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martes, 27 de diciembre de 2011

Conozca los síntomas, diagnóstico y tratamiento del cáncer de tiroides


El cáncer de tiroides es el cáncer endocrinológico más frecuente y, aunque el diagnóstico de esta enfermedad suele ser aterrador, el pronóstico es usualmente bueno.

La mayoría de los tipos de formación celular maligna en la tiroides son fácilmente curables con cirugía. Rara vez produce dolor o incapacidad y el tratamiento es efectivo y fácil de tolerar en las formas más comunes de la enfermedad.

Síntomas y causas

El principal signo del cáncer de tiroides es un nódulo o bulto en la glándula. El paciente puede no notar la protuberancia, pero ésta puede ser descubierta mediante un examen físico. En algunos casos puede producir dolor en el cuello, mandíbula u oídos. En casos avanzados produce dificultad para tragar o respirar.
Las causas más comunes son exposición a radiaciones y antecedentes familiares de la enfermedad. Aunque no se conocen específicamente los factores de riesgo, la enfermedad es más frecuente en personas mayores de 40 años.

Diagnóstico

Una punción con aguja fina de un nódulo tiroideo es la evaluación que debe realizarse para diagnosticar cáncer de tiroides.

Especialistas indican que también puede hacerse después que el nódulo es removido durante la cirugía.

Aunque los nódulos tiroideos son muy comunes, menos de 1 en cada 10 contiene un cáncer de tiroides. Sin embargo, existen diferentes tipos de cáncer ligados a esta glándula.

Uno de los más comunes es conocido como cáncer papilar de la tiroides y constituye aproximadamente del 70% al 80% de todos los cánceres de tiroides.


El cáncer papilar de la tiroides puede ocurrir a cualquier edad. Pacientes con esta patología tienen una expectativa de vida muy larga, se estima que 1 de cada 1.000 personas en los Estados Unidos tiene o ha tenido este tipo de cáncer.

El cáncer papilar tiende a crecer lentamente y a extenderse primeramente a los ganglios linfáticos del cuello. A diferencia de otros tumores, el excelente pronóstico del cáncer papilar no se ve afectado por la extensión de este cáncer a los ganglios linfáticos.

Otro diagnóstico es identificado como cáncer folicular de tiroides y constituye aproximadamente del 10% al 15% de todos los cánceres de tiroides en los Estados Unidos, tiene la tendencia a ocurrir en pacientes algo mayores que en el cáncer papilar.

Tratamiento y seguimiento

El tratamiento primario de todas las formas de cáncer de tiroides es la cirugía.
En estos casos, se recomienda extraer toda la glándula, o la mayor cantidad de tejido tiroideo. luego de la intervención, los pacientes necesitan tomar hormona tiroidea de por vida.

Con frecuencia, el cáncer de tiroides se cura con solo con la cirugía, especialmente si el cáncer es pequeño, pero, en algunos casos, si el cáncer es grande o si se ha extendido a los ganglios linfáticos del cuello el yodo radiactivo puede ser utilizado como una “bala mágica” para destruir las células tiroideas cancerosas que puedan quedar después sacar la glándula tiroides con la cirugía.


La explicación es que las células tiroideas normalmente concentran el yodo de la sangre para usarlo en la producción de las hormonas tiroideas. En contraste, las células cancerosas de la tiroides captan sólo una pequeña cantidad de yodo. Sin embargo, los altos niveles circulantes de la hormona estimulante de la tiroides (TSH) pueden estimular a las células cancerosas de la tiroides para que capten cantidades significativas de yodo.

Otras recomendaciones para en tratamiento de esta enfermedad, previa recomendación médica, es seguir una dieta baja en yodo antes de la dosis de yodo radioactivo con el fin de aumentar la efectividad del tratamiento. Un centellograma del cuerpo entero puede determinar si existen células tiroideas que necesiten ser destruidas.

El tratamiento con yodo radiactivo es seguro y es bien tolerado, incluso en casos de cáncer de tiroides que ya se había extendido a los pulmones.
Tras la operación y el tratamiento con yodo, los pacientes tratados deben hacer un riguroso seguimiento, ya que este cáncer puede recurrir, a veces después de muchos años del tratamiento inicial aparentemente exitoso.

El seguimiento incluirá exámenes físicos cuidadosos, análisis de sangre para determinar si se necesita algún cambio en la dosis de hormona tiroidea.

Además de las pruebas sanguíneas de rutina, el médico podría repetir el centellograma o rastreo del cuerpo entero periódicamente para determinar si todavía persisten células tiroideas.

No obstante, a pesar de la complejidad del tratamiento, el pronóstico del cáncer de tiroides es muy bueno, en especial, en pacientes menores de 40 años. En este sentido, se ha determinado que solo 1 de cada 100 pacientes como este habrán muerto de cáncer de tiroides 25 años más tarde.

El pronóstico no es tan bueno en pacientes mayores de 40 años con tumores mayores de 4 centímetros (1 ½ pulgadas) de diámetro. Sin embargo, aún aquellos pacientes que no se pueden curar del cáncer de tiroides suelen vivir por mucho tiempo y sentirse bien a pesar del cáncer.

Con información de Thyroid.org