EFE- Varios miles de personas se manifestaron hoy en la plaza cairota de Tahrir en el denominado "segundo viernes de la ira", que ha evidenciado las diferencias entre las corrientes políticas egipcias que participaron en la "revolución" que acabó con el régimen del presidente Hosni Mubarak.
"Las filas de la revolución se han dividido entre la corriente civil y la religiosa, que quiere un estado islámico en lugar de uno democrático", dijo a Efe el activista del partido Frente Democrático Ahmad Afifi, en referencia al rechazo de los Hermanos Musulmanes y los salafistas (musulmanes rigoristas) de participar.
Junto a un escenario montado por su partido político, Afifi aseguró que los Hermanos han abandonado a los revolucionarios y se han aliado con las Fuerzas Armadas, que controlan el país desde la renuncia del presidente Mubarak, el pasado 11 de febrero.
En una ambiente festivo y claramente politizado, con cuatro escenarios montados por grupos políticos, los presentes se acercaban a escuchar las arengas, formaban discusiones espontáneas, portaban carteles de protesta o se limitaban a pasear solo para mostrar su solidaridad con las demandas.
Desde las 09.00, hora local (07.00 GMT), cientos de personas se fueron concentrando en la plaza, símbolo de las protestas que estallaron el pasado 25 de enero, para participar en la oración del mediodía, en un acto en el que destacó la ausencia total de las Fuerzas de Seguridad.
Ayer, el Ejército anunció que no estaría presente en Tahrir para evitar altercados, tras apuntar que "elementos sospechosos" estaban intentando abrir una brecha entre el pueblo y las Fuerzas Armadas.
Unos cuarenta grupos y fuerzas políticas, según los medios locales, anunciaron su participación en la manifestación, en la que pidieron la aceleración de los juicios contra los dirigentes del antiguo régimen, el fin de la corrupción política y la purga de las instituciones.
No obstante, las exigencias que realmente han desatado la discordia son la creación de un consejo presidencial civil que sustituya a la junta militar, la elaboración inmediata de una nueva constitución y el retraso de las elecciones parlamentarias, previstas para septiembre.
"Queremos un estado civil, no uno militar ni de ladrones", rezaban algunos lemas gritados desde los escenarios.
Por su parte, el funcionario Ali Muhamad Suleiman declaró a Efe que "hay que dibujar el camino antes de echar a andar", en referencia a la exigencia de elaborar cuanto antes una carta magna y no esperar hasta después de los comicios, como ha fijado la cúpula militar que dirige el país.
Este viernes pretendía emular al viernes 28 de enero que se conoció como "el viernes de la ira" y que supuso un punto de inflexión en las protestas que habían comenzado tres días antes.
"He bajado a la calle porque quieren atentar contra los deseos del pueblo, porque las peticiones de la revolución no se han cumplido", declaró por su parte Imam Mansur, que llevaba en las manos un cartel donde pedía que Mubarak y los símbolos del antiguo régimen fueran ajusticiados en la plaza.
Frente a lo convocantes, unos 21 grupos, entre ellos los Hermanos Musulmanes, principal formación política del país, han criticado a los organizadores por considerar que la manifestación va en contra de los deseos del pueblo y está dirigida a abrir una brecha entre los egipcios y entre el pueblo y el Ejército.
Por esa razón, han calificado la jornada de hoy como "el viernes de la conspiración".
Los Hermanos rechazan el retraso de los comicios y el adelanto de la creación de una comisión constituyente y, en consonancia con el Ejército, han sugerido que entre los participantes se podrían infiltrar provocadores, una afirmación calificada desde varios púlpitos de la plaza como un intento de atemorizar a los presentes.
Asimismo, los salafistas pidieron también a sus seguidores que no tomaran parte en la jornada de protesta y algunos de sus líderes tildaron a los convocantes de "comunistas e izquierdistas".
Esta división se ha reflejado en Tahrir, donde la confluencia ha sido menor que otros viernes, y ha quedado patente en los discursos de la plaza y en las distintas llamadas a la unidad, que a veces se perdían entre la muchedumbre y la tormenta de arena que ensombreció hoy el centro de El Cairo.
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