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lunes, 29 de febrero de 2016

La demanda mundial de carburantes alcanzará su máximo en 2035

Un trabajador en una fábrica de Hyundai en Corea del Sur en febrero pasado. El panorama en el mercado de la energía ha cambiado radicalmente en solo 18 meses y el barril de petróleo a 100 dólares se ve ahora como un sueño. La debilidad del crecimiento global, la moderación de la actividad en China y la batalla de los productores de crudo explican la tensión que vive el mercado.
A medio y largo plazo, la bajada del consumo por la mayor eficiencia de los motores y la aún lenta pero constante penetración de los coches eléctricos, tomarán el relevo de estos factores y han trastocando las previsiones de inversión de las petroleras, que predicen que la venta mundial de carburantes tocará techo en 2035.
El futuro del transporte es eléctrico. O, al menos, la tendencia es que se refuercen los incentivos que aceleren la transición para reducir la dependencia en los combustibles fósiles. Tesla presenta a final de marzo su primer utilitario a baterías para el mercado de masas, a un precio que empieza a ser asequible. General Motors vuelve a intentarlo con la venta este año del pequeño Chevy Bolt mientras que Porsche desarrolla deportivos sin motor de combustión interna.
El pasado Salón de Detroit fue el escenario que utilizó Audi para la puesta de largo del H-Tron Quattro, pensado para un futuro en el que el hidrógeno sustituye a la gasolina. Es la apuesta de Lexus con el LF-FC, aunque para que estos dos modelos se hagan realidad necesitan que se implante la infraestructura que permita desarrollar su tecnología. La alternativa más viable de momento son los híbridos enchufables, como el Pacifica de Chrysler, el Ford Fusion Energi o el BMW 330e.

Las opciones para el consumidor no faltan y el anticipado auge del coche eléctrico empieza a trastocar los cálculos de que hacen petroleras como ExxonMobil y BP, que proyectan que la flota de vehículos alternativos representarán el 4% de las ventas globales en 2030 y el 5% en 2040. La lógica es que este tipo de vehículos sean más caros que los automóviles a gasolina, y, más aún, con el barril negociándose a 30 dólares.Cambio de tendencia

Mucho más ambiciosos son los cálculos de Bloomberg New Energy Finance, según los cuales la próxima década será la del coche eléctrico y proyecta que el 35% de los coches que se vendan en 2040 tendrán enchufe. Actualmente es el 1% de las ventas totales. El precio de las baterías seguirá cayendo, explican, conforme los fabricantes introduzcan nuevos modelos.
Las ventas de coches eléctricos crecieron el año pasado un 60% y la compañía Tesla proyecta que se mantendrá hasta 2020. Es una progresión similar a la que está registrando la instalación de paneles solares en estructuras residenciales e industriales. Si se mantiene el ritmo, tendrá un efecto sobre la demanda de crudo que Bloomberg estima en dos millones de barriles diarios en solo una década. La distorsión, anticipan, será como el que provocó el desplome de 2014.
Los técnicos que han elaborado el estudio reconocen, sin embargo, que el petróleo a los niveles actuales podrá retrasar el proceso, por lo menos durante los próximos cuatro años y dejaría la tasa de adopción del coche eléctrico en el 25% para la fecha indicada. Para que se cumpla su proyección, el barril de crudo debería volver a estar entre los 50 y los 70 dólares. A corto plazo, por tanto, no se espera que las ventas de coches eléctricos superen el 5% en la mayor parte de los países.
En la actualidad hay 1.200 millones de vehículos comerciales y de pasajeros circulando por todo el mundo y la estimación es que esta cifra se doble en dos décadas por el impulso de la clase media en los países emergentes. BP admite, sin embargo, que la demanda de gasolina alcanzará su máximo en 2035 por la eficiencia que están logrando los motores a combustión. Si un coche puede recorrer 50 kilómetros con 3,7 litros, en 15 años serán 80 kilómetros.

El coche eléctrico no frena

El desplome del precio de petróleo frenará a corto plazo a las ventas de coches eléctricos. Pero, tal y como advierte Scott Keogh, ejecutivo de Audi, la industria no tiene otra opción que avanzar hacia la plena electrificación porque el coste del combustible volverá a subir. Pero, sobre todo, porque la normativa que se aplica a las emisiones es cada vez más restrictiva.
Además, las petroleras obviaron en la ecuación la rapidez con la que se está desarrollando la tecnología para la fabricación de las baterías, lo que está permitiendo un mejor rendimiento de los vehículos eléctricos y una reducción considerable del precio. Tesla, en paralelo, está realizando una importante inversión para mejorar y ampliar su producción.
El mayor reto, coinciden analistas y fabricantes, es la infraestructura necesaria para cargar las baterías eléctricas, en mundo de gasolinera. “Predecir el momento del cambio es difícil, pero cuando sucede, todo será diferente”, concluye el estudio de Bloomberg en referencia a la introducción del iPhone, la televisión en color e, incluso, la gasolina. EP