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sábado, 3 de septiembre de 2011

¿Conoce la prueba de la cotufa?

Buenas o malas, las palomitas de maíz se consumirán en el cine por aquellos que tienen el hábito de hacerlo: los malos hábitos alimentarios están vinculados al ambiente más que a la propia nutrición, señala un estudio publicado el jueves en Estados Unidos.

En el trabajo, publicado en el último boletín de Personalidad y Psicología Social de la Universidad de California del Sur (USC), los investigadores dieron a un centenar de personas que ingresaban a una sala de cine palomitas de maíz frescas y palomitas recalentadas que ya tenían una semana.

Aquellos que no comen palomitas en el cine comieron menos de las recalentadas que de las frescas, mientras que los que tienen el hábito de consumirlas comieron tanto de la una como de la otra.

"Cuando comemos algo regularmente en un determinado ambiente, nuestro cerebro asocia ambas cosas y nos hace comer por más tiempo", afirma un comunicado del responsable del trabajo, David Neal, antiguo profesor de psicología de la USC.

"Las personas creen que sus hábitos alimentarios dependen fundamentalmente del gusto por la comida. A nadie le gustan las palomitas recalentadas", dice una de los autoras, Wendy Wood, también profesora de psicología en la USC.

"Pero una vez que uno adquiere un hábito alimentario, poco importa si la comida es buena. Se come en la misma cantidad, ya sea buena o mala", dice.

En otro experimento con personas que observaban videoclips en una sala de reunión, donde la ingesta de palomitas de maíz no es común, se consumieron las palomitas frescas más que las recalentadas.

"Ello revela que el ambiente cuenta para desencadenar un mal comportamiento alimentario", señala Neal, que agrega que "la voluntad o las buenas intenciones no son suficientes".

AFP