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domingo, 11 de diciembre de 2011

AVN: Para los damnificados por las lluvias la esperanza viste de militar


La Agencia Venezolana de Noticias publicó este domingo una crónica donde se refleja la labor que realiza el Gobierno Nacional, en conjunto con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, para atender a más de 2.968 personas que están en calidad de refugiados en el estado Zulia.
Lea el texto a continuación:
Península de La Guajira , 11 Dic. AVN (por Edgar Ramírez ).- “Nosotros lo hacemos porque es nuestra responsabilidad y estamos preparados para eso: defender al país de cualquier amenaza, así sea natural”, dijo con clara convicción el teniente Morales Briceño, encargado del refugio instalado en la U.E Arongel Abreu Semprum, en el sector Los Filuos, parroquia Guajira, en el estado Zulia. Para el día sábado se contabilizaban 256 personas atendidas en ese lugar.
La difícil situación por la que atraviesan las 2.968 personas que están transitoriamente en los 29 refugios dispuestos en la Guajira es penosa, a pesar de los grandes esfuerzos que el gobierno nacional adelanta en este sentido. La misión Vivienda, el ministerio del poder popular para los Pueblos Indígenas y la alcaldía local se han articulado para resolver el problema.
Hasta el momento, la región zuliana ha sido la más afectada por las torrenciales lluvias que han azotado al país las últimas semanas. Sin embargo, el embate climatológico no se compara con el ocurrido el pasado año, cuando la cota de la presa Manuelote alcanzó el máximo (unos 52 metros) y se desbordó.
Según nos contó el joven militar el día comienza con un “pase de revista” para examinar a las personas instaladas en el refugio. Personal médico los evalúa, mientras los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas Bolivarianas levantan un informe de las necesidades.
Marta Rodríguez, habitante de la zona, lleva dos semanas en el albergue porque en su casa aún hay unos 10 centímetros de agua luego del primer temporal. Asegura que a pesar de que reciben diariamente los alimentos y son bien tratados, tienen carencias de algunas medicinas para la población infantil. “Nosotros preferiríamos estar en nuestras casas, pero no podemos porque el agua aún no se ha salido”, explicó.
Posterior al chequeo médico algún integrante de cada familia se traslada a su vivienda para ver si el nivel de la inundación les permite regresar. “Además, para darle comida a los animalitos (en su mayoría gallinas y perros) y cuidar la casa porque hay mucho bandido que aprovecha la situación”, dice Cindi Castillo quien aseguró que el año pasado le robaron las pocas pertenencias que tenía.
Durante el día las mujeres se dedican a cuidar a los niños, mientras tejen coloridas mantas guajiras para vender en el mercado. Por su parte, los hombres wayuu (dedicados casi en exclusiva a procrear, pues es una sociedad netamente matriarcal) buscan algún trabajo temporario o “marañita”, a decir de ellos mismos.
 Al caer la noche, la familia se reúne nuevamente en el refugio para dormir. Durante el recorrido de AVN, el día sábado, estrenaban las camas literas donadas el día anterior por la ministra para los pueblos indígenas, Nicia Maldonado. A pesar de que estaban altamente agradecidos por el donativo, señalararon que a diferencia del alijuna (persona no wayuu) ellos por costumbre ancestral duermen en chinchorros.

El personal militar a cargo de los refugios coincidió en lo arraigado de la cultura wayuu y lo fuerte de sus tradiciones. “Les gusta andar descalzos porque están acostumbrados al contacto directo con la tierra”, aseguro el sargento Arrieta Miguel, encargado del refugio habilitado en el antiguo Ince, en Arepeta, sector Virgen del Carmen, en la parroquia Guajira.

Comentó que los niños salen corriendo a ponerse sus alpargatas o cholas cuando llega la hora de la revista, porque él siempre los regaña por estar “en puro pie”. “Intentamos respetar sus costumbres, lo de los zapatos es por simple precaución ante un corte o algo que requiera atención medica”, dijo.

El teniente Monsalve Rubio, encargado del refugio ubicado en el Terminal Los Filuos, explicó que reciben de la XIII Brigada de Paraguaipoa todos los materiales y alimentos para distribuirlos entre los damnificados. La dieta consta de pastas (largas y cortas), mortadela, sardinas, atún, arroz, gelatina, café y pulpa de frutas. Para los infantes hay papillas y lácteos. Además se reparten algunos artículos de higiene personal y pañales.

El Sargento Ramos Edicson, encargado del refugio habilitado en La Moina, dijo que la relación con los civiles ha cambiado radicalmente. “Antes las personas le tenían miedo a los militares, ahora es distinto. Se acercan a exponer sus necesidades porque saben que estamos dispuestos a hacer lo que podamos. 

Cada cual tiene un trabajo y una responsabilidad, nosotros, tratamos de cumplir la nuestra”, aseveró.
Destacó, además, la gran cantidad de hombres y mujeres wayuu que ingresan en las filas de las FANB. “Es una gran oportunidad para ellos”, subrayó.

La etnia wayuu se encuentra en la Península de la Guajira, siendo la población indígena más numerosa de Venezuela. Hablan el wayuunaiki que tiene una filiación lingüística arawaka.

Según las evidencias antropológicas, los wayuu provienen del Amazonia, aunque su cosmogénesis señala que son producto de la unión entre Juya (el invierno) y Mma (la tierra). Otra versión asegura que son la cuarta generación de un demiurgo llamado Ma’ leiwa.