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viernes, 17 de octubre de 2014

El último adiós: cómo afrontar la muerte de una mascota

Por Diana Barrantes
La mayoría de nosotros ha experimentando aquella sensación de ser recibido en la puerta de casa con un perro meneando la cola y desbordando felicidad por nuestra llegada, o por un gato que al recibirnos se enrosca entre nuestras piernas y ronronea suavemente como forma de saludo. Gracias a estos gestos de cariño y lealtad, nuestras mascotas se convierten día a día en nuestros en mejores amigos e incluso en un miembro más de nuestra familia.
Sin embargo, ¿qué pasa cuando el tiempo de nuestros compañeros finalmente llega a su fin? Al igual que la pérdida de un ser querido, la muerte de una mascota puede ser muy dolorosa. Aún cuando no lleguen a decirnos lo que sienten, silenciosamente nos acompañan brindandonos amor incondicional. Es por esa razón que cuando ocurre la muerte de uno de nuestros fieles amigos, muchos de nosotros experimentamos los mismos sentimientos de dolor y angustia que sentiríamos con la pérdida de un padre o hermano.
Es muy importante poder aceptar estos sentimientos como normales y comprender que pasaremos por una etapa de duelo, como lo haríamos con cualquier otro ser querido.
PARTIDA DE LA MASCOTA POR VEJEZ

Por lo general, cuándo un perro pasa los 7 años es considerado anciano, aunque puede variar según la raza, ya que algunas de ellas, especialmente las que son grandes, llegan a la vejez mucho antes que los de talla pequeña, que pueden llegar a vivir hasta los 11 o 12 años.
Una de las primeras señales de una vejez avanzada es el cambio en los hábitos alimenticios. Se puede notar una marcada pérdida de apetito o por el contrario una sobrealimentación. En el caso de que el perro pierda el apetito, es muy probable que las ganas de beber también puedan desaparecer.
Otra característica de la vejez en los perros es que su rendimiento físico disminuya. Es muy posible que la mascota, que de joven te acompañaba a todas partes, ahora prefiere quedarse en casa a descansar o se agote rápidamente luego de un breve paseo. Este es un síntoma inequívoco de que su cuerpo está cansado y de que sus años de juventud han llegado a su fin. Es mejor comprender esta etapa, ya que si le exiges demasiado podría llegar a sufrir de enfermedades a los huesos o al corazón.
En el caso de los gatos, cuando se encuentran enfermos o con alguna dolencia tratarán de disimularlas instintivamente, ya que esto les ha servido de protección contra depredadores. Sin embargo, lo más probable es que sufra de dolores articulares o enfermedades a la piel. En muchos casos comenzará a caminar más despacio y no estará tan animado por sus juguetes.
Al llegar a la vejez, el comportamiento de la mascota va cambiando paulatinamente, así sea un perro, un gato u otro animal. Quizá se vuelva más pasivo y tolerante o por el contrario más consentido, irritable y dependiente de los dueños. Cuando te percates de estos cambios, es recomendable que respetes su condición y no esperes que sea la misma mascota juguetona de antes. Trata de encontrar otras maneras para acompañarlo en su etapa de vejez.

CIRCUNSTANCIAS FORTUITAS

Si bien no todos asimilan la muerte por igual, en la mayoría de los casos cuando ocurre de improviso, ya sea por atropello o envenenamiento, el dolor viene acompañado por un sentimiento de culpa e incluso, si es prolongada, ocasionar una depresión crónica debido a lo traumático que puede llegar a ser.
Si no existe rastro de negligencia que haya provocado su muerte, es importante no culparse a uno mismo por lo que le pasó a la mascota. No podemos predecir cuando ocurrirá un accidente, y hablar de ello en términos de culpabilidad puede provocar un dolor innecesario e incrementar el sufrimiento.
El enojo es también un sentimiento profundo que se puede experimentar al momento de la pérdida, y puede estar dirigido hacia uno mismo por no haber auxiliado a tiempo a la mascota, al hombre que conducía con exceso de velocidad y finalmente lo atropelló o al veterinario que falló al no salvar su vida. Existen miles de razones, pero muchas veces son injustificadas, y en su mayoría, estas preocupaciones distraen con cumplir el proceso de duelo.

¿QUÉ HACER DESPUÉS?

Luego de la muerte de la mascota debes elegir qué harás con los restos. Este momento es sumamente difícil porque se está lidiando con el dolor de la pérdida, y eso puede ser un impedimento para encontrar la manera adecuada de sepultarlos. El entierro es una de las opciones, que puede ser en el jardín de la casa o en un lugar cercano. La cremación es otra  alternativa, incluso más económica, que te permite conservar las cenizas, enterrarlas o esparcirlas en su lugar favorito o tenerlos en una urna como recuerdo.
En el Perú existe una empresa innovadora llamada “Pet Forever” que provee de servicios completos de cremación de mascotas. El servicio incluye el traslado de la mascota, la incineración, las urnas donde se colocarán los restos, recuerdos que pueden acompañar el envase y el envío de los restos a domicilio.
“Actualmente, la mayoría de personas tiende a vivir en departamentos, por eso no tienen espacio para enterrarlos ni disponibilidad de tiempo para hacerlo. Es por esta razón que aparte de dar un servicio de cremación les brindamos seguridad y transparencia, ya que los dueños pueden estar al lado de la mascota durante todo el proceso”, explica Angelo Iparraguirre de Pet Forever.
Aceptar con tranquilidad que la muerte es una etapa inevitable de todos los seres vivos y poder apreciar los últimos momentos de la mascota, ayudará a aliviar la pena que se siente en esos momentos. Así también, al momento de recurrir a la ayuda de un veterinario, es apropiado saber el periodo que posee la mascota para compartir sus últimos momentos y brindarle la mejor calidad de vida posible.RPP