir personas de las disciplinas más diversas: antropólogos, sociólogos, psicólogos cognitivos, diseñadores industriales, diseñadores de interfaces e ingenieros de factores humanos.
Nuestro rol ha evolucionado hacia un punto en el que buscamos respuestas a un amplio espectro de preguntas.
Parte de esto consiste en educar: explicarle a una compañía de tecnología cuáles son las consecuencias de la Ley de Moore, según la cual la tecnología se vuelve progresivamente más pequeña, rápida y barata.
Pero el trabajo se trata principalmente de ayudar a la gente que diseña nuestros productos a entender a aquellos que los usan.
Eso implica ir a la oficina, salir al terreno, visitar los hogares de las personas para hacerles preguntas sobre cómo sienten que la tecnología los ayuda, cuándo creen que les dificulta la vida, y aprender sobre la diversidad de experiencias que la gente tiene con la tecnología alrededor del mundo.
En el camino
Uno de mis primeros proyectos puso a prueba la suposición de que quienes adoptaban un nuevo aparato tecnológico en Asia se comportaban de la misma forma que los sus pares de Estados Unidos o Europa occidental.
Y, por supuesto, descubrimos que se manejaban de manera muy distinta.
Indonesia es un gran ejemplo actual. La proporción de la población que utiliza Facebook es una de las más grandes del mundo, pero como la calidad de la conexión a internet de banda ancha es un problema, la mayoría de la gente se conecta a través de teléfonos celulares.
Cuando en 1998 empecé a trabajar en Intel, la informática se concentraba en las PCs. Doce años más tarde nos encontramos en un mundo en el que está integrada en todo tipo de cosas, y la pregunta que surge es: ¿qué sigue?
Cuatro ruedas y varios chips
Donde esperamos ver un crecimiento de esta tendencia en los próximos años es en los automóviles.
Hay cerca de mil millones en el planeta, y los carros nuevos ya contienen entre 12 y 24 chips.
Estuvimos en Singapur, Malasia, China y Australia pidiéndole a la gente que nos dejara revisar los contenidos de sus coches, de una punta a la otra; revisamos guanteras, puertas, entre los asientos, bajo los asientos, todo.
Lo pusimos sobre una lona, como si estuviéramos trabajando en un sitio arqueológico.
Queríamos comprender mejor qué papel juega cada una de esas cosas en sus vidas y cómo puede la tecnología relacionarse con eso.
En Malasia y Singapur, por ejemplo, nos sorprendió encontrar gente que guardaba sus "ang pow" (sobres de dinero que se dan como regalo en el año nuevo chino, para la buena fortuna) en sus coches todo el año.
De algún modo, la gente estaba utilizando sus autos para mantenerse socialmente seguros, no solo físicamente seguros.
En definitiva, el rol de mi equipo es asegurar que el proceso de desarrollo de un producto parta de la comprensión de qué es lo que le importa a la gente cuando se trata de tecnología.
Y como organización medimos nuestros productos sobre ese ideal a cada paso que damos.
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