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martes, 3 de diciembre de 2013

INTERNACIONALES

España mejora ligeramente en PISA pero sigue por debajo de la media de la OCDE

El informe PISA 2012 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que mide cómo manejan los chicos de 15 años de 65 países y regiones (se incluyen, por ejemplo, Shanghái y Hong Kong por separado) sus conocimientos en matemáticas, lectura y ciencias, vuelve a dejar a España por debajo de la media de los países desarrollados. Los alumnos españoles han tenido en matemáticas (destreza en la que se centra esta vez el examen) de media 484 puntos (en 2009, fueron 483), frente a los 494 de la media de la OCDE. Esto le coloca en el puesto 33 de los países participantes. Entre todos ellos, destacan los alumnos asiáticos y, por encima de los demás, Shanghái, con 613 puntos. Le siguen Singapur (573), Hong Kong (561), Taipéi (560) y Corea del Sur (554). Finlandia, el paradigma en las últimas ediciones de la excelencia educativa, ha caído hasta el puesto número 12, con 519 puntos. 
Esta vez, el más famoso de los informes internacionales, constantemente utilizado como imagen de la mala situación de la educación en España, apunta algunas señales de mejora. En lectura, obtiene 488 (en 2009 fue 481) frente a una media OCDE de 496. Y en ciencias 496 (en 2009 fue 488) mientras la media OCDE es 501.
Pero, volviendo al área principal de la evaluación de 2012, las matemáticas, la evolución refleja muy poca variación con respecto a la media en 2003, cuando esta prueba internacional que se celebra cada tres años también se centró en esa competencia, España tuvo entonces 485, mientras que la media de la OCDE fue de 500. "PISA define competencia matemática como la capacidad de los individuos para formular, emplear e interpretar las matemáticas en diferentes contextos. O, en otras palabras, pretende describir las capacidades de los individuos para razonar matemáticamente y utilizar conceptos, procedimientos, datos y herramientas matemáticas para explicar y predecir fenómenos", explica el blog del Instituto de Evaluación del Ministerio de Educación.
Por comunidades, de las 14 que aumentado la muestra de examinados para tener datos propios (Canarias, Castilla-La Mancha y Comunidad Valencia han preferido no hacerlo), la mitad están por debajo de la media de la OCDE en matemáticas: Cataluña (493), Cantabria (491), Galicia (489), Baleares (475), Andalucía (472), Murcia (462) y Extremadura (461). La otra mitad, claro, por encima: Aragón (496), Asturias (500), La Rioja (503), Madrid (504), País Vasco (505), Castilla y León (509) y, prácticamente al nivel de Finlandia y Canadá, Navarra (517).  
Entre los especialistas y los políticos suele haber dos lecturas muy distintas de este informe: los que aseguran que los resultados españoles en PISA son un desastre o, por lo menos, que muestran un sistema instalado en la mediocridad e incapaz de mejorar, y los que aseguran que, teniendo en cuenta que los resultados estadísticos tienen una desviación típica de 100 puntos sobre una media de 500, el país está dentro de la gran masa de países, quizá claramente por debajo de países como Finlandia o Corea del Sur, pero muy cerca de Francia o Estados Unidos. 
Aunque uno de los éxitos del informe es la simplicidad de la calsificación de países, los propios responsables de PISA advierten que, por el margen de error estadístico, lo más ajustado sería un rango de países cuyos puestos podrían ser intercambiables. En matemáticas, España estaría así en PIA 2012 en el mismo rango que Lituania, Noruega, Portugal, Italia, Rusia, Eslovaquia, Estados Unidos, Letonio y Hungría. 
Todos los informes PISA han señalado para España un mismo patrón: su escuela es buena en equidad (en 2009, el 36% de los alumnos más pobres alcanzaron las notas más altas, frente al 31% de media OCDE), pero que falla en excelencia: tiene muy pocos estudiantes en los niveles más altos de destrezas: un 8% en matemáticas en 2012 frente al 12% de los países desarrollados. En los niveles bajos, España tiene los mismos que la media: 23%.
El informe PISA trata de medir cada tres años, no los conocimientos de los chavales en asignaturas concretas, sino si los alumnos saben usar bien esos conocimientos, es decir, las destrezas. En los últimos años, a medida que la influencia del estudio ha ido creciendo exponencialmente, también han aumentado las críticas, no solo a los usos partidistas o distorsionados que en ocasiones se hacen de él, sino las que cuestionan la fiabilidad misma del estudio.