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viernes, 6 de marzo de 2015

BBC Mundo: el fundador de al Qaeda que cambió de bando y espió para Reino Unido

Aimen Dean es un miembro fundador de Al Qaeda que cambió de bando en 1998 y se convirtió en espía para los servicios de seguridad e inteligencia de Reino Unido, MI5 y MI6.
En una entrevista con el periodista de la BBC Peter Marshall, cuenta su trayectoria y describe sus años de trabajo en Afganistán y en Londres como uno de los periodos más valiosos de la lucha de Occidente contra la militancia islamista.

Inicios en Bosnia

Dean creció en Arabia Saudita, país que se oponía a la ocupación soviética de Afganistán de 1980 y donde, por consiguiente, la yihad militar era considerada un concepto noble.
Era un adolescente cuando Yugoslavia se disolvió y los musulmanes bosnios se vieron amenazados por los nacionalistas serbios.
Fue entonces cuando él y un amigo, Jalid al Hajj, quien más adelante sería el líder de Al Qaeda en Arabia Saudita, decidieron convertirse en muyahidines o combatientes islamistas.
Diría que fue la experiencia más reveladora que he tenido. Era un joven que vivía entre libro en Arabia Saudita y de repente me encontré en las montañas de Bosnia con un fusil AK-47, con una inmensa sensación de empoderamiento. Sentía que estaba participando en la escritura de la historia en lugar de viéndola desde un costado.
Al mismo tiempo, estuve en campos de entrenamiento militar, recibí un conocimiento sobre tácticas de gerra y maniobras militares que no pensé que recibiría ni en un millón de años. Además, lo recibí junto a gente de muchas nacionalidades cuya única característica común era que eran todos musulmanes. Estaban allí para participar en la yihad en defensa de la población bosnia, lo que era en sí misma una experiencia abrumadora.
P: ¿No tuviste miedo?
R: Entre tú y yo, creo que al principio tenía miedo de lo desconocido más que del viaje en el que me iba a embarcar y que podía acabar con todos nosotros muertos.
P: ¿No temías morir?
R: Mentiría si dijera que no temía a la muerte, pero comencé a sentirme en paz con la idea de que sí, estaba en Bosnia y que lo más probable era que no saliera de allí.
P: ¿Querías ser martir? ¿Querías morir?
R: Sí.

Escuela de yihadistas

Para el fin del conflicto bosnio empecé a notar algo diferente entre mis compañeros. Aquellos que habían sobrevivido adoptaron una postura más antioccidental, antiglobalización, ya que consideraban que la comunidad internacional estaba conspirando contra los musulmanes en Bosnia porque creía que estos utilizaban la guerra a su favor, por lo que quería que el conflicto terminara antes de que obtuvieran más victorias.
Al menos esa era la percepción. Y con ello creo que comenzaron a sentir que Occidente estaba luchando contra el islam como religión. Eso desembocó en la radicalización y en la transformación de los muyahidines en operativos de la yihad.
Bosnia fue la escuela de la que salieron varios líderes talentosos de Al Qaeda. Jalid Sheikh Mohamed (quien sería acusado de ser el arquitecto de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York) era uno de ellos.
Y la impresión que yo tenía entonces es que estaba en Bosnia para identificar el talento; digámoslo así, para identificar el talento que sería útil en la lucha posterior.
P: ¿Para que fueran terroristas en lugar de soldados?
R: Exactamente.

Lealtad a Al Qaeda

Fui invitado a Kandahar, la segunda ciudad más grande de Afganistán, básicamente para mostrar lealtad.
Osama bin Laden se solía reunir uno por uno con todos los que mostraban lealtad. Así que me dio la bienvenida y me dijo que habría muchos, muchísmos años difíciles y duros y que la causa de la yihad no empezó ni acabaría con él.
P: ¿Hiciste un juramento?
R: Sí.
P: ¿Cuál era el juramento?
R: “Te prometo lealtad para pelear junto a ti en los buenos momentos y en los malos, para hacer la yihad contra los enemigos de Alá, para obedecer a mis comandantes”.
P: ¿Qué hiciste cuando recitaste el juramento? ¿Te quedaste de pie o te arrodillaste?
R: Te sentabas junto a él en el suelo. Ponías una mano sobre el Corán y lo decías.
P: ¿Se supone que es un momento conmovedor?
R: Sí, aunque lo digo poniéndome en aquél momento. Sentí el mismo miedo a lo desconocido que en Bosnia.
P: ¿Sabías que estabas dando un gran salto?
R: Sí.

Entrenador de yihadistas

En Arabia Saudita Dean había sido un prodigio de la teología musulmana. Así que en Afganistán fue el responsable de entrenar a los reclutas de Al Qaeda, muchos de Yemen, en base a la teología y la historia islámica y la esencia de la práctica religiosa. Y esto le abrió los ojos a las distintas motivaciones de los yihadistas.
No hay un solo proceso de radicalización. A alguna gente le toma años convencerse de que quiere hacer la yihad y a otra diez minutos.
P: ¿Pero todos querían ser mátires?
R: Todos querían el martirio y la redención en diferentes grados. Algunos venían a ti y te decían que estaban cansados y que querían ser mártires lo antes posible. Y otros te decían quequerían ser mártires pero no antes de hacer sentir a los enemigos de Alá el infierno en la Tierra.

Tiempo de dudas

Dean estaba en un campo de entrenamiento en Afganistán cuando tuvieron lugar los atentados en las embajadas de EE.UU. en Nairobi y Dar es Salaam, en Kenia y Tanzania, en 1998. Se preocupó al saber que además de las 12 víctimas estadounidenses murieron 240 o más ciudadanos locales y que 5.000 resultaron heridos.
Fue cuando me pregunté “¿cuál será el siguiente objetivo? ¿Argentina, Sudáfrica, Mozambique? ¿Vamos a combatir a los estadounidenses en África con el fin de expulsarlos de Oriente Medio, de la Península Arábiga?”. Simplemente no tenía sentido.
Y como teólogo, fue entonces cuando empecé a tener dudas sobre la legalidad de todo aquello. Así que comencé a hacer preguntas. Acudí a Abdullah al Mohaja, el mufti de facto (experto en ley islámica) de Al Qaeda y le dije: “No es que tenga duda, pero ¿me podrías por favor iluminarme sobre las justificaciones religiosas para atacar una embajada que sí, pertenece al enemigo, pero que, al mismo tiempo, está rodeado de un potencial daño colateral enorme?”.
Me contestó siguiente: “Mira, existe una fatua del siglo XIII antes de Cristo que legitima atacar al enemigo incluso cuando van a morir civiles, porque el enemigo los está usando como escudos humanos“.
Y sentenció: “Es una fatua integral que nos da la justificación y no hay dudas sobre la legalidad de lo que hemos hecho”.
Así que decidí buscarla por mi cuenta. Y encontrarla fue un gran shock. La fatua en cuestión había sido emitida como respuesta a algo muy concreto que habían preguntado musulmanes desde ciudades en Asia Central, Samarcanda, Bukhara, etcétera: “Los mongoles nos están invadiendo. Cada vez que saquean una ciudad se llevan un segmento de población, mil o dos o tres mil personas, y hacen que empujen las torres de asedio contra las puertas de las siguiente ciudad. Así que, ¿debemos disparar a nuestros hermanos musulmanes que empujan las torres de asedio en contra de su voluntad o no?”.
Y la fatua decía: “Sí. En este caso los mongoles están usando a los civiles musulmanes como escudos humanos con un objetivo militar y si no les disparan y tiene éxito el ataque, los que terminarán muertos son ustedes”.
Era una situación de vida y muerte. Y ese caso no tenía similitud con lo ocurrido en Kenia y Tanzania.
P: ¿Y es esa fatua de hace 800 años la que se usa para justificar los actos del yihadismo hoy?
R: En aquellos casos en los que mueren civiles sí.
P: ¿Así que es importante?
R: Es importante pero sabes que voy a decir que su base es inestable. No tiene bases en absoluto. Es básicamente un castillo en el aire.
P: ¿Es un sinsentido?
R: Totalmente. Así que a los dos meses decidí que no era para mí y que lo quería dejar.

La conversión

Apenas superada la adolescencia y profundamente preocupado, Dean dijo que se marchaba al Golfo para un tratamiento médico, aunque en realidad ya había decidido no volver. En lugar de eso, se encontró con el MI6 y en 11 días, según dice, ya se había convertido. Tras cuatro años y dos meses como yihadista, el 16 de diciembre de 1998 aterrizó en Londres y comenzó el interrogatorio.
Fueron siete meses de interrogatorios. Más o menos ayudé a que tuvieran un mejor panorama de estas organizaciones y de la gente influyente dentro de ellas.
P: Es que conocías a Osama bin Laden, a Khalid Sheikh Mohamed, Abu Zubeida. Los conocías a todos.
R: Sí. Después de los siete meses de interrogatorios me hicieron la sugerencia: “¿Qué tal si vas a Afganistán y haces algún trabajo para nosotros?”. Y mi respuesta fue inequívocamente: “Sí”. No tuve ningún reparo.
P: ¿Qué hiciste?
R: Pasar información. Ese era mi objetivo primario, recolectar la mayor cantidad de información posible. Y no era una tarea fácil, ya que tenía que confiar del todo en mi memoria. No podía escribir nada. Fueran los que fueran los recelos morales que tuve, allí estaban mis excompañeros para hacérmelos olvidar (…). Lo que hacían justificaba lo que hacía yo.
P: ¿Tuviste que seguirles la corriente?
R: Por supuesto. Aún predicaba y repetía cuán comprometido estaba con la causa.
P: Tuvo que ser difícil, porque de alguna manera cuando predicas ofreces una justificación teológica a algunos actos que sabes que están a punto de cometer.
R: Sí, pero cuando cazas ratas tienes que bajar a las alcantarillas y ensuciarte.
P: Así que estabas en Afganistán e ibas y venías a Londres.
R: Sí.
P: ¿Pero Al Qaeda pensaba que te mandaba a Reino Unido?
R: . Y creo que esa es la belleza de todo esto.
P: ¿Así que creían que trabajabas para ellos?
R: Sí.
P: ¿Cuando realmente trabajabas para Occidente?
A: Del todo.

Espía en Londres

En Reino Unido Dean debía vigilar y sacar información a gente como Babar Ahmed, un británico que admitió dar apoyo material a los terroristas, Abu Hamza, encarcelado en Estados Unidos este año por secundar el terrorismo, y Abu Qatada, quien fue absuelto de cargos de terrorismo por un tribunal jordano el pasado otoño tras una larga batalla para extraditarlo a Reino Unido. Dean mantuvo un ojo sobre ellos, entre otros, mientras predicaba en mezquitas y sociedades islámicas.
P: Como agente encubierto, eras bienvenido porque te creían miembro de Al Qaeda. Pero entonces, ¿tenías que predicar en la mezquita y animarlos a que se unieran a la yihad?
R: Sí, aunque había límites. Era consciente de ellos, sobre todo en lo referente a hasta qué punto los podía incitar. Se hizo más difícil a partir del 7 de julio de 2005, porque las leyes sobre la incitación se hicieron más estrictas.
P: ¿Qué podías decir y qué no?
R: No puedes instar a alguien específicamente para que se vaya. Ni instar a que cometan un ataque. No puedes glorificar la violencia contra los civiles. Tienes que tener cuidado. No puedes sentarte y ahí y hacer explotar a Occidente por lo que hace. Puedes sentarte allí y hablar sobre el martirio en general, sin tocar directamente lo que está ocurriendo. Así que debes ser inteligente a la hora de expresar las palabras.
P: ¿Te sentiste alguna vez culpable por haber animado a alguien a unirse a la yihad?
R: Sí.
P: ¿Hubo muchas ocasiones en las que esto pudo haber ocurrido?
R: Hubo varias ocasiones en las que ocurrió.
P: ¿Y a qué se debía el sentimiento de culpa, a que se involucraron en ello o a cómo pudieron haber terminado?
R: Me alegro de que no hubiera muertos. Aunque una persona en particular terminó en prisión par un periodo largo.
P: ¿Y tú fuiste un instrumento para que eso ocurriera?
R: Contribuí, pero no fui el único.

Ataques frustrados

Dean asegura que frustró ataques suicidas con bombas y otros en los que se iba a utilizar veneno contra civiles. También fue capaz de entregar a la inteligencia británica planos de un dispositivo que Al Qaeda pretendía utilizar para un ataque químico en el metro de Nueva York, EE.UU. Pero Ayman al Zawahiri, el segundo de Osama bin Laden, suspendió la acción.
Hubieran utilizado armas químicas si Al Zawahiri no hubiera dicho que no lo hicieran.
Además, dijo: “No lo hagáis porque las represalias podrían salirse de control.
P: ¿No lo paró porque pensó que era un error usar gas en el metro?
R: Lo suspendió porque temía las ramificaciones.
P: Así que tenías en tu poder aquellos planos tan importantes. ¿Podrías decirme cómo los conseguiste?
R: Bueno, no sé si ni siquiera estoy autorizado para ello.
P: Pero el hecho de que poseyeras esos planos sugiere que gozabas de mucha confianza dentro de Al Qaeda.
R: Porque tengo un talento concreto que les hice creer que quería utilizar para hacer posible los ataques.
P: ¿Eso fue lo que pensó Al Qaeda?
R: Sí.
P: ¿Y cuál era ese talento concreto?
R: ¡No lo diría!
La vida encubierta de Aimen Dean terminó abruptamente cuando un escritor estadounidensereveló su identidad con detalles que sólo él podía saber. Fue hace 8 años.