Primero fueron los estudiantes, que se echaron a la calle a finales del año pasado para protestar por el brutal aumento de las tasas universitarias.
Luego llegaron una serie de humillantes marchas atrás en la reforma educativa y del sistema judicial, entre otras. La semana pasada, los militares pusieron el grito en el cielo porque creen que los recortes presupuestarios les afectan más de la cuenta cuando tienen dos frentes abiertos: Afganistán y Libia. Mañana será el turno de los trabajadores públicos: más de 750.000 están llamados a la huelga para protestar por la reforma de las pensiones. La huelga amenaza con afectar, sobre todo, a las escuelas, pero también a los controles fronterizos en los grandes aeropuertos ingleses.
Los sindicatos creen que la reforma pactada en 2007 con el Gobierno laborista ya garantiza la viabilidad del sistema público de pensiones y creen que la coalición de conservadores y liberales-demócratas aprovecha el deterioro de las cuentas públicas provocado por la crisis para dar otra vuelta de tuerca.
El primer ministro, David Cameron, aseguró ayer que la reforma es esencial porque ahora los pensionistas son más y viven más tiempo, por lo que hay que retrasar la edad de jubilación y aumentar las contribuciones. "A los que tienen pensado hacer huelga mientras están en marcha las negociaciones les digo que esas huelgas son un error, para vosotros, para la gente a la que servís y para el bien del país", declaró ayer Cameron en Birmingham. "Los cambios que proponemos son buenos para los contribuyentes y, sobre todo, para vosotros. Son un buen acuerdo. Un acuerdo justo para los que ganan menos. Aseguran un sistema de pensiones asequible, no solo ahora, sino para las próximas décadas", añadió.
El líder de la oposición, el laborista Ed Miliband, se situó en el lugar del hombre bueno: defendió la necesidad de reformar las pensiones, pero criticó la huelga por los efectos que puede tener en los ciudadanos.
Convocada por tres sindicatos del sector de Educación y el sindicato de Servicios Públicos y Comerciales (PCS), la huelga amenaza con obligar al cierre total de 3.000 escuelas y el cierre parcial de otras 2.500 en Inglaterra y Gales, lo que afectaría a millones de familias. Y puede provocar también enormes colas en los controles fronterizos de los grandes aeropuertos porque el 70% de los funcionarios de la Agencia de Fronteras en los grandes aeropuertos ingleses están afiliados al PCS.
La de mañana puede ser solo la primera de una larga serie de huelgas contra la austeridad.