Heathrow: el principal aeropuerto del mundo no puede con la demanda
El 60% de los vuelos que llegan al aeropuerto de Heathrow, en Londres, el mayor del mundo, lo hace con retraso, lo que motiva el despilfarro de combustible, mayor contaminación y, en las líneas aéreas, deseos de volar a otra parte.
Esto es lo que revela la aparición de nuevos datos referentes al manejo del aeropuerto de Heathrow: miles de pasajeros son diariamente mantenidos circulando sobre Londres debido a la enorme concurrencia de vuelos que esperan su ventana de aterrizaje.
El costo del funcionamiento diario de Heathrow se paga en diferentes frentes, Primero, está la frustración de los pasajeros, que ven alargarse un vuelo que tal vez de por sí ha sido largo.
La cifras compiladas por el Servicio de Control de Tráfico Aéreo (NATS, por sus siglas en inglés) revelan que los aviones invierten unas 55 horas al día a la espera de su ventana de aterrizaje.
En despilfarro de combustible significa que queman inútilmente unas 190 toneladas, lo que se traduce en otras 600 toneladas de dióxido de carbono que van a parar a la atmósfera.
Sólo el precio del combustible desperdiciado alcanza a los US$180.000 dólares.
Lo incalculable de esta situación anómala deriva de las horas perdidas por los pasajeros, las reuniones a las que no se alcanzó a llegar a tiempo, las conexiones aéreas que no se pudieron realizar.
Alicaído panorama
Heathrow opera ya al 98% de su capacidad y acomoda más vuelos en sus dos pistas que cualquier otro aeropuerto en el mundo.
Para que se tenga una idea, el Charles de Gaulle, de París, opera con cuatro pistas, Madrid Barajas, con cuatro, Frankfurt trabaja también con cuatro pistas, mientras que Schipol, el aeropuerto holandés de Amsterdam, tiene el privilegio de funcionar con cinco pistas.
Heathrow necesita barajar la suerte de 476.000 vuelos anuales. El informe de Nats afirma que el aeropuerto funciona bien 300 días del año.
Cincuenta días caen bajo la descripción de "muy difíciles", mientras que los otros 15 son un "verdadero desastre".
Cada pasajero experimenta los estragos de un atraso promedio de 20 minutos en las horas de mayor actividad, hacia el fin de la mañana, cuando Heathrow tiene entre 32 y 40 jets circulando sobre cielo londinense.
Soluciones y problemas
La propuesta tercera pista para Heathrow se encontró con la cerrada oposición del gobierno de David Cameron, el que también desechó la ampliación de los aeropuertos de Gatwick, en el suroeste de Londres y Stanstead, en el noreste, que también sirven a la capital británica.
La tercera pista para Heathrow habría significado la destrucción de 2.000 viviendas y los londinenses habrían tenido que soportar un empeoramiento del aire que respiran.
Un programa de más aterrizajes en las mañanas y de despegues en las horas punta de la tarde permitiría acomodar un 12% más de vuelos, pero los residentes en las inmediaciones del aeropuerto tendrían que soportar más ruido que el habitual, por lo que se opondrían con dientes y muelas.
Todo esto ha dejado a las aerolíneas pensando en volar a otra parte. De ahí que Gatwick esté conversando con aerolíneas internacionales para ofrecer sus servicios, principalmente a los boyantes países asiáticos.
De hecho, Gatwick, que fue adquirido por Global Infrastructure Partners, el año pasado, por US$2.200 millones, ya enganchó a su primer pez gordo, Viet-Nam airlines, la que empezará a operar este año.
La más reciente proposición para sacar del apuro al ajetreado Heathrow es la del alcalde de Londres, Boris Johnson, quien respaldó una exhortación a construir un nuevo aeropuerto de cuatro pistas, en el este de la capital británica, el que -en su opinión- vendría a mejorar la calidad de vida en Londres y aseguraría vitales vínculos comerciales.
El mes pasado, la Comisión Europea dio a conocer que se propone introducir reglamentación, dentro de algunos meses, para abordar el problema de la congestión aeroportuaria en Europa.
Según Douglas Fraser, editor de economía y empresas de la BBC, la capital británica experimentó un crecimiento de un 14%.
En 2010, sólo el Reino Unido tuvo en sus manos los derroteros aéreos de 214 millones de pasajeros.