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sábado, 25 de junio de 2011

Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar continúa gira en Argentina

Los conciertos que ofreció la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar el miércoles y el jueves en Río de Janeiro, en su recién restaurado Teatro Municipal, no fueron interpretados sólo como eventos musicales. Los músicos venezolanos seguirán la gira en Argentina, con la compañía del maestro José Antonio Abreu y el director Gustavo Dudamel.

“Para nosotros la venida de la Sinfónica Simón Bolívar es el mayor y mejor regalo que podemos tener para que nuestras orquestas infantiles y juveniles, que hemos creado aquí en Río de Janeiro copiando a El Sistema venezolano”, dijo Mauricio Carneiro, director de la Orquesta Sinfónica Mariuccia Iacovino, en Campos.

“El hecho de que la orquesta Simón Bolívar haya venido ya es un motivo de estímulo y una manera de decirnos a los brasileros que es posible ganarle a la mediocridad, a la indiferencia, a la pobreza y a la violencia a través de la música, porque la música es la esencia de la vida y es lo que hace que el hombre justifique su presencia sobre la tierra”, señaló Marlon Nobre, reconocido compositor brasilero que está escribiendo una obra especialmente para la Sinfónica Simón Bolívar.

La Séptima Sinfonía de Mahler fue audaz: es una sinfonía en la que siempre están aconteciendo muchas cosas, con instrumentos que dialogan entre sí y se superponen entretejiendo texturas intrincadas. Es una obra poco tocada y menos por una orquesta de jóvenes como es el caso de la venezolana formada en El Sistema. Lo que se oyó fue una Séptima con ideas propias”, señaló el crítico Eduardo Fradkin de O Globo.

En el segundo concierto, la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar interpretó Daphnis y Chloe de Ravel, Santa Cruz de Pacairigua, del compositor venezolano Evencio Castellanos; la Sinfonía India de Carlos Chávez y Pájaro de fuego de Stravinsky.

“El programa es bello en el sentido de que valora todas las filas de la orquesta. Se trata de obras centrales del siglo XX que la orquesta toca con perfección, con novedades en su sonido y le pone un fuego sagrado como si las obras se escucharan por primera vez. Parecía como si el Pájaro de Fuego de Stravinsky estuviera naciendo y Ravel estaría felicísimo de escuchar la nueva llama que alienta su Daphnis y Chloe. Estamos frente a algo muy grande, pues Venezuela le está dando al mundo algo nuevo en este XXI”.

En las sillas de terciopelo rojo, y los palcos de arquitectura neoclásica del Teatro Municipal de Río no se quedó nadie sentado. De pie ovacionaron a la orquesta que los recompensó con tres bises: el Danzón Nº2 de Arturo Márquez; la Danza brasilera de Camargo Guarnieri y una pieza que ha sido tocada muchas veces, pero que el público sigue esperando siempre: el Mambo de Leonard Benrstein, que fue el bis más aplaudido. Sobre el frío mármol del teatro, los venezolanos recibieron una calurosa despedida.