Entre música, oraciones y reclamos de justicia a las autoridades de Estados Unidos, Antonio Zambrano Montes, un mexicano asesinado en febrero por policías en la ciudad estadounidense de Pasco, Washington, fue enterrado el sábado en una pequeña comunidad rural de Michoacán (oeste).
“Queremos justicia de las autoridades estadounidenses, y queremos que el gobierno de México le exija a sus homólogos para que este artero crimen no quede impune” dijo a la AFP María Montes, tía del mexicano asesinado el 10 de febrero.
Familiares y amigos llegaron al entierro vestidos con playeras blancas con la leyenda que decía: “exigimos justicia”.
Con oraciones y canciones típicas de la región, sus padres y 14 de los 16 hermanos que aún viven rodearon el féretro de metal gris, en un panteón del municipio de Aquila, en Michoacán, para dar el último adiós a Zambrano Montes.
“Lo trataron como un delincuente, cuando realmente mi sobrino no era malo, no le hacía daño a nadie, el se defendió de los policías con piedras y el video muestra cómo ellos le dispararon hasta en 17 ocasiones”, añadió María desconsolada.
El cuerpo de Zambrano Montes, uno de los tres mexicanos indocumentados asesinados por policías de Estados Unidos en menos de un mes, fue repatriado el viernes a México.
A la muerte de Zambrano se suman la de Ernesto Javier Canepa Díaz, muerto el 27 de febrero a consecuencia de los disparos que le propinaron oficiales del condado de Orange en California y la de Rubén García Villalpando, el 20 de febrero en el distrito de Tarrant, en Texas.
El gobierno de México emitió el lunes una enérgica condena y expresó su profunda “consternación y molestia” por el uso excesivo de la fuerza policial en los tres casos.
Al menos 74 mexicanos han muerto desde 2006 a manos de agentes de la Patrulla Fronteriza y de policías estadounidenses, y solamente en nueve casos se ha obtenido un resarcimiento económico en favor de sus familiares.
