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martes, 23 de abril de 2013

Instrucciones para celebrar el Día Internacional del Libro como un buen venezolano

 Ya se sabe que una cosa es el patriotismo y otra el patrioterismo. Hay gente que cree necesario odiar el fútbol español para sentir un amor más puro por el torneo venezolano; y eso se respeta, pero hoy es el Día Internacional del Libro y no es de balompié que se hablará en estas líneas, sino de globalización.

¿Por qué no directamente de libros? Porque el libro no es nunca el objetivo, sino un instrumento –el más efectivo– para que el hombre alcance sus fines intelectuales y espirituales.
Mucha de la polémica que rodea la palabra globalización tiene que ver con el miedo a que se pierdan los valores que marcan nuestra individualidad como sociedad, pero lo que no muchos parecen considerar es que diciéndole al mundo cuán buenas son las cosas que tenemos en Venezuela, jamás seremos suprimidos por ningún tipo de alienación.
Aunque nuestra literatura no surgió evidentemente por generación espontánea, sí habrá que decir que en Venezuela el legado de franceses, griegos, ingleses, norteamericanos, mexicanos, argentinos o españoles tomó voz propia a través de nuestra circunstancia. Por eso, he aquí unas instrucciones para celebrar el Día Internacional del Libro como buen venezolano y combatir los efectos secundarios de la globalización.
1. Convoque en su casa una reunión. No compre ron porque mañana es miércoles, pero acomódelos con sangría y tequeños.
2. Consígase el “Repertorio Poético de Luis Edgardo Ramírez” y colóquelo en la mesita del televisor de la sala para que todos los invitados se lo vean apenas lleguen y se propicie una tertulia literaria del tipo nostálgica. Si no tiene uno, no se preocupe, siempre habrá un vecino al que se lo podrá pedir prestado con la excusa de un trabajo para la escuela del muchachito.
2. La Biblia que tiene en el atril junto a la puerta, quítela de ahí y póngala sobre la mesa de la cocina para que le dé espacio a “Humor y Amor”, de Aquiles Nazoa. Déjelo abierto donde dice: “La señora Paquita de la Masa, ricacha de esta era, se compró hace algún tiempo una nevera y la instaló en la sala de su casa en donde se la ve todo el que pasa…
3. Procure que entre sus invitados haya un llanero que se sepa Rosalinda, y otro que sepa tocar cuatro para que le haga el fondo al primero mientras declama.
4. La idea de dejar la Biblia en la cocina tiene que ver con que ese es casi siempre el lugar para el pecado. Atacándoles la culpa, usted evitará besos furtivos y metederas de manos entre los invitados que siempre se escapan y que a buscar hielo.
5. Invite a unos cuantos escritores amigos suyos y dígales, aunque usted no lo crea así, que “Rómulo Gallegos no escribió Doña Bárbara porque eso es mucho camisón pa’ Petra”. Deje el problema encendido y vaya a la cocina a buscar hielo.
6. Si alguien le sale con algo de Rimbaud, repíquele con algo de Ramos Sucre. Si empiezan a hablar de “Two and a half men”, sáquele usted “La pandilla de los siete”, que si Servando, que si Alí Primera, que si canciones, que si poesía… Y vuelva a retomar el tema de los libros recordando a Gustavo Pereira o a Cruz Salmerón Acosta.
Improvise usted mismo el resto de los pasos. Si se le ocurre una idea mejor que la de un sarao literario, ejecútela. Lo importante es que de alguna manera se celebre al libro y que no nos olvidemos de que en Venezuela también hay grandes motivos para estar de fiesta.
Néstor Luis González