La mayoría oficialista del Congreso boliviano aprobó este viernes a una polémica ley que otorga legalidad a alrededor de 100.000 vehículos ingresados de contrabando al país, norma que el presidente Evo Morales se apresta a promulgar a pesar de la fuerte oposición ciudadana.
Se trata de "una ley que habilita 15 días desde el momento en que el presidente (Morales) la promulgue para que las personas que han comprado un auto 'chuto' (de contrabando) se registren", explicó Alvaro García, presidente del Congreso boliviano y vicepresidente del país.
Los vehículos que no sean legalizados en un plazo adicional de 90 días -después de los 15 días de amnistía- "pasarán a propiedad del Estado", advirtió García.
El poderoso gremio de los choferes anunció para los póximos días cortes de rutas en todo el país en rechazo a la ley, según anunció el ejecutivo de la Confederación de Choferes, Franklin Durán.
"Se ha resuelto que las federaciones organicen los bloqueos de caminos", en contra de la norma que legaliza autos de contrabando, dijo el hace dos días Durán, tras una reunión de emergencia de ese gremio.
Los vehículos ingresados de contrabando están mayoritariamente concentrados en las zonas cocaleras de los Yungas y el Chapare, región cuyo líder sindical es el presidente Morales y donde circulan masivamente estos autos sin placas.
Según cálculos extraoficiales, la legalización de los vehículos de contrabando generará al Estado ingresos de hasta 200 millones de dólares que "definitivamente van a ayudar a curar las heridas que el déficit fiscal va a dejar", opinó Daniel Sánchez, presidente del gremio empresario.
Durán dijo además que "se habla de la subvención de 1.000 millones de dólares (anualmente a los combustibles, para evitar el alza del pasaje); si se aumenta el parque automotor en 100.000 vehículos más (con la legalización), estaríamos hablando de 150 millones de dólares más" de subvención.
Los choferes y los sindicatos lograron con una masiva huelga que Morales retirara a fines del año pasado un impopular aumento en el precio de las gasolinas de hasta 82%, cuyo fin era suspender la subvención al combustible.