Lo Último

.

.

domingo, 5 de julio de 2015

Carlitos, el gran ausente en el once del Tata

Nicolás Montalá
Relegado por Martino, Tevez sufrió la final desde el banco y en los penales arengó a sus compañeros. Carlitos no tuvo la chance de dejar su huella: una verdadera pena.
El Apache jugó poco, pero le dio la clasificación a Argentina contra Colombia.Una cajita de cristal. Prolija. Inmaculada. Sin imperfecciones. El Tata Martino, preocupado más por neutralizar el fútbol de Chile que hacer brillar el oro propio, propuso jugar un partido sin sorpresas. Todo sabido de antemano, previsible y aburrido. Frío y cerebral.
El entrenador argentino, al fin y al cabo, apostó al cemento antes que al potrero. Fue a lo seguro. Ahí lo vimos entonces, sentadito y con frío, a Carlitos Tevez en el banco de suplentes. El corazón, la sangre. El DT respaldó a esos jugadores que lo transportaron a la final y dejó al jugador del pueblo de la línea para afuera.
Había cierta sensación de que el Apache estaba predestinado a redimirse en esta Copa América. Que el destino lo perseguiría, lo alcanzaría y no lo dejaría irse de Chile sin gloria. El penal, el séptimo penal en la agónica definición ante Colombia, lo había encontrado casi de casualidad.
El Tata, en otra apuesta de peso, lo había marginado de los primeros seis ejecutantes quizá para protegerlo luego del remate que erró en la Copa 2011. Justo a él, el que cayó mil veces y se levantó siempre. El que se convirtió en ídolo en todos los equipos por los que pasó…
Muchos en el laburo, la parada de colectivos o en el kiosco, hoy estarán discutiendo por qué Carlitos miró otra final desde afuera. El Mundial, también con otro fallo insólito de Higuaín, lo había visto mientras jugaba al golf, enojado con más de uno por haberlo dejado sin Brasil 2014.
Y anoche, vaya paradoja, la Selección otra vez tropezó con la misma piedra. Tevez, MVP del Calcio con 20 goles y finalista de la ultima Champions League, terminó arengando a cada uno de sus compañeros antes de los penales. Una función demasiado secundaria para alguien de su estirpe. Qué pecado.
OLE