Una de las numerosas dudas sobre España se desvanece. Eurostat, la oficina estadística europea, ha validado esta mañana el déficit público español de 2011, después de las dudas expresadas en Bruselas durante las últimas semanas. El Gobierno socialista sostuvo hasta el final que el déficit no se desviaría más que unas décimas del 6%, pero el equipo económico de Rajoy elevó esa cifras hasta el 8% al llegar a La Moncloa y lo dejó finalmente en el 8,51% del PIB, lo que llegó a provocar todo tipo de suspicacias: algunos países —y analistas— pensaban que la cifra estaba hinchada; otros sostenían exactamente lo contrario, que en realidad el dato real era aun peor.
Ese 8,5% de déficit es uno de los agujeros en las cuentas públicas más abultados de Europa. Y ha sido utilizado como baza negociadora por el Ejecutivo para reclamar una flexibilización del objetivo de este año. Rajoy apeló a la soberanía nacional para dejar la meta de 2012 en el 5,8%, pero finalmente la presión de Alemania llevó al Eurogrupo areclamar un esfuerzo mayor, hasta dejar el nuevo objetivo en el 5,3% (cinco décimas por encima de lo que pretendía el Gobierno, pero nueve décimas más que lo pactado en un principio).En las últimas misiones enviadas por Bruselas a Madrid, los funcionarios de Eurostat escrutaron con detalle esos números, así como la deuda pública. Por el camino, España se ha ganado varios toques de atención de la Comisión Europea, que ha manifestado su incomodidad con el baile de cifras, algo habitual en los cambios de Gobierno (incluso autonómicos) en España.
Para 2013 el objetivo se mantiene en el 3% del PIB, pese a que hay varios países que podrían unirse a la pretensión española, no declarada oficialmente, de alargar ese plazo para evitar que la recesión confirmada hoy por el Banco de España.
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